´En memoria de Van Miert´, Stefan Rating

Un día, el profesor de Historia del instituto de Oud Turnhout, Bélgica, dibujó en la pizarra un mapa de Europa surcado por una maraña de líneas. “Esto que veis”, les dijo a sus alumnos, “son las fronteras europeas que se han ido sucediendo a lo largo de la historia. Cada una de estas líneas les costó la vida a miles de jóvenes de vuestra edad”. Corrían los años cincuenta, y entre aquellos alumnos había un adolescente llamado Karel Van Miert, a quien esa clase marcaría para siempre.

Comprendió que la superación de los egoísmos nacionales pasaba por crear una identidad y autoridad europea, proyecto al que dedicó su vida. Primero, como secretario general del Partido Socialista flamenco, oponiéndose al despliegue de misiles de crucero en Europa que en 1983 decidió la OTAN a instancias de EE UU. Luego, como eurodiputado, contribuyendo a dotar al Parlamento Europeo de más poder y a democratizar así las instituciones comunitarias. Finalmente, como comisario europeo de Transportes y, sobre todo, de la Competencia.

Coincidían en Karel Van Miert una gran capacidad de trabajo, conocimiento de causa, visión estratégica, determinación y agallas, rasgos que suelen brillar por su ausencia entre los comisarios europeos. Además, se opuso al nepotismo, endémico tanto en la política belga, abiertamente dinástica, como en las instituciones comunitarias. Son tan numerosas como famosas las anécdotas que ilustran ese talante a lo largo de su carrera. Así, defendió los cambios en la Política Agraria Común que propugnaba el comisario Sicco Mansholt mientras en la calle protestaban miles de agricultores, entre ellos su padre.

Llegó a proponer la nacionalidad belga al mejor candidato de una terna de aspirantes a director general cuyo pasaporte no convenía por las cuotas de poder nacionales. Y ya fuera de la CE, insistió en aplicar las reglas sobre ayudas de Estado a la compañía aérea belga Sabena, lo cual significó la quiebra de ésta, entre cuyos pilotos figuraba su propio hijo.

Pero Karel Van Miert fue, ante todo, uno de los pilares de la Comisión presidida por Jacques Delors, última en impulsar y dinamizar el proyecto europeo en lugar de campar a merced de los Estados miembros. Obtuvo la cartera de Competencia, a la que durante seis años aplicó su filosofía personal con efectos que perduran: lanzó un visionario proceso de reforma y aplicación descentralizada del Derecho comunitario de la Competencia; modernizó la política en materia de ayudas de Estado, aplicándola bien sin mirar a quién, incluido el mayor programa nacional de ayudas de la historia, en la antigua RDA, y afirmó decisivamente el prestigio y la autoridad de la Comisión en materia de fusiones, prohibiéndose 10 durante su mandato. En la memoria de todos está el pulso que le ganó a EE UU en 1997 a raíz de la compra por Boeing de McDonnell Douglas.

Dialogante, políglota y buen conocedor de Madrid y Barcelona, por cuyo Barrio Gótico gustaba de pasear, el 22 de junio inició su último viaje, habiendo dejado una huella indeleble en Bruselas.

7-VII-09, Stefan Rating, ex portavoz de Competencia en la Comisión Europea y abogado de Garrigues, cincodias