´Soledades´, Martina Klein

Hay fenómenos sociales que  unen. Fórmulas milagrosas que han crecido exponencialmente y que ni sus creadores se lo explican, pero aglutinan a tantas almas bajo su techo que uno pensaría que son poseedoras de la verdad. Los que se dejan cobijar por su gran tela son invadidos por un fuerte sentimiento de pertenencia que les lleva romper la timidez, a vitorear en alto cánticos y lemas, y a hacerse abanderados de una gran causa. Ahí está el fútbol y la euforia que aún nos palpita a los seguidores del Barça, ahí también estuvo el Flower Power o incluso el Foro de la Familia, que al menos en Madrid, se aglutina cada dos por tres a defender sus grandes valores.

Cada cual se apunta al que mejor le viene, porque grupos de pertenencia hay a patadas, eso no quita que, a pesar de las opciones, uno no encuentre la buena, y ante tanta euforia unificadora se pueda uno sentir solo. A mí me pasa muy a menudo: cuando veo algunas series españolas de humor, y no me hacen gracia, cuando leo las audiencias multitudinarias de éstas o de Operación Triunfo, cuando veo que Belén Esteban es la estrella de la prensa rosa y la gente la aclama… Cada vez son menos los fenómenos sociales con los que me identifico y más los momentos en los que el elemento al que acudo para que me distraiga de la soledad me devuelve la misma sensación magnificada y más punzante. La caja tonta ya ni siquiera me atonta, y eso me hace plantearme su utilidad, al menos en mi casa, ocupando el espacio que ocupa y teniendo el protagonismo que tiene en mi salón.

Lo mismo con el fenómeno Facebook. No me gusta. ¿Cómo se pueden cultivar cientos de amigos si a duras penas se consigue cuidar al pequeño grupo que sostiene el paño de alegrías y lágrimas? Y me vuelvo a quedar sola ante tanta gente que sonríe y se saluda, y chatea y se asocia a cualquier causa, y comparte fotos e intimidades con los mil más allegados… ¡Venga ya!

Por eso me hizo tanta gracia, aunque tampoco comulgo, la iniciativa contraeufórica de crear espacios donde odiar y criticar desde un rincón (IFuckinghateyou. com entre otros). Espacio donde los amargos que arremeten contra todo se reúnen a soltar pestes y así compensar esa náusea de buen rollito que desprende el Facebook. Pareciera que hay para todos los gustos, y aun así…

Por cierto, el último en sumarse al barrizal virtual de amistades sin fronteras ha sido Benedicto XVI mediante un sitio donde intercambiar postales simpáticas de sí mismo (pope2you. com). Mediante ese reclamo pretenden captar a la juventud que se mueve por internet haciendo amigos, y vaya si lo consiguen, ya que el primer día llegó al medio millón de visitas. Siguiendo esta tendencia supongo que seguirán juntando adeptos tras las declaraciones de ayer del Cardenal Cañizares que opina que es menos grave el abuso de menores que el aborto. ¡Ay, esta soledad!

30-V-09, Martina Klein, lavanguardia