´Barcelona 2015´, Ramón Suñé

Al paso que vamos, y si la supertuneladora Barcino no lo impide, antes asistiremos al milagro de la coronación de la Sagrada Família que disfrutaremos de unos cuantos proyectos de ciudad de los que ya hablaban los más viejos del lugar en el siglo pasado. La Sagrera es la última manifestación de ese fenómeno paranormal y genuinamente barcelonés que hace que entre el anuncio y la finalización de una gran obra transcurran décadas y que la realidad destroce las previsiones iniciales al mínimo contratiempo.

La que ha de ser la gran estación central ferroviaria de Catalunya, el pal de paller sobre el que Barcelona ha de levantar su penúltima gran operación urbanística, no estará lista -en el mejor de los casos y siendo extremadamente optimistas- hasta el 2014. Se ha dicho a bombo y platillo que el acuerdo firmado el jueves por el ministro Blanco, el conseller Nadal y el alcalde Hereu desbloquea esta cuestión. Y sólo con sordina, como si se avergonzaran de ello, las administraciones han reconocido que les siguen faltando casi 300 millones para completar la obra, una cantidad que el mercado inmobiliario, hoy convaleciente en la UCI y con respiración asistida, ha de aportar cuando sane de su grave enfermedad.

El de la Sagrera es uno más de una larga lista de ejemplos de cómo el desencuentro entre las administraciones puede frustrar las ambiciones de una ciudad. En las últimas semanas se han reabierto viejos debates en torno a grandes proyectos, como el de la reconversión del espacio que ocupa la cárcel Modelo, la construcción del zoo marino o la Biblioteca Central Urbana. Un repaso a la magnífica hemeroteca de La Vanguardia,testimonio implacable de anuncios a la ligera y promesas incumplidas, bastaría para sonrojar a más de uno. Hace años que la prisión centenaria debería haber abandonado la Esquerra del Eixample; sigue allí. El zoo marino estaba llamado a ser uno de los grandes atractivos del Fòrum 2004; ahora comienza el movimiento de tierras. Del primer convenio entre el Ministerio de Cultura y la Generalitat para levantar la Biblioteca Central pronto se cumplirán 25 años.... y ni siquiera está claro que el solar finalmente elegido, junto a la estación de França, sea el idóneo.

El concejal convergente Jaume Ciurana me hace llegar la respuesta de Joan Manuel Tresserras a una pregunta del grupo parlamentario de CiU. En ella el conseller comunica que el hallazgo de restos de estructuras industriales del siglo XVIII (almacenes de grano, secaderos de bacalao y sal gorda, hornos) obligará a realizar nuevas "intervenciones arqueológicas preventivas" antes de construir la biblioteca. La sombra del Born -otro equipamiento de incierto futuro- es alargada y la biblioteca, como el zoo, como la nueva Modelo, se desplazan a la Barcelona del 2015 o a un horizonte aún más lejano.

24-V-09, Ramón Suñé, lavanguardia