´El culebrón del AVE´, Enric Sierra

La historia de la alta velocidad española es una especie de culebrón lleno de capítulos inquietantes, graciosos, patéticos y avergonzantes. La construcción del primer AVE, el que unió Madrid con Sevilla -línea europea y estratégica donde las haya-, se vio envuelto en un turbio asunto de supuesta financiación ilegal del PSOE. Con el PP en el gobierno, se inició la tardía línea entre la capital y Barcelona y se volvieron a generar ríos de tinta por los socavones que iban surgiendo en su trazado y que pusieron en duda la seguridad de la línea, además de reducir durante tiempo la pretendida alta velocidad. Volvieron los socialistas al poder y los retrasos y socavones se trasladaron a la entrada de Barcelona. Antes de todo ello, nos pasamos años discutiendo por dónde debía entrar el tren veloz a Barcelona. Se oyeron propuestas tan disparatadas como el túnel submarino que planteó el iluminado Acebillo o la ocurrencia convergente de que el tren sólo parara en Sant Cugat, sin pasar por Barcelona.

Entre tanto, el Ayuntamiento de Barcelona se emperró y luchó contra viento y marea para que el AVE tuviera su estación central en la Sagrera. Hasta se llegó a proponer que el tren llegara por el Vallès y reculara a Barcelona para acceder a esa estación. El empecinamiento del Consistorio barcelonés se explicaba por la voluntad de adecentar una zona de la ciudad olvidada y degradada. Finalmente, se impuso la razón y el AVE entró por Sants, por el centro de la ciudad, como sucede en la mayoría de las ciudades modernas. De esta forma, no se cometió el error de alejar la estación de los usuarios y se evitó la chapuza perpetrada con la estación del Camp de Tarragona.

Barcelona acabó de convencer a Generalitat y Estado de la idea de la estación de la Sagrera cuando se afirmó que la obra casi se pagaría sola gracias a la especulación urbanística de los terrenos de la zona. Pero estalló la burbuja inmobiliaria y todos despertaron del sueño de la lechera. El desaguisado se ha resuelto ahora con un cambalache inquietante. El dinero saldrá de las arcas del Estado y de la partida que este dará a la Generalitat para las infraestructuras en Catalunya. Pero faltarán 287 millones que siguen dependiendo del negocio inmobiliario. Por eso, la estación no estará acabada para cuando el AVE ya pueda cruzar la ciudad. Así que veremos como el tren pasará de largo por una flamante y carísima estación de la Sagrera.

La guinda de esta tragicómica historia es el túnel ferroviario que atraviesa la frontera francesa. Una obra realizada a tiempo por la iniciativa privada pero que ha dejado en evidencia a la administración pública incapaz todavía de llevar el AVE hasta allí. Este retraso nos cuesta un dineral por el alquiler que el Estado paga por un túnel sin uso. Dan ganas de que se acabe este culebrón, pero me temo que nos faltan algunos capítulos.

25-V-09, Enric Sierra, lavanguardia