Tractat de Lisboa: Praga li passa la pilota a Dublín...

Tras meses de maniobras dilatorias, el Senado checo se pronunció ayer a favor de la ratificación del tratado de Lisboa. Un voto incierto hasta el último minuto y con el que Praga deja de ser un obstáculo para la entrada en vigor de las nuevas normas de funcionamiento de la UE. O casi, porque el presidente Václav Klaus, autodenominado "disidente" de la UE, advirtió ayer que no tiene prisa por estampar su firma en el documento.

Sin entusiasmo ni demasiado convencimiento, 54 senadores votaron a favor del nuevo tratado y 20 en contra, alcanzando por seis votos la mayoría requerida. Es "el precio que pagar" por estar en la UE, resumió el primer ministro en funciones, el conservador Mirek Topolánek, que mañana deja de ser premier y por tanto presidente de turno de la UE. Ayer animó a los senadores todavía indecisos a apoyar el texto, pactado tras el fracaso de la Constitución europea, agitando el riesgo de que el país se quede al margen de la UE y atrapado en la "esfera de influencia de Moscú".

Las instituciones comunitarias reaccionaron con alivio y moderada alegría, sabedoras de que queda por delante una prueba todavía más difícil que la de ganarse el apoyo de la inestable clase política checa. "Con esta buena noticia hay muy buenas perspectivas para el voto irlandés", celebró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Hace casi un año, los votantes irlandeses rechazaron en referéndum la ratificación del flamante texto. Y hasta que no logre el apoyo de los 27 estados miembros de la UE, no puede entrar en vigor.

Una negativa por parte del Senado checo a ratificarlo hubiera complicado enormemente el objetivo del Gobierno irlandés de celebrar un segundo referéndum este otoño, confiando en que la crisis económica haga cambiar de opinión a los votantes. Antes, quiere pactar algunas "clarificaciones" sobre el impacto que tendrá el tratado para sus ciudadanos. Por ejemplo, en cuestiones como la neutralidad o el aborto, explotadas a conciencia antes del referéndum por Libertas, la fundación del millonario inglés Declan James Ganley, reconvertida en partido político paneuropeo.

Concluido el trámite parlamentario en las dos cámaras checas, sólo falta un pequeño detalle para que la ratificación por parte de la República Checa sea plena: la firma de su presidente. Klaus no defraudó y, tras el voto, subrayó que para él "el tratado de Lisboa está muerto por el momento porque fue rechazado en referéndum por un Estado miembro". La rúbrica del documento oficial no estará en su agenda, subrayó, hasta que esto no cambie. El vicepresidente del Gobierno, Alexandra Vondra, restó importancia a las protestas de Klaus y recordó que al final siempre ha acabado por firmar los tratados.

El presidente checo no es el único jefe de Estado que se resiste a rubricar el tratado. También el polaco Lech Kaczynski condiciona su firma a que Irlanda ratifique el texto. Con mucha más discreción, Alemania sigue sin ratificar el documento, a la espera de un dictamen del Tribunal Supremo sobre su compatibilidad con la Constitución germana. El trámite permite a Alemania guardar las formas y, como ya hizo con la fallida Constitución, no ratificar un tratado hasta que su futuro deje de estar en el aire.

7-V-09, B. Navarro, lavanguardia