la guerra al Pakistan contra els talibans ja provoca més d´un milió de desplaçats

Hacía al menos 60 años que Pakistán no sufría un éxodo tan masivo: medio millón de personas huyendo de la guerra entre el ejército y los talibanes en el valle de Swat, una zona remota al pie del Himalaya y próxima a Afganistán. Caminan hacia el sur, con las pocas pertenencias que han podido salvar, en busca de algún familiar o de un campo de refugiados de la ONU. Con esta nueva oleada, ya hay más de 1,3 millones de desplazados. Es gente con todo tipo de necesidades, que se siente abandonada por el Gobierno y los talibanes. Las consecuencias políticas y económicas de este éxodo suponen un serio revés para la estabilidad del país.

El ejército, por su parte, prosigue la ofensiva que lanzó hace menos de dos semanas contra los talibanes en los valles de Swat, Buner y Bajo Dir. El objetivo de ayer era Gatt Puchar, base principal de los talibanes, con importantes depósitos de armas y campos de entrenamiento para milicianos y terroristas suicidas. El bombardeo de la aviación y la artillería fue intenso y abrió camino para que los helicópteros colocaran sobre el terreno a los comandos de élite que acabaron tomando la plaza a media mañana.

Hacía meses que EE. UU. alentaba una operación como esta. El pasado febrero, Islamabad pactó una tregua con los talibanes, a los que permitió implantar en Swat una versión estricta de la charia. Washington se opuso. Su estrategia pasa por aprovechar la superioridad de su ejército y de la OTAN. Los golpes de mano y los ataques con aviones robot de la CIA van en aumento. Ocho personas murieron ayer en el pueblo de Sara Khora (Waziristán del Sur) cuando un misil lanzado por uno de estos aparatos destruyó la casa en la que se encontraban.

Muchos pakistaníes creen que estos ataques nutren de jóvenes las filas talibanas. En Gatt Puchar se calcula que había unos 4.000 guerrilleros. La suerte de su líder, el mulá Fazlullah, no se conocía al cierre de esta edición.

El ejército admite 29 bajas propias y cifra en 751 las del bando talibán. No se sabe cómo ha calculado esta cifra. Sobre el terreno no hay observadores imparciales y tampoco puede confirmarse la afirmación gubernamental de que no hay víctimas civiles.

La suerte de la población civil marcará el futuro del conflicto. Los talibanes no son mayoría, pero tienen mucho poder en Malakand, la región de la provincia Frontera del Noroeste donde está el valle de Swat. Si el descontento social sigue en aumento podrían galvanizar un movimiento étnico pastún capaz de destruir Pakistán. Aunque este escenario parece remoto, el conflicto tiene una dinámica muy fluida y las fuerzas armadas, preparadas para luchar contra India, no contra los talibanes, no parecen una buena garantía. Durante décadas han utilizado a los radicales islámicos para atosigar a los indios en Cachemira y este doble juego, que ahora les pasa factura, es difícil de frenar.

A causa del éxodo, no habrá cosecha de trigo en Swat. La agricultura se convirtió en la principal actividad económica cuando la guerra se cargó el turismo. Los árboles frutales, sin los cuidados necesarios, también se echarán a perder. No parece que el Gobierno esté en condiciones de compensar a los desplazados por estas pérdidas. Vista así, la derrota talibán de ayer en Gatt Puchar no parece tan decisiva.

13-V-09, red/agcs, lavanguardia

Decenas de miles de civiles atrapados en la ofensiva militar contra los talibanes en el valle de Swat, en el noroeste de Pakistán, pudieron huir ayer gracias a la tregua dada por el ejército. La cifra de desplazados ascendió al millón en las últimas dos semanas, según la ONU. La mayoría de los civiles procede de Mingora, ciudad principal de Swat, donde aún se hallan atrapadas 150.000 personas. El jefe militar que opera en el valle de Swat ha pronosticado que la guerra finalizará en un mes y que se han desplegado 15.000 soldados para combatir contra 5.000 milicianos.

16-V-09, ap, lavanguardia