ŽLRP y Med-RodŽ, Xavier Bru de Sala

Richard Florida es un detector de nuevos vectores. Por ejemplo, suya es la frase "siga a un gay", para saber en qué lugares con futuro se puede ir a vivir. También a un bobo (burgués-bohemio), o a un artista o a cualquier otro miembro de los colectivos creativos. Por distintas razones; la primera, porque ellos poseen el olfato para descubrir los nuevos territorios con encanto, además de la capacidad para evidenciarlo. La segunda, porque el talento tiende a agruparse y allí, junto a ellos, irá a residir, dado que no hay mejores índices de tolerancia.

La intuición de Florida se ha estudiado y comprobado hasta la saciedad, con el máximo rigor, yha resultado cierta hasta el punto de cambiar el mapa de preferencias de los inversores inmobiliarios.

Richard Florida se hizo famoso por haber descubierto y conceptualizado la clase creativa. Pues bien, su último descubrimiento se llama LRP, y viene a ser, manteniendo las siglas, algo así como el Producto Regional Lumínico.

Pasando de fronteras políticas, el teórico y estudioso del urbanismo se ha fijado en los espacios reales donde se concentra la creación de riqueza. Como los indicadores disponibles corresponden a estados y otras unidades políticas, se encontró con una especie de tapón en los datos que podían confirmar su percepción. Así que, basándose en las concentraciones de luz nocturna en todo el planeta - esas que quedan tan bonitas en las fotos de los satélites-,identificó lo que llama megarregiones. A fin de comprobar si se correspondían a la realidad de la innovación y la pujanza económica, cruzó las agrupaciones de estos mapas con datos como los de las innovaciones patentadas y la concentración de científicos más citados. Luego calculó la riqueza que producen ponderando el índice lumínico, hasta dar con el LRP, llamado a ser famoso y determinante. El Producto Regional Lumínico, casi tan riguroso como el PIB, cuenta con la ventaja de describir agrupaciones naturales, más allá de las fronteras que las enmascaran. Ya pueden imaginar que las primera megarregiones o grandes agregaciones naturales del mundo se encuentran en Estados Unidos y Japón. Europa no les va a la zaga. Dentro de la muy buena posición europea, destacan, en primer lugar, el conglomerado Amsterdam-Bruselas-Amberes, la cuarta megaregión del mundo; luego la que va de Londres a Birmingham pasando por Manchester y Liverpool; en tercer lugar el área Milán-Roma. Las tres sobrepasan el billón de dólares en LRP. Luego, casi a la par, la zona Stuttgart-Frankfurt y la que él denomina Barcelona-Lyon, que en realidad empieza en Alicante. La nuestra es la quinta de Europa y undécima del mundo.

Asómbrense aún más con el siguiente dato: las grandes áreas metropolitanas de París y Madrid juntas, también hasta donde su luz nocturna se diluye, las dos sumadas quedan bastante lejos de la Barcelona-Lyon en LRP. Madrid, al ser una isla, no llega a la sexta parte de la que, a fin de ser más precisos, denominaremos Mediterráneo-Ródano o Med-Rod. París, isla mayor pero no megarregión, produce algo más de la mitad que Med-Rod. Estamos, pues, en el centro de una de las más grandes regiones más ricas, productivas e innovadoras del mundo. Es una gran noticia, que supera con creces el mítico y nunca olvidado sueño occitano, que entiende Barcelona como una capital a la par hispánica y transpirenaica. ¿Qué hay de cierto entre tan deslumbradores datos? ¿Dónde están las sombras?

Recuerdo que unos veinte años atrás, discutíamos junto Porcel y un buen número de especialistas multidisciplinares por él convocados sobre la realidad o entelequia del arco mediterráneo, que iría de Alicante a Roma con punta hasta Lyon. Mi posición, confirmada por la mayoría, era y sigue siendo que tal arco no existe más allá de los deseos, dado que el norte de Italia es y ha sido siempre centroeuropeo, no Mediterráneo. Con toda la desconfianza y prevención por delante, pues, es obligado concluir que la gran región Mediterráneo-Ródano existe, que es un continuo lumínico y posee además, por razones ante todo climáticas pero también de mentalidad, un potencial de crecimiento, de concentración de talento productivo, superior a cualquier otra de Europa.

Llegados a este punto, habría que comunicar a Florida, para cuya mirada de matriz federal los centralismos no cuentan, que nuestra megarregión está ahogada por las dos islas llamadas París y Madrid, que tienen el poder de facilitar o restringir su comunicabilidad. A nadie se le escapa que lo ejercen, ¡y de qué modo!, en el segundo sentido. En cierto forma les va no la supervivencia pero sí la supremacía, por lo que no nos vamos a enfadar. En términos de futuro y a poco que las vías internas y externas de comunicación vayan dejando de estar yuguladas, tenemos ganada la partida.

Las infraestructuras, pues, son la máxima prioridad. Junto a ellas, la creatividad y la innovación, la tolerancia y el talento. Es casi todo. Faltaría insistir en algo que les vengo repitiendo y ahora tiene un argumento: para los catalanes, el francés es tan importante como el inglés. No menos.

8-V-09, Xavier Bru de Sala, lavanguardia