´Sarkozy y la democracia´, Lluís Foix

El presidente Sarkozy se dejó llevar por sus impulsos en una reunión con parlamentarios franceses que fue filtrada por el diario Libération.Dijo de Zapatero que no le parecía muy inteligente aunque ganaba elecciones, de Obama que es inteligente y carismático pero no tiene experiencia y de Angela Merkel que al darse cuenta del estado de sus bancos y de su industria automovilística no ha tenido otra opción que sumarse a las posiciones de Sarkozy.

Como es habitual en estos casos, el Elíseo ha negado que estas referencias fueran exactas, pero la prensa occidental ha analizado exhaustivamente la visión que Sarkozy tiene de sus colegas de Estados Unidos, España y Alemania. Me pareció que lo más alarmante que dijo Sarkozy fue su definición de la democracia al decir que en un sistema democrático lo importante es ganar elecciones. Mirad a Berlusconi, dijo, ha sido reelegido tres veces.

Todo vale, por lo tanto, para ganar las elecciones. Mendès France, que fue un breve primer ministro en los años cincuenta, pero que es un referente en la política de Francia, tenía una idea muy distinta que se basaba en la convicción de que la comedia no es suficiente en política que también requiere honestidad, inteligencia y coraje. Tanto desde la izquierda como desde la derecha, la democracia no es una simple cuestión de procedimientos sino de ideas, de ideales y de compromisos con la moralidad de los actos públicos que han de servir a los intereses de la mayoría de ciudadanos.

Los éxitos de la democracia en todo el planeta son incuestionables si se comparan con cualquier otro. Es el menos malo de los sistemas políticos, decía Churchill.

Pero si las democracias se dejan arrastrar por el simple utilitarismo, corren el riesgo de desembocar en un populismo sutil que puede arrinconar los derechos y libertades de las minorías en un abuso de poder hasta el punto de que, para triunfar, hace falta más hipocresía y engañar no sólo a unos cuantos sino a muchos.

De las declaraciones en voz baja de Sarkozy, no me preocupan mucho las referidas a sus colegas internacionales. Me inquieta su concepto de democracia por lo que comporta de estrechez de miras, de cohortes de partidarios, de gente agradecida y de confianza, de clientelas organizadas y recompensadas por los encantos del poder. Berlusconi no es mi modelo, por muchas elecciones que gane.

21-IV-09, Lluís Foix, lavanguardia