´´Prise de fer´ (toma de hierro)´, Enric Juliana

Pasar a la ofensiva con un movimiento defensivo. Ese es el movimiento táctico que esconde la remodelación ministerial más anunciada (y manoseada) de la historia reciente de España. En esgrima, concretamente en la disciplina de sable, se puede pasar a la ofensiva con una acción aparentemente defensiva, llamada toma de hierro. Se trata de tocar, con gran celeridad, la punta del sable atacante para reconquistar así la prioridad.

En castellano, idioma con pelo en el pecho, toma de hierro tienen una evocación mineral y siderúrgica. Los franceses, con su tradicional elegancia, lo llaman prise de fer. Los maestros húngaros de esgrima, los mejores con el sable, gustan del francés. Los italianos, siempre sutiles, lo titulan presa di ferro. Y los catalanes, propensos a herirse con la propia espada, no tardarán en conocer ese movimiento táctico como presa de pèl. Pero eso lo veremos un poco más adelante.

José Luis Rodríguez Zapatero quiere retomar la iniciativa poniendo fin al cansino discurso autónomo del Ministerio de Economía y Hacienda (a partir de ahora, una sola voz en política económica: la de la Moncloa); enterrando definitivamente la España plural con la nueva consigna de la cohesión territorial, y colocando -¡por fin!- a un verdadero profesional de la política en Fomento.

Objetivo inmediato: evitar una derrota humillante del PSOE en las elecciones europeas del 7 de junio. Conseguir el empate e incluso una victoria socialista por la mínima, que volvería a colocar a Mariano Rajoy a los pies de sus propios caballos. Rajoy se está imponiendo en el PP contra todo pronóstico, pero aún no tiene la batalla interna del todo ganada. Las elecciones de junio siguen siendo decisivas para el liderazgo del centroderecha español.

La toma de hierro exige determinación y sentido de la iniciativa. Suele ser un movimiento fulgurante. La toma de hierro ni se anticipa, ni se filtra a la prensa. La torpeza de estos días es evidente -el aparato del PSOE ha querido asegurarse de que la remodelación se haría en su favor-, pero ello no invalida la acción del espadachín leonés.

La señora Elena Salgado tendrá grandes dificultades para presentarse como esperanzadora novedad económica, pero posee un carácter de hierro. Y de hierros estamos hablando. Corresponde sobre todo a Manuel Chaves romper la iniciativa del adversario: quitarle la bandera española de las manos. El líder andaluz ha de transformar el pacto PSOE-PP en el País Vasco en el nuevo gran relato del socialismo hispánico. Y crear las condiciones para la convocatoria de elecciones anticipadas en Catalunya. Propiciar, cuanto antes, el fin del tripartito es posiblemente la segunda gran misión encargada a Chaves, que en otoño del 2006 ya intentó bloquear, sin éxito, el pacto PSC-ERC y la consiguiente elección de José Montilla como presidente de la Generalitat.

Difícil papeleta para los 25 diputados del PSC en el Congreso que compartirán escaño con una ministra de Cultura, la señora ÁngelesGonzález-Sinde, que hace unos meses confesaba su simpatía por el Manifiesto por la lengua. Presa de ferro, sí.

8-IV-09, Enric Juliana, lavanguardia