´Las bodas de Camacho´, Enric Juliana

El hundimiento de Caja Castilla La Mancha cambiará la geografía de España; la geografía política de España. El traspié manchego es el primero de una serie de percances que en los próximos años modificarán la relación entre poder financiero y poder regional, piedra angular del Estado de las Autonomías, también conocido como café para todos.Una taza ha caído al suelo y la vajilla ya nunca más será la misma.

Castilla-La Mancha es uno de los artefactos regionales improvisados en la transición para dar forma y sentido a la astucia con la que Adolfo Suárez y Fernando Abril Martorell quisieron contrarrestar el imparable regreso de las dos autonomías de la Segunda República. Vascos y catalanes no serían excepción. En un grado u otro, toda España sería autónoma de sí misma. Hay que descentralizarlo todo para que en el centro todo siga igual, pensó Lampedusa en la Moncloa (y en otros despachos importantes de las Españas). Y así se hizo.

A José Bono, hombre avispado, buhonero y florentino, alumno de la escuela personalista de Enrique Tierno Galván, le tocó escribir el primer relato de una extensa región en la que conviven los molinos de La Mancha y las colmenas de la Alcarria; los palacios episcopales de Toledo y las casas colgantes de Cuenca; el AVE de Ciudad Real (camino del sur) y el de Guadalajara (camino del este); los carpinteros en paro de Villacañas (pueblo manchego en el que se fabricaban el 80% de las puertas de España) y los miles de pisos sin vender de Seseña; las reservas de caza (gran fuente de ingresos de la Comunidad) y el aeropuerto fantasma de Ciudad Real, ayer ejemplo de audacia, hoy, de temeridad.

De la mano de Bono, Castilla-La Mancha ensanchó la base agraria del PSOE meridional: la CiU del sur. La geografía, sin embargo, manda; siempre manda. Y La Mancha, patria de las ingeniosas aventuras de Don Quijote y Sancho, es también un gigantesco solar al sur de Madrid. De manera que Bono, buhonero y florentino, se trabajó un adecuado balanceo entre el califato andaluz y las altas torres de la Castellana. Se arrimó definitivamente al Gran Madrid durante el apogeo aznarista. Cultivó una hábil amistad con Eduardo Zaplana, Alberto Ruiz-Gallardón y Pedro J. Ramírez, con quienes almorzaba periódicamente en una finca toledana. De Bono nunca se habla mal en la prensa más agresiva de Madrid.

Estuvo a punto de conquistar la secretaría general del PSOE. Era el aliadocompetidor que Aznar esperaba para proceder en la legislatura 2004-2008 a la decisiva renacionalización de España.

Tras más de veinte años de mandato, cedió el testigo a José María Barreda, hijo de una familia acomodada de Ciudad Real. Se fue, Bono, en el momento oportuno. Al señor Barreda se le acaba de venir el andamiaje abajo, sin que le hayan podido socorrer ni el califato de Sevilla ni el Gran Madrid.

Castilla-La Mancha ha estado a un paso de convertirse en protectorado andaluz (qué gran jugada maestra había urdido la CiU del Sur), pero Manuel Chaves no puede poner en riesgo Unicaja, pieza clave de una pronta fusión de las cajas andaluzas. Y Caja Madrid se halla en una situación política delirante, tras haberse despeñado la cordada con la que Esperanza Aguirre pretendía alcanzar la presidencia del Gobierno.

Hay algo en la actual deriva de España que remite a uno de los episodios más jugosos de El Quijote,aquella gran boda en la que Sancho se atiborra y Camacho, rico señor manchego, pierde a su novia Quiteria, porque esta, enamorada del mísero Basilio, trama un ardid.

Basilio, pobre y gallardo, acude a la boda y se arroja sobre su puñal. Agonizante, pide la mano de Quiteria. Todos piden a Camacho que acceda, puesto que Basilio no tardará en morir. Don Quijote se emociona. Sancho sigue zampando. Y Quiteria, remolona, accede a dar la mano al moribundo. El cura les desposa. Pronunciado el último amén, Basilio se levanta de un brinco: el puñal ha atravesado un tubo lleno de sangre.

"¡Milagro, milagro!", gritan todos.

"No ´milagro, milagro´, sino industria, industria", replica Basilio, laborioso.

5-IV-09, Enric Juliana, lavanguardia