´El flamenco de Alcaucín´, Baltasar Porcel

Este alcalde malagueño de Alcaucín, y guitarrista flamenco, que ha orquestado la construcción de centenares de apartamentos en terrenos donde no se podía edificar, fue aplaudido por el vecindario cuando la policía lo llevaba detenido. Yes que su presunta corrupción sólo era posible si el pueblo estaba con él.

Y es evidente que era así, por una sencilla razón; sin tales permisos, la tierra no valía nada al encontrarse en zonas rurales. Además, la agricultura donde subsiste se encuentra económicamente derrengada, mientras se tienen que seguir pagando contribuciones y se producen gastos. Pero sólo untando bielas, nuestros vecinos han podido vender y manipular por ahí, hacerse con un dinero que puede haber dado un ancho respiro a sus vidas.

Entonces, las razones ambientales en contra les surten un efecto escaso. Más aún, los infrascritos se sienten víctimas de una gran injusticia, pues observan a su alrededor que un montón de gente se enriquece con construcciones y negocios a granel, a veces arbitrariamente autorizados. Luego, los alcaucineros y demás corrompidos, en Mallorca, Valencia, Madrid, creen que unos se han forrado sin más razón que ellos, que han sido forzados a la penuria.

Y allí donde se han construido toda suerte de edificios, algunos enormes, incluso fábricas, y desde luego autopistas, todo lleno de coches, y no digamos los gentíos merodeando en la Costa del Sol, resulta muy difícil que la gente entienda que el ecologismo es importante.

Asimismo, hemos articulado una cultura social en la que se sabe que la única forma de medrar y hacer dinero es dedicándose a la construcción y al turismo, un poco al pelotazo y si cabe al fraude. Así, resulta milagroso que, en la universidad española, muchos profesores en la cuestión científica y sobre todo médica se hayan regenerado a ellos mismos y sean señeros, sin casi ayuda y muchas trabas por parte de la Administración. Pero popularmente esto no cunde, sino la taumaturgia del ladrillo y el asfalto. Pasa como con la cultura: ¿Por qué leer un libro, si uno puede reír o excitarse con una chorrada televisiva? O viendo cualquier exposición mediática y tópica, sin formarse al respecto. Hemos entrado en una era impresionable, no de taladro. Lo que se nota mucho en la problemática laboral, donde faltan especialistas y sobra espantosamente el peonaje. Claro, a la gente no la han preparado y los valores colectivos se limitan al éxito, la fama, el dinero. El mismo deporte o la música, que requieren tanto entreno y práctica, sólo llegan a la masa en forma de estrellato, y casi gratuito. Nuestro flamenco, además, es del PSOE y ha sido alcalde con mayoría absoluta desde 1991. Aquí todos estaban al tanto o pringaban. Yno se tomen la cosa sólo a chirigota, ha durado más que otros flamencos semejantes, Muñoz y Pantoja.

10-III-09, Baltasar Porcel, lavanguardia