´Radicalización islamista en Pakistán: los Talibán controlan el Swat Valley´, Alberto Priego Moreno

RECIENTEMENTE, EL GOBIERNO de Ali Zardari accedió a la implantación de la Sharia en el Valle del Swat. A cambio, los representantes del grupo Tehreek-e-Nifaz e Shariat e Muhammadi (TNSM) se comprometieron a abandonar la violencia.

Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos cuánto tiempo durará dicha tregua, si se trata de una negociación o si en cambio es el principio de una rendición.

El Valle del Swat es una de las regiones más bellas de Pakistán, aunque también una de las más peligrosas. Por ello, se trata de una zona turística dotada de espectaculares instalaciones para la práctica del ski aunque el actual ministro de turismo, miembro del Jamiat-e-Ulama-e-Islam, haya decidido abandonar su promoción por las prácticas inmorales de los visitantes.

Históricamente esta región, que hasta los años 60 fue un principado, se ha caracterizado por su tolerancia religiosa tal y como muestran las más de 400 estatuas que aún se conservan en la zona. Sin embargo la decisión del ejecutivo Zardari amenaza no sólo con sumergir al valle en una época de tinieblas, sino con poner las bases para un Estado Islámico dominado por Al-Qaeda.

ZARDARI Y LA PUERTA ABIERTA

Desde que en 2007 Estados Unidos y Pakistán se decidieran a ejercer una mayor presión sobre el cinturón tribal, la violencia talibán parece haberse desplazado a la Provincia de la Frontera Noroeste y en especial a Malakand y al Valle del Swat. La región resulta fundamental para el suministro de las tropas de la OTAN en Afganistán que está librando una batalla contra los Talibanes que luchan a ambos lados de la frontera. En el último año se han multiplicado los ataques contra miembros de los partidos laicos (Liga Awami y PPP) contra escuelas femeninas o incluso contra los peluqueros que acceden a recortan las barbas de los varones. Estos actos de violencia han demostrado la incapacidad del ejército pakistaní para ejercer el control sobre una zona que tradicional ha estado fuera del control de Islamabad.

Con esta situación, el Gobierno de Zardari, presionado internacionalmente por los atentados de Mumbai y condicionado internamente por la debilidad de su coalición, ha decidido abrir la puerta que tenía más cerca sin pensar en sus consecuencias a medio plazo. El gobierno pakistaní busca reducir por un lado los niveles de violencia en el país, y por el otro la propia agitación interna que amenaza a su Ejecutivo. Sin embargo, la decisión no parece que vaya a lograr ninguno de estos objetivos.

El presidente Zardari ha cedido a las pretensiones de los talibanes pakistaníes: la implantación de la Sharia y el cese de las hostilidades en la frontera. A cambio, el líder del TNSM, Maulana Sufi Mohammed se compromete a no ejercer la violencia en la zona (ataque a policías, secuestros, violencia contra mujeres, etcétera…).

UN ANUNCIO DE LOS MÁS INORPORTUNO

Con anterioridad, el ejército pakistaní negoció acuerdos similares en otras zonas como Waziristán aunque bien es cierto que la debilidad gubernamental y las condiciones del pacto fueron bien diferentes. Este tipo de negociaciones son relativamente frecuentes en Pakistán aunque normalmente no suelen culminarse. Así Bhutto o Sharif, cuando fueron primeros ministros, prometieron la implantación de la Sharia en algunas zonas aunque nunca se llegó a culminar.

No obstante, la decisión del gobierno pakistaní ha sido bien aceptada por la población local, harta de la ineficacia y de la injusticia de la justicia. La sorprendente decisión de Zardari además conlleva la implantación de tribunales islámicos donde se impondrán penas tales como amputaciones, lapidaciones o el uso del látigo como corrector social. Aunque algunas de estas prácticas ya se llevaban a cabo en Pakistán no contaban con el apoyo del gobierno lo que ahora las convierte en legítimas y las mete dentro de la ley.

El anuncio no puede ser más inoportuno ya que los Talibán han fortalecido su posición en Pakistán, tal y como demuestran sus últimos logros: la decapitación de un ingeniero polaco que fue secuestrado en Islamabad o el secuestro de dos diplomáticos afganos y uno iraní.

CONSECUENCIAS

La primera consecuencia la va a sufrir la OTAN y Afganistán, ya que los Talibán se han hecho con el control de una de las zonas con mayor valor estratégico de todo el país. La región de Malakand que incluye al Swat Valley conecta Afganistán con Cachemira lo que va a favorecer el contacto entre los grupos terroristas de Cachemira con los Talibán.

Por este motivo, la Alianza está estudiando otras rutas de abastecimiento vía Turkmenistán, Uzbekistán o Kirguizistán ya que desde el 3 de febrero la ruta pakistaní está cortada. El envío de ayuda logística a Afganistán se antoja fundamental para el éxito de la misión.

En segundo lugar hay que decir que aunque haya una tregua firmada la violencia no ha cesado. La semana en la que se ha firmado la tregua se han producido varios atentados, el primero contra un grupo de chiíes que formaban un cortejo fúnebre, y el segundo ha sido el secuestro de Jushal Jan, un alto cargo del gobierno pakistaní, en el Valle del Swat.

UN NUEVO PROYECTO DE ESTADO

La explicación a estos hechos se debe a dos elementos. El primero es la propia debilidad del gobierno de Zardari y Gilani que se han mostrado frente a los terroristas como un ejecutivo que cede a la presión. Teniendo en cuenta este hecho no es de extrañar que los Talibán sigan ejerciendo la violencia para obtener mejores beneficios. El segundo hecho a reseñar es la propia división entre las fuerzas islamistas de la zona. Si bien es cierto que Maulana Sufi Mohammed ha firmado un acuerdo con el gobierno pakistaní, otras fuerzas (Tehrik-e-Taliban) como las dirigidas por su suegro, Maulana Fazlullah, han rechazado adherirse a la tregua.

Al-Qaeda lleva algún tiempo buscando un territorio para usarlo como base donde pueda llevar a cabo sus actividades criminales. Primero lo intentaron en Sudán, después en Afganistán y ahora parecen tener planes para que Pakistán se convierta en el destino de su nuevo proyecto de Estado.

La proclamación de la Sharia en el Valle del Swat puede ser considerado un primer paso para hacerse con el control de una zona más amplia que, quizás, alcanzaría la inmensa totalidad de Pakistán, un Estado nuclear.

5-III-09, Alberto Priego Moreno, lavanguardia