Pakistan, el determinant camp de joc entre terror i llibertats

El cricket es el deporte rey en el Subcontinente Indio y muy popular en otras ex colonias británicas. Sri Lanka tiene, desde mediados de los noventa, uno de los mejores equipos. Tambiénes la primera selección que se atreve a jugar en Pakistán desde octubre del 2007. India debería haber emprendido un tour por Pakistán de enero a febrero, en una señal de distensión, pero los atentados de Bombay llevaron a suspenderlo. Sri Lanka fue el únicopaís dispuesto a sustituir a India, en una decisión más política que racional: Sri Lanka está en guerra y es susceptible de sufrir este mismo tipo de boicots. Este era el tercero de nueve encuentros previstos. Para el pakistaní medio, atenazado por la crisis económica y política, la amenaza terrorista y los apagones, el cricket es una válvula de escape inestimable. Pero la federación internacional decidió no celebrar en Pakistán el Trofeo de Campeones del 2009. Y lo que peligra ahora es que Pakistán sea subsede de la Copa del Mundo del 2011, junto a India y Bangladesh.

La selección de cricket de Sri Lanka entró ayer malherida y ensangrentada en el hermoso estadio Gadafi de Lahore. Acababa de sobrevivir a una ingeniosa emboscada terrorista que hirió a seis jugadores y a un técnico cingalés, además de once pakistaníes. Seis policías y dos civiles de la ciudad perdieron la vida.

El atentado todavía no ha sido reivindicado aunque la policía pakistaní ha denunciado "un ataque terrorista planificado" y ha señalado las similitudes con las sincronizadas acciones terroristas de Bombay en noviembre pasado. Las autoridades pakistaníes no descartan, pues, que sea obra de islamistas radicales, algunos vinculados a Al Qaeda. El ex jefe de inteligencia Hamid Gul y otras voces del país acusan sin embargo a India, porque "desearía que Pakistán sea declarado Estado terrorista". Desde julio del 2007 los islamistas radicales han causado más de 1.600 muertes en Pakistán. El atentado de ayer debilita al régimen de Islamabad, acusado a menudo de connivencia con el islamismo radical, e ilustra la absoluta falta de seguridad de un país fragmentado.

La coordinada acción terrorista, una de las más importantes contra el deporte desde los Juegos Olímpicos de 1972 en Munich, se inició poco antes de las nueve de la mañana. Unos doce terroristas enmascarados interceptaron el autocar de los deportistas, férreamente escoltado, a la altura de la plaza Libertad. El comando empleó lanzagranadas, granadas de mano, pistolas y fusiles de asalto en el intento de asesinar a los jugadores de Sri Lanka o quizás de secuestrarlos.

Aunque quisieron reventar los neumáticos del vehículo, el conductor logró acelerar hasta el estadio, a menos de un kilómetro, donde el equipo pakistaní los esperaba para un partido que no se celebraría. Aunque los jugadores - algunos de ellos estrellas mundiales-se echaron al suelo, durante horas reinó el pánico en el mundo del cricket, puesto que no se conocía el alcance de las heridas o si eran de bala, extremo finalmente negado.

De forma sorprendente, el comando terrorista, que se desplazaba en triciclos motorizados que no superan los 50 kilómetros por hora, logró enfrentarse durante unos veinte minutos a las fuerzas de élite que protegían el convoy cingalés y posteriormente escapar, sin sufrir bajas. El choque aterrorizó a un barrio acomodado de la más abierta de las ciudades pakistaníes. Poco después, la policía recuperaba tres kilos de explosivos y granadas y los artificieros desactivaban dos coches bomba en las inmediaciones. Se produjeron cuatro detenciones, pero está por ver si tienen relación con el ataque.

Pakistán y Sri Lanka son aliados y nada hacía temer un desenlace como el de ayer, en que el combinado cingalés tuvo que ser evacuado del estadio en helicópteros militares medicalizados. En los últimos días, la selección de Sri Lanka había pedido seguridad extra debido a la agitación política que recorre Lahore, capital del Punyab, después de que el Supremo inhabilitara al primer ministro del estado, Shahbaz Sharif, y a su hermano, el ex primer ministro Nawaz Sharif.

El presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, desde Nepal, tildó de "cobardes" a los que han atentado contra "unos emisarios de paz". Sin embargo, no ha atribuido la responsabilidad a nadie. Rajapaksa ordenó la cancelación de la gira y el regreso inmediato de la selección.

La guerrilla de los tigres tamiles (LTTE) que opera en Sri Lanka es otra pista, aunque muy débil. El Gobierno de Sri Lanka les ha reducido recientemente y, pese a la audacia del LTTE - que hace poco más de una semana lanzó dos avionetas suicidas contra Colombo-,no parece que tengan en Pakistán la infraestructura para un golpe como el de ayer.

4-III-09, J.J. Baños, lavanguardia