´Madrid 2016´, Toni Soler

Decimos que sí, que brindamos nuestro apoyo a Madrid 2016, pero lo hacemos para quedar bien y para que nos sigan comprando el cava. Y se nos ve el plumero, y no sólo a los de Esquerra, sino a todo el Govern, que ha sido el primero en apoyar el proyecto madrileño, con unas prisas y un fervor más que sospechoso. Por mí, encantado: Madrid me gusta y los madrileños me caen muy bien. Pero me viene a la cabeza un pasaje de las memorias de Maragall, en las que narra una conversación mantenida en Doñana, poco después de los Juegos de 1992. "Felipe González em va confessar que, segons les dades del secretari d´Estat d´Hisenda, Josep Borrell, l´únic any en què Barcelona i Madrid havien empatat en inversions estatals havia estat el 1991". Si todos los años excepto uno, y a pesar de la coartada olímpica, hemos estado por debajo de Madrid, ¿qué ocurrirá en el próximo decenio si la capital de España obtiene los Juegos? Habrá que pensarlo... Por no hablar del baño patriótico que nos inundaría desde el instante mismo de la nominación. Y la ceremonia inaugural (vete a saber si la dirigirá Boadella). Y las retransmisiones, especialmente si se encargan los chicos de Cuatro, con su estilo a lo legionario progre. Los Juegos Olímpicos, ya se sabe, son un motivo para la exaltación nacionalista, especialmente de los anfitriones (algo menos en Barcelona´92, donde lo catalán y lo español se limitaron recíprocamente). Y a la capital del reino, sinceramente, sólo le faltaría eso.

Así que, de momento, no me motiva mucho este horizonte para el 2016. Y no pienso fingir, porque lo siguiente sería alegrarme de que el Real Madrid gane la Champions, lo cual será constitucional, pero ahora mismo me resulta imposible. Al fin y al cabo, el único motivo por el que debería apoyar la candidatura madrileña, y no la de Chicago, por ejemplo, es que nací en el mismo Estado que Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Y, la verdad, no me parece suficiente.

8-II-09, Toni Soler, lavanguardia