´El peor presidente de la historia´, Manuel Castells

Esta es la última semana del reinado de George W. Bush, al que rechazan el 76% de los estadounidenses. Nunca un presidente dejó la Casa Blanca con un nivel de popularidad tan bajo (Nixon anduvo cerca, pero fue un caso de dimisión anticipada). El tema sería anecdótico si no fuese porque, además de deshonrarse, Bush ha llevado al mundo al borde del abismo, desencadenando guerras sin sentido, azuzando el terrorismo, radicalizando a los musulmanes, traicionando los ideales de democracia y derechos humanos y destruyendo la economía del país, con las consiguientes repercusiones en la economía mundial y, por tanto, respetado lector, en su empleo y su bolsillo. Y eso que Bush heredó una situación envidiable, con una hacienda pública saneada, gracias a la gestión de Clinton y al alto crecimiento económico de los noventa, impulsado por el aumento de la productividad en la nueva economía. Y aunque el reventón de la burbuja de las empresas puntocom redujo la euforia de los mercados, empleo y renta alcanzaron su mejor nivel en dos décadas. Cierto es que el desmadre financiero ya se había iniciado por los mercados financieros especulativos y la desregulación irresponsable de las instituciones financieras y las inversiones de capital desde tiempos anteriores. Pero la supervisión del gobierno sobre las finanzas desapareció prácticamente con Bush y su política económica se basó en un aumento desmesurado del gasto en defensa al tiempo que se reducían los ingresos mediante recortes de impuestos en beneficio del 5% más rico de la población y de las grandes corporaciones. Si tal descripción suena a cliché, es porque en realidad la gestión económica de Bush fue una caricatura del peor capitalismo. Y tal vez de los muchos entuertos que heredamos de Bush la pérdida de confianza en el sistema financiero es el que puede hacer más daño a un largo plazo.

¿Y qué decir de la provocación de guerras innecesarias como Iraq, la desastrosa gestión de lo que era una guerra necesaria como Afganistán, el fracaso en la captura de Bin Laden y la destrucción de Al Qaeda, la agudización de la hostilidad en el mundo musulmán, el agravamiento del conflicto entre Israel y Palestina e incluso la resurrección de un clima de guerra fría con Rusia?

Todo ello envuelto en mentiras y manipulaciones conscientes, según testimonios de colaboradores suyos como Scott McLeland y según los resultados de investigaciones sobre las maniobras de los hombres del presidente en los medios de comunicación. Y para colmo, la creación de un gulag occidental, de Guantánamo a las cárceles clandestinas sembradas en el planeta por misteriosos aviones que aterrizan y despegan con la connivencia de múltiples gobiernos. Y con las escenas de tortura de Abu Graib grabadas en nuestros ojos y la sospecha del terror en tantos otros lugares en nombre de la guerra contra el terror.

Claro está que Bush, como presidente de Estados Unidos, tuvo que reaccionar al bárbaro ataque terrorista del 11-S. Pero lo hizo todo al revés.

Atacó a Iraq, que no tenía nada que ver con el tema, y se enfangó en una guerra sin sentido que ha desestabilizado el país y la región por largo tiempo y en la que se han gastado 10.000 millones de dólares al mes, o sea, más que todo el paquete de rescate financiero del 2008. Lo hizo pretextando unas armas de destrucción masiva que nadie había visto. En cambio, descuidó Afganistán, de donde había salido el ataque, y donde ahora la situación está fuera de control. Y aunque Al Qaeda recibió golpes, ha incrementado su influencia y ha ampliado sus redes a base de grupos espontáneos que se forman por doquier, allí donde hay musulmanes agraviados. Es más, aún no se ha aclarado el misterio de por qué no capturaron a Bin Laden cuando lo tenían cercado en las cuevas de Tora Bora a principios de diciembre del 2001. ¿Por qué sólo enviaron a 200 soldados y subcontrataron la captura al caudillo guerrillero local, que, naturalmente, se vendió a Bin Laden y le ayudó a escapar? ¿Por qué no han matado aBin Laden cuando todo el mundo sabe en qué región está, por mucho que la zona sea difícil? ¿Por qué sigue la conexión entre los servicios de inteligencia pakistaní, los talibanes y posiblemente Bin Laden, a pesar del dineral que Bush le fue entregando a Musharraf? Existen numerosos informes publicados que documentan la increíble historia de la negligencia de Bush en la búsqueda de Bin Laden. La mayor parte lo achacan a incompetencia. Pero también hay quien se pregunta si realmente Bush quería esa captura o si le interesaba mantener vivo el símbolo de la amenaza terrorista para ganar la reelección por el miedo y acrecentar su poder en el mundo. Lo que más ha indignado en Estados Unidos es que después de todo esto no se arrepiente de nada e incluso rechazó en su última conferencia de prensa su fracaso en el socorro a los damnificados del huracán Katrina, el hecho que fue el detonante de su pérdida irreversible de credibilidad entre los ciudadanos.

Y pensar que todo empezó con una elección robada en el estado de Florida, gobernado por su hermano. Una elección irregular según el Tribunal Supremo de Florida y en cambio refrendada por el Tribunal Supremo por cinco votos contra cuatro, aun reconociendo la pertinencia del recuento que el propio tribunal interrumpió.

Por eso, aunque todavía haya fanáticos que le sigan hasta el fondo de la ignominia y tengan la osadía de calificar de "exotismo histórico" la elección de Obama, George W. Bush quedará como el peor presidente de la historia.

17-I-09, Manuel Castells, lavanguardia