´El eterno tranvía de Bacon´, Baltasar Porcel

Francis Bacon, el pragmático pensador británico que vivió en tiempos de Cervantes, creía que los españoles parecían más listos de lo que eran. Yo asentiría: hablando, dan el pego, picos de oro; actuando, suelen ir de Guatemala a Guatepeor. Díganlo los desastres que, de golpe, se han sucedido en Madrid: colapsada por la nevada y la torpeza gubernamental; y el inmenso caos de fallos registrado en el aeropuerto, que parece improvisado.

Sin que se tenga noticia de que algo parecido haya acontecido en una primera capital occidental. Además, los socialistas del mando se han cargado así a los más desgraciados y pobres que deben trasladarse. Con el PP protestando, sin recordar que sus desastres con el chapapote gallego fueron igual. Bacon tampoco distinguió entre ellos, su España era la eterna.

En la que aún priva engreída, como si se tratara del más honesto patrimonio, la herencia del Caudillo, que fue producto del saqueo, la adulación y el abuso, como ese pazo de Meirás, que los gallegos en el poder le regalaron ¡en 1938!, al igual que le habían dado la sangre de sus hijos, según peroraron lerdos al ofrecérselo. Obligando a los campesinos a vender tierras por casi nada y a los funcionarios a dejar parte de su sueldo como donación.

Bien, hoy unos gallegos desean que el pazo vaya al patrimonio local, pero a lo más que han llegado los tribunales es a exigir que la familia Franco abra el palacete unas horas de vez en cuando. Lo que la hija del dictador, una tal Carmen, se niega a obedecer. Y estando la finca aún a nombre de su madre, la famosa Collares, que se afirma que visitaba a los joyeros, escogía piezas y ni se atrevían a enviarle la factura.

¿Cómo el Gobierno no decreta que los echen a patadas del pazo? Más veloz ha ido aceptando que no se haga justicia a la memoria de unas víctimas de la Guerra Civil, podridas en la fosa. ¡Y qué tropa, la de este país, que permite que el franquismo aún pulule, más listo en su tumba que quienes la pintan en Madrid! Incluidos los Carrillo-Pasionaria, el país es un tranvía. Si en Santander sólo ayer sacaron la estatua ecuestre del Caudillo, entre aplausos de mansos y fascistas.

Por cierto que el pazo es falso, como Bendinat en Palma y los modernistas catalanes, fantasiosos castillos todos a veces aplastando antiguos predios, entre finales del XIX y principios del XX. Meirás fue montado por Emilia Pardo Bazán, fondona e inquieta escritora naturalista, amén de lasciva amante del garbancero Pérez Galdós. Y contra la que tronaron, y la marginaron, los ingenios masculinos de la época.

Empezando por Clarín. Quien con La Regenta elaboró acaso la mejor novela española de siempre, progre y de exaltado y justo feminismo. Pero en la vida real, el tipejo no paró de insultar a doña Emilia. Sí, gran vigencia la de Bacon.

14-I-09, Baltasar porcel, lavanguardia