Hadijatou Mani, (ex) esclava

La esclava nigerina que logró su libertad y espera recibir una indemnización del Gobierno de Níger, Hadijatou Mani, ha expresado hoy su confianza en que su lucha sirva a otras mujeres para huir de la esclavitud, una práctica que afecta a más de 43.000 mujeres en su país. Mani, de 24 años, quien se encuentra en Madrid para recoger uno de los premios de Derechos Humanos que concede el Consejo General de la Abogacía, ha narrado su historia: desde que fue vendida con 12 años hasta que hace dos meses ganó una demanda contra el Estado de Níger por no aplicar las leyes que prohíben la esclavitud, tradicional en el Sahel.

"Si he resistido y capeado todos los temporales no ha sido sólo por mí y por mis hijos, también por las miles de mujeres que están en esta situación, para que tengan valor y peleen por su libertad", ha afirmado Mani, acompañada de Weila Ilguilas, presidente de la asociación Timidria de Derechos Humanos, una organización nigeriana que lucha por erradicar la esclavitud y anima a las mujeres a liberarse. Ilguilas ha traducido para los periodistas las palabras de Mani del haoussa, el dialecto tuareg que habla la joven.

Hija de una mujer esclava, Mani fue vendida por un amigo del amo de su madre cuando tenía unos 12 años a un terrateniente, El Hadj Souleymane Naroua, quien pagó unos 450 euros por hacerla su quinta mujer, un eufemismo por el que se conoce a las esclavas. Lo cierto es que el amo tenía cuatro mujeres legales y otras siete esclavas que, como Mani, estaban obligadas a trabajar en la casa y en el campo sin sueldo. Cuando la joven tenía unos 13 años, se convirtió en esclava sexual de Souleymane, con quien tuvo tres hijos, dos de los cuales viven: un niño de ocho años y medio y una niña de siete.

En 2003, Níger y otros países de la zona abolieron la práctica de la esclavitud, pero no fue hasta 2005 cuando la asociación Timidria convenció al amo de Mani de que firmara los documentos de manumisión por ella y otras dos jóvenes. Poco después, Souleymane se retractó y denunció a Mani por abandono del hogar, cargo del que un juez local absolvió a la joven, quien acto seguido contrajo matrimonio con un hombre de su elección. Souleymane entonces la acusó de bigamia, siendo hallada culpable y condenada a seis meses de cárcel.

Aconsejada por la asociación Timidria y la ONG británica Anti-Esclavitud Internacional, Mani llevó su caso ante el Tribunal de la Comunidad Económica de los Estados Africanos Occidentales (CEDEAO), que declaró al Estado de Níger culpable de no aplicar las leyes y proteger a Mani de la esclavitud. Ahora, la joven espera que el Gobierno nigerino le pague la indemnización de 17.000 euros a que ha sido condenado por el tribunal internacional.

"Quiero hacerme una casa donde vivir con mis hijos y comprar unas tierras y unos animales para comenzar una vida mejor y más segura", ha afirmado Mani, quien además de los dos hijos de Souleymane, cuya custodia quiere reclamar, tiene una niña de un año nacida al mes de salir de la cárcel, en septiembre de 2007.

El presidente de Timidria no ha sabido calcular el número de mujeres que se encuentran en estado de esclavitud en Níger, aunque la ONG británica las cifra en unas 43.000. Mauritania, Burkina-Faso y Nigeria son otros de los países en los que esta práctica aún se mantiene y donde proliferan los poblados habitados sólo por mujeres huidas de sus amos y que malviven con el estigma social de haber sido esclavas, ha explicado Ilguilas. "Queremos llamar la atención de España y de Europa sobre esta práctica horrible para que nos apoyen y nos ayuden a combatirla", ha subrayado el presidente de Timidria, organización que no sólo apoya legalmente a estas mujeres, sino que las ayuda para su reinserción en la sociedad y la construcción de una nueva vida.

11-XII-08, efe, elpais

Hadijatou Mani toma asiento sin soltar a su hija, una niña de 14 meses que te clava la mirada igual que su madre. Estamos en el restaurante Al Natural, al lado del Congreso de los Diputados. Lo hemos elegido porque es vegetariano y está cerca de su hotel. Sin más.

El domingo pasado Hadijatou salió por primera vez de su poblado y lleva el asombro escrito en el rostro desde que se subió al avión, que le sorprendió por sus dimensiones: desde el suelo parecen del tamaño de un pájaro. "Es como un sueño. Aquí todo es bonito", dice traductor mediante. "Hasta el suelo". Y enseguida vienen a la cabeza los caminos sin asfaltar y sin alcantarillado de África.

La humildad de Hadijatou, el salto cultural, el abismo que por desgracia nos separa no debe distraernos de quién tenemos delante: la primera persona que ha llevado a Níger, su país, ante los tribunales por haber permitido que fuera una esclava sexual durante 12 años. Y ha ganado, logrando una sentencia histórica. El primer paso para cambiar las vidas de miles de esclavos de la zona (unos 43.000). Por eso, el Consejo General de la Abogacía Española le ha otorgado un premio que ha venido a recoger. Pero el galardón es lo de menos. Lo importante es que le pongamos cara. Hadijatou sólo puso una condición para aceptar la invitación: que la acompañara Wëila Ilguilas, presidente de la Asociación Timidria, una de las ONG (junto a Antislavery International) que la ha apoyado en el proceso. Wëila hace de papá y de traductor francés-hausa.

Hadijatou tenía 12 años cuando el amo de su madre, también esclava, la vendió por 320 euros al terrateniente El Hadj Souleymane Naroua. Durante años fue golpeada, obligada a trabajar y violada (tuvo tres hijos de su amo de los que viven dos que aún siguen bajo su tutela). En 2003, Níger endureció las leyes contra la esclavitud y Timidria presionó a Naroua, que tenía ocho esclavas. Éste firmó a regañadientes la liberación de Hadijatou y otras dos, que pasaron a convertirse en sus esposas "legales", pero no las informó. Cuando lo supo, Hadijatou huyó y le denunció. Pasado el tiempo se casó con un hombre de su elección (el padre de la niña que lleva en brazos), y Naroua la acusó de bígama. Los tribunales de Níger le dieron la razón al esclavista: Hadijatou pasó dos meses en prisión. "Fue muy valiente", dice Wëila. "La mayoría habría abandonado, pero ella se hizo más fuerte".

A Hadijatou, una belleza de 25 años, hay dos cosas que no le gustan de España: el clima y la comida. En el restaurante no hace frío, pero no se desprende ni loca del abrigo que le han comprado (apenas traía ropa). Come lo mismo que Wëila pero no hay suerte. No le gustan ni la crema de puerros ni la parrillada de verduras. Hadijatou y su hija sólo toman pellizquitos de pan y zumo de naranja. Los camareros, apurados, traen arroz. Nada. Dos cucharadas.

El 28 de octubre, el Tribunal de la ECOWAS, la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental, condenó a Níger por no cumplir su legislación en contra de la esclavitud. El país no protegió a Hadijatou y deberá indemnizarla con 15.000 euros. Ella no se siente una heroína: "Recurrí a ECOWAS porque no podía confiar en mi país. Espero que mi lucha ayude a que todas las mujeres sean liberadas de la esclavitud". Tan llano y tan terrible.

11-XII-08, Carmen Pérez-Lanzac, elpais