ŽDe la brigada PomorskaŽ, Enric Juliana

La brigada Pomorska fue la heroína de la última gran carga a caballo de la historia militar. En septiembre de 1939, cuando los Panzer alemanes invadieron Polonia, se encontraron de frente a una brava y quijotesca caballería. Sables contra tanques. Cascos y lanzas contra la Wermacht imparable. La brigada Pomorska fue la más valiente. Y en pocas horas resultó aniquilada.

Es una historia romántica. Lo viejo contra lo nuevo, el jinete contra la máquina, el arrojo contra la potencia. Es una bella historia que admite matices. Parece que fue un poco exagerada por los propios generales alemanes, deseosos de dar un tinte épico a la blitzkrieg y muy poco atentos al furor alemán en las acerías del Ruhr y del Rin-,retrasaban los cambios todo lo que podían. Así pereció la brigada Pomorska.

Hace cosa de dos años, la caballería polaca ofrecía una sugerente metáfora del primer gobierno tripartito de Catalunya. Las fuerzas políticas y económicas catalanas lanzadas al galope para modificar la arquitectura política española (nuevo Estatut), el reparto territorial de la caja común (nueva financiación) y los arrogantes dominios de la oligarquía madrileña (opa de Gas Natural sobre Endesa), sin mesurar bien la envergadura de los objetivos y la potencia de las fuerzas adversas. La estampa era pertinente. Polonia siempre da de sí.

Media legislatura después - muy poco tiempo en términos históricos, una eternidad en el plasma mediático-,hay novedades sobre la brigada Pomorska. Mejor dicho, sobre algunas de las unidades blindadas que frenaron, e incluso ridiculizaron, el mal calculado envite de los catalanes. Veamos, dos años después, cómo está el campo de batalla.

El Tribunal Constitucional se prepara para dictar una sentencia interpretativa del Estatut, que cercenará algunos artículos importantes (la bilateralidad, especialmente) y evitará una sangría en lo simbólico. Dolerá, pero no se levantarán barricadas en el paseo de Gràcia. El Gobierno se apresta a echar mano del déficit público - ja no ve d´un pam,ha aprendido a decir Rodríguez Zapatero en la intimidad-,para improvisar una fórmula financiera que gustará a los andaluces (de eso se trata) y dará medio respiro, sólo medio respiro, a José Montilla. Y el Gran Madrid está en apuros. En serios apuros.

La crisis golpea con mucha más dureza de lo que podía preverse los engranajes del proceso de acumulación de capital que puso en marcha José María Aznar con la total privatización de las empresas públicas y la liberalización de la ley del Suelo. Las unidades blindadas del aznarato con más empuje - las compañías constructoras-están que echan humo, y algunas yacen despanzurradas en el erial manchego.

Con deudas hasta las cejas en el Ayuntamiento y en la comunidad, el Gran Madrid vive tensiones inéditas. El palco del Bernabeu, la mayor lonja de contratación de España durante años, ya no es capaz de absorber y reconducir el abrupto desbarajuste. Por ello, Miguel Boyer, el liberal Boyer, dice ahora que fue un error la total privatización de Repsol y sugiere el retorno del Estado. O el Estado, o los rusos. Lo de la caballería polaca es una broma comparado con el boquete que la quiebra de Sacyr podría abrir en el Banco de Santander y en Caja Madrid.

¿Y la brigada Pomorska? Repaso la libreta de notas: Jordi Pujol, preocupado, en Madrid, por los intentos de presentar a Artur Mas como un radical; Joan Puigcercós, también en Madrid, distinguiendo, suavemente, entre "urgencias y necesidades"; Montilla, prudente como siempre; Duran, soñando grandes pactos de Estado; Mas, viajando a la capital sin que siempre lo sepan los periódicos, y Carod, abogando en Barcelona por el fin del "antiespañolismo". ¡Caray con los oficiales polacos!

30-XI-08, Enric Juliana, lavanguardia