no, no és corrupció, és un saqueig, un saqueig sistemàtic, sistèmic

Lo sucedido en Emarsa de Valencia, sociedad que gestionaba la mayor depuradora de aguas de la provincia, es uno de los mejores ejemplos de cómo un grupo de personas, la mayoría ligadas al PP, pudieron saquear una empresa pública. Los hechos, ocurridos entre el 2004 y el 2010, descubren todo tipo de prácticas corruptas: presunto robo, saqueo, despilfarro, gastos en hoteles y viajes de lujo, compra de fastuosos artículos e incluso contratación de “traductoras rumanas” que nadie duda que eran prostitutas a cargo de la empresa.

En la Audiencia Provincial de Valencia se inició ayer el juicio para clarificar todo lo sucedido en una empresa instrumental impulsada a finales de los años noventa por el Ayuntamiento de València, que presidía Rita Barberá, y por otros 17 municipios controlados por el PP. En el año 2010 el PP decidió disolverla, y se descubrió un agujero de casi 23 millones de euros; aunque otras fuentes apuntan a que el saqueo pudo haber alcanzado los 30 millones de euros.

En total, serán juzgadas 25 personas, entre ellas Enrique Crespo, expresidente de la sociedad, exalcalde de Manises y exvicepresidente de la Diputación de Valencia, que presidía Alfonso Rus. Están acusados de los presuntos delitos de malversación de caudales públicos, prevaricación, cohecho, falsedad documental y blanqueo de capitales.

La orgía de despilfarro de Emarsa, cuya depuradora está ubicada en la pedanía valenciana de Pinedo, comenzó a conocerse tras la disolución. En esas fechas, los gestores de la firma solicitaron el concurso de acreedores debido a la insostenible situación patrimonial de la sociedad, con un desfase de 17 millones de euros. Aquella situación llevó a la alcaldesa Barberá a subir la tasa que pagaban los valencianos por los servicios de agua en un 35%.

A partir de ese momento comenzó a descubrirse la trama de corrupción que había derrumbado la empresa pública. Los directivos se ponían sueldos estratosféricos y no había control del gasto. Un ejemplo: Esteban Cuesta, un enfermero y alcalde pedáneo del PP que llegó a ser gerente de la depuradora, se puso un salario de 80.000 euros al año. Se compraban artículos de lujo como joyas, se pagaban comidas en restaurantes de tres estrellas Michelin, se compraban accesorios para automóviles particulares y muchos cobraban, sencillamente, por no hacer nada. Se llegó a confirmar que se pagaron viajes y hoteles a “traductoras rumanas” traídas especialmente para ofrecer ser­vicios a los directivos de la firma valenciana.

Los jefes y jefas de Emarsa eran capaces de gastarse 100.000 euros en marisquerías en un año o de hospedarse en hoteles de cinco estrellas de París, Nueva York o Johannesburgo. Otro ejemplo: Emarsa compró en menos de un año 164 teclados, 149 ratones o 141 licencias antivirus cuando sólo tenía 32 puestos de trabajo informatizados. Más ejemplos: Cuesta reconoció ante el instructor que varios altos cargos, todos del PP, sólo acudían una vez al mes a ­cobrar.

Pero el despilfarro era sólo una parte de la actividad de la trama, que, según la instrucción, operó presuntamente con el pago de suministros falsos o con la compra de servicios por hasta diez veces su valor real. La lista de delitos investigados es enorme, y no son pocos los testimonios de los acusados que han apuntado a que parte de lo saqueado fue a parar a las arcas del PP para financiar campañas electorales. Pero el ­juicio se centra sólo en clarificar uno de los mayores escándalos de ­corrupción de una empresa gestionada por el PP valenciano.

3-V-17, S. Enguix, lavanguardia