Síria, nus regional

El efecto secundario más llamativo de la crisis siria es la morigeración de Hamas: estos palestinos radicales, que habían hecho de la lucha armada contra el Estado judío el eje de su política, apuestan ahora por la moderación y hablan de que "existen también otros medios, además de las armas, para enfrentarse a Israel".

Hamas y, en general, toda la resistencia palestina han vivido principalmente de las ayudas financieras y militares iraníes que les llegaba ante todo a través de la vecina Siria. Ahora, con un Gobierno de Ahmadineyad en Teherán cogido entre el yunque del creciente descontento nacional y la política de sanciones económicas impuestas por los occidentales a causa del programa nuclear iraní, esta ayuda mengua por partida doble: Irán envía menos y la logística siria está al borde del colapso.

Por si esto no fuera motivo más que suficiente para que Hamas se replantease sus relaciones inmediatas con Israel, la presión política de las principales naciones islámicas también empujaba hacia una política pragmática. Gran parte del mundo islámico - y en especial, el más rico-contemplaba con inquietud la agresividad y el maximalismo político de Hamas. Su conducta encajaba mal con los intereses de estados afines a Washington - como Arabia Saudí, Egipto, Kuwait, los Emiratos, etcétera-y a la larga constituía un factor desestabilizador para toda la comunidad musulmana.

Y aunque para el mundo árabe Turquía es tradicionalmente un malquisto hermano de fe, los indiscutibles éxitos políticos y económicos del islamismo moderado del AKP y el primer ministro Erdogan también abogan poderosamente por la adopción de una vía pragmática en la confrontación de los palestinos con el mundo occidental e Israel.

Así que entre unas cosas y otras, los dirigentes de Hamas han optado por renunciar ya a la baza siria. La plana mayor de su directiva, afincada hasta hace tres semanas en Damasco, ha abandonado la capital siria. Y la pérdida del gran apoyo sirio-iraní ha determinado que el enfrentamiento interno palestino (Hamas-Al Fatah) haya sido sustituido ahora por una sorprendente aproximación de enfoques. Recientemente, dirigentes de ambas organizaciones coincidían en señalar que en Cisjordania no es previsible ni recomendable una primavera árabe como las desarrolladas en Túnez o Egipto.

Naturalmente, la agonía política de El Asad y los crecientes problemas de Ahmadineyad han obligado a Hamas a optar por un enfrentamiento más suave a Israel, pero ni le han apeado de su nacionalismo rabioso ni de su odio profundo al Estado judío; si las circunstancias cambiasen, Hamas volvería seguramente a su radicalismo primigenio. Pero en estos momentos el giro político del gobierno de la Franja de Gaza significa un paso adelante hacia la convivencia en el Oriente Próximo.

13-II-12, V. Popescu, lavanguardia