“Cal ser impopulars per a no ser anti-populars”, Emma Bonino

Emma Bonino: “En Europa hemos vivido totalmente borrachos de éxito”Es una de las voces más representativas del liberalismo italiano del siglo XX. Lleva a sus espaldas una larguísima trayectoria al frente de las principales instituciones de Europa e Italia. Su voz, además, ha estado a la vanguardia en luchas contra la violencia, los prejuicios o a favor de la justicia sin fronteras que dieron lugar a –entre otras– la siempre polémica Corte Penal Internacional.

Emma Bonino (Bra, 1948) habla sin titubear, directa y enérgica. Sabedora de los complejos pasillos que guían cada paso en política y de la dificultad de ver realizado cualquier cambio, reclama un realismo que choca con la realidad; una Europa que sea europea; un populismo que sea impopular.

Y se indigna. Mucho. “Dos de las más antiguas y grandes democracias europeas alzan un muro para defenderse de miles de desesperados”. La ex comisaria europea y ex ministra italiana no cabe en su asombro.

Entre tanto el Brexit es apenas un detalle. Ella se reclama federalista y niega las medias tintas: se trata de avanzar, dice, o retroceder. “Veremos”, concluye.

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Cuando la crisis del euro usted pedía reforzar la Unión Europea. Ahora tenemos el Brexit. ¿Qué significa?

Aparte de un Brexit del que no se sabe cómo se hará, cuánto tiempo llevará o cuál será la solución final, lo que me preocupa es que cada día hay noticias negativas sobre Europa. El Brexit… Me preocupa mucho más el muro en Calais. Lo encuentro una cosa impensable: dos de las más antiguas y grandes democracias europeas alzan un muro para defenderse de miles de desesperados. Increíble. Y el día después está el referéndum de Orbán, las elecciones en Holanda… Europa está, de verdad, ante el riesgo de disgregarse. Hay dos crisis que se suceden y se retroalimentan, la económica, y la de valores, detonada por los refugiados, los inmigrantes, etc. Ante ellos hemos pasado por encima del estado de derecho, de las convenciones internacionales y de muchos otros acuerdos. Por eso estoy preocupada. Todas las señales que llegan son negativas y un refuerzo para los populismos, racismos, cerrazones, muros…

Se autodefine europeísta y federalista, y también habla sobre la necesaria nueva narrativa para que la UE vaya adelante. ¿Qué podemos hacer? ¿Comenzar de cero? ¿Cambiar Europa?

Se debe comenzar por decir la verdad a nuestros ciudadanos, por ejemplo sobre la inmigración. Hace falta decir que no es una cuestión de derechos, sino también de intereses, porque el declive demográfico de muchos de los países europeos hace que lo ne-ce-si-te-mos. Y entiendo que hoy es una posición impopular, pero si la leadership política no tiene coraje y sólo recorremos a la rabia de los ciudadanos, finalmente nos haremos daño. La UE es una gran incompleta y está en medio del río ante dos corrientes. Una dice: “Vayamos adelante con una integración diversa”. La otra responde: “Volvamos atrás, a los Estados-nación, a los nacionalismos”. Y este es el debate que deberemos afrontar en Europa.

¿Europa es aún un proyecto de futuro?

Tal y como está no funciona. Es evidente. El tratado de Lisboa se hizo casi en otra época histórica, y desde entonces han cambiado muchísimas cosas. Le repito, Europa debe decidirse. O debe ir hacia una mayor integración de la política exterior, de la política de defensa, de la política económica, en integración e inmigración, o sino será el retorno a los Estados-nación, que son, cada uno por sí solo, completamente inadecuados para afrontar los desafíos de nuestros tiempos: el terrorismo, la seguridad, pero también las relaciones económicas y comerciales, etc.

Este quizá sea un discurso fácil de hacer en España o Italia, países medianos, pero más difícil de defender en Francia o Alemania.

Tenga también en cuenta que el clima electoral –como en España bien saben– no ayuda de ninguna manera. Es evidente. Pero no es verdad que sea todo igual, o que la opinión pública no sea estimulable. Cierto, si no la estimulamos y seguimos a los distintos populismos, seguro que no lo logramos.

En una ocasión dijo: “Hace falta ser impopulares para no ser anti-populares”. ¿Qué significado puede tener en el contexto europeo actual?

Significa que de frente a la tendencia de los muros se necesita tener el coraje para ser impopular y decir: “Mirad, no se resuelve nada con muros. Es más, cuando cayó el último, en 1989, dijimos ‘nunca más’, y ahora están por todas partes, incluso entre Calais e Inglaterra y para mantener fuera a diez mil desesperados. A los ricos todos les atienden; musulmanes o no musulmanes, les ponen la alfombra roja.

Usted ha sido ministra de Exteriores, de Políticas Europeas, de Comercio Internacional en Italia. También comisaria europea. Ahora que la Unión a veces se asemeja a una ‘Europa a la carta’, ¿qué se puede hacer?

No hay una fórmula mágica. Pienso que cada uno de nosotros, en aquello que pueda, debe llevar a la gente a razonar. No es que haya una solución jurídica que se pueda aplicar mañana a la mañana. La que más se analiza es la Europa a dos velocidades. Y puede que haga falta llegar allí. No sé decirle. Pero a mí lo que me interesa es que cada uno de nosotros hable a los ciudadanos de qué es Europa y qué milagro ha sido. Hace 70 años –y 70 años en términos históricos es nada, aunque los jóvenes no lo recuerden–, éramos el continente más destruido del mundo. Gracias al proyecto europeo nos hemos vuelto el continente más rico. Y no sólo desde el punto de vista financiero, sino también social, en esperanza de vida, alfabetización, etc. Los jóvenes no lo recuerdan, y nosotros no se lo recordamos. Quien tenga responsabilidad de gobierno, que haga o encuentre la fórmula jurídica.

Gianni Vattimo decía lo contrario: Europa tiene un problema de democracia, y como no se puede reformar, se debe abatir.

Yo opino completamente lo contrario. Entiendo muy bien que hay un problema de accountability democrático, que reside en el hecho de que no hemos avanzado en el proyecto europeo. Nos hemos quedado en el euro, y éste ha sido un éxito tal en sus primeros diez años que ninguno pensó en realizar las demás cuestiones que eran necesarias, cuando no se ha visto nunca en el mundo una moneda común sin una política económica común, sin un tesoro, sin un banco de último recurso. Nosotros nos quedamos en la moneda común, y cuando llegó la primera crisis nos dimos cuenta de que no teníamos los instrumentos de gobierno adecuados. O nos reunimos o cada uno va por su lado. Y si cada uno va por su lado, sinceramente, suerte.

Hay quien critica que Europa es sólo economía.

Está bien, vayamos adelante y hagamos el resto. ¿Cuál es el problema? Yo soy federalista.

¿Se podría decir que la eurozona es el futuro de Europa?

No lo creo. Puede ser que lleve a una mayor integración. Ciertamente es un grupo de Estados que han encontrado la forma de tener una moneda común. Por diez años ha sido un éxito formidable, pero cuando ha llegado la crisis nos hemos dado cuenta de que a Europa le faltaba el sombrero, porque habíamos vivido totalmente borrachos de éxito y nos olvidamos de completarla. Después de todo, falta la parte política, el discurso de ir adelante; la democratización.

Quizá se deba esperar a que la ‘generación Erasmus’ llegue a puestos de gobierno y de decisión.

No, debemos empezar desde ya a hablar a nuestros ciudadanos sobre qué significa volver atrás a nivel nacional.

, Barcelona, 03/10/2016 00:05 | Actualizado a 03/10/2016 08:42 elpais

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