conflictes amb les fronteres terrestres d’Índia i Xina

Es evidente para cualquier observador del mundo actual que nos rodea que China e India se han convertido en pocos años en grandes potencias globales. Sus grandes territorios, poblaciones y economías nos dan una idea del peso específico que estos dos países han alcanzado en la escena global. Recordemos que entre los dos suman un total de 2.581.216.800 habitantes que deben ser tomados en cuenta. Además, estos dos gigantes no comparten sólo grandes cifras, sino que también, como se ha podido apreciar en estos primeros años del siglo XXI, confluyen en muchas cuestiones y visiones sobre la realidad internacional. Fácil es de recordar cómo ambos países mantienen frentes comunes en las distintas cumbres climáticas, en cuestiones como la reforma en el sistema de Naciones Unidas para dar más peso a los países emergentes o las críticas que realizan a las instituciones financieras occidentales (Fondo Monetario Internacional o Banco Mundial), llegando a crear el año pasado junto con Rusia, Brasil y Sudáfrica un banco de desarrollo alternativo al Banco Mundial.

Del plano multilateral al plano bilateral

Sin embargo, todo este entendimiento en el plano digamos multilateral tiene más caras y matices en las relaciones bilaterales entre estos dos gigantes. Bien es cierto que los intercambios económicos entre los dos países no han hecho más que crecer desde el inicio del siglo XXI (pasando de 3.000 millones de dólares en el año 2000 a 73.900 millones de dólares en el año 2011). Pero también es igual de evidente que todas las relaciones entre estos dos países no han sido igual de fructíferas que la económica. Por ejemplo, en el plano geopolítico los dos grandes gigantes asiáticos, con permiso de Rusia, han visto cómo algunos de sus grandes proyectos regionales se encontraban con el recelo o la oposición del otro. Destacable aquí es la lucha estratégica que China e India han iniciado por el control del océano Índico. Sintiéndose por un lado Nueva Delhi cada vez más encerrada en el que siempre ha considerado su mar por la construcción de distintos puertos chinos hasta el estrecho de Ormuz, el llamado ¨collar de perlas¨, como se conoce a estos puertos, consistente en distintos puntos de repostaje chinos que le permitan asegurar la llegada segura de las materias primas desde África y Oriente Medio hasta sus sedientas fábricas. Y sintiendo por otro lado China la certeza de que la India tiene la capacidad de bloquear el acceso al mar de China en cualquier momento, viéndose esta teoría corroborada por la base militar-naval que la India mantiene en el archipiélago de las islas Andamán. Por último, también se podría añadir aquí el hecho del malestar que genera entre las elites indias el apoyo incondicional que China ofrece a Pakistán, habiendo firmado Pekín con este distintos acuerdos de colaboración militar.

ARTÍCULO RELACIONADO: El collar de perlas de China: Geopolítica en el Índico (Fernando Arancón, Marzo 2014

Por tanto vemos cómo en la región la situación se podría considerar una calma tensa, una calma que además de estos conflictos en el océano Índico alberga otras tensiones que no suelen estar tan en el foco de los medios de comunicación occidentales. Nos estamos refiriendo a las disputas territoriales que mantienen India y China a lo largo de sus más de 3000 kilómetros de frontera.

Askai Chin y Arunachal Pradesh, puntos de tensión

Hay que tener en cuenta que tradicionalmente la gran cordillera del Himalaya ha mantenido separados a estos dos grandes poderes, haciendo muy difícil que uno avanzara sobre el otro. No obstante, el cambio tecnológico fue llegando a los dos países, y cómo no, este desarrollo tecnológico también influyó en sus ejércitos, poniendo al alcance nuevas posibilidades para los mismos y empequeñeciendo así la hasta ahora gran barrera natural que siempre había sido el Himalaya. No olvidemos que en la actualidad la mayor parte de la India se encontraría bajo el alcance de la potencia de fuego de la Segunda Fuerza de la Artillería China – la que posee los misiles balísticos y las cabezas nucleares del ejército chino – o que según estimaciones del estado mayor chino, sus fuerzas blindadas (siendo siempre optimistas) podrían alcanzar Nueva Delhi en unas 24 horas. Tampoco podemos dejar de señalar que la India no se ha quedado atrás en esta carrera y en los últimos años han ido probando distintos misiles balísticos con cada vez más alcance, ejemplo perfecto de ello son los últimos modelos probados por las fuerzas armadas indias como el Agni V y Agni VI. O cómo simplemente la India ha ido aumentando su presupuesto militar hasta casi suponer este un 2% de su Producto Interior Bruto.

Pero distanciándonos un poco de esta situación general cabe preguntarse cuáles son exactamente las disputas que mantienen estos dos estados en sus fronteras. ¿Qué territorios son los que principalmente enfrentan a estos dos grandes gigantes?

El gran primer territorio en disputa podríamos decir que es la región de Askai Chin. Esta se encuentra en el extremo noroccidental de la India, siendo un punto de encuentro de las fronteras de India, China y Pakistán. La región cuenta aproximadamente con unos 37.000 kilómetros cuadrados aunque a pesar de este tamaño está prácticamente deshabitada, el mayor pueblo de la misma es Tianshuihai con unos 1600 habitantes, y es una región prácticamente carente de recursos naturales de interés. Entonces si esta región es tan pobre y aparentemente tiene tan poco interés económico ¿Por qué esta disputa tan prolongada entre los dos países?

Captura de pantalla 2014-06-29 a la(s) 15.59.24

Al igual que muchas otras luchas en la región esta tiene sus primeras raíces en el periodo colonial británico de la India, cuando los administradores británicos no delimitaron correctamente la frontera entre la joya de su corona y China. Hubo dos diseños de la frontera. Uno la llamada línea Jhonson que colocaba la zona bajo control indio y otro la llamada línea MacDonald que colocaba la zona bajo control chino. Tras la independencia la cuestión siguió sin resolverse, aunque fue Pekín en los 50 quien tomó el control efectivo de la zona, ya que la región en ese momento le era útil al gobierno chino para comunicar la región de Xinjiang y el Tibet mediante carretera. Para China en esos momentos era fundamental asegurar su control sobre esas dos regiones. La construcción de la que se conocería como carretera 219 hizo que el gobierno indio elevara sus reivindicaciones, aunque la cuestión quedo de facto enquistada tras la guerra que enfrento a ambas naciones en 1962, siendo además la región definitivamente ocupada militarmente por China durante el conflicto. Con el paso de los años podemos decir que las tensiones se fueran calmando y el aumento del comercio entre los países hizo poco a poco que la cuestión de Askai Chin fuera cayendo en un segundo plano. Sin embargo, China nunca se mostró realmente dispuesta a retirarse de la región. Primero teniendo en cuenta que las buenas relaciones con su vecino podían no ser para siempre y que manteniendo posiciones militares en esta región se aseguraba, llegado el momento, poder realizar un ataque rápido hacia la capital india que le permitiera doblegar a su adversario. Y segundo, y en los últimos años más importante cuestión, el gobierno chino es consciente de que falto de mecanismos democráticos la verdadera legitimidad de cara a su pueblo bebe de poder generar ritmos constantes de crecimiento. Ritmos que exigen un constante flujo de materias primas hacia sus fábricas, los cuales no pueden verse bajo ningún concepto amenazados. Con las últimas tensiones en el Pacifico y en el Indico, China se ha visto obligada a buscar rutas alternativas de suministro entrando de nuevo en juego la región de Askai Chin. Gracias a esto, mantener una fuerte presencia militar en la misma puede servirle entre otros medios como garantía de influencia para conseguir un Pakistán lo más estable posible a través del cual hacer llegar distintas materias primas que necesita. Recordemos que proyectos como la construcción del puerto de Gwadar (al sur de Pakistan) o la renovación e incremento de todas las posiciones militares chinas durante el 2008 en Askai Chin forman parte de esta estrategia.

ARTÍCULO RELACIONADO: Geopolítica en el Mar de China (Fernando Arancón y Adrián Albiac, Julio 2013)

El gran segundo territorio en disputa que enfrenta a estos dos colosos asiáticos es la conocida como región de Arunachal Pradesh. Esta se encuentra en la parte más oriental de la India y con una extensión de 87. 743 kilómetros cuadrados limita al este con Birmania y con Bután al oeste. A diferencia de Askai Chin Arunachal Pradesh está poblada por más de un millón de habitantes, siendo estos en su mayor parte de origen tibetano. Con estos datos en cuenta cabe ahora preguntarse por qué China reclama esta región como suya a la India.

Captura de pantalla 2014-06-29 a la(s) 15.59.13

Para encontrar la respuesta al igual que en el caso de Askai Chin tenemos que acudir primero a la historia. Concretamente a los años 1913 y 1914 cuando el administrador británico del territorio Sir Henry McMahon acordó el trazado regular de la frontera con el recién creado estado del Tíbet, que recordemos en ese mismo momento se independizaba de China. Sin embargo, con el paso del tiempo y sobre todo tras la ocupación militar del Tíbet, China alegó que no reconocía las fronteras firmadas con los británicos, ya que tampoco reconocía que los tibetanos hubieran tenido legitimidad para acordarlas en su momento. La cuestión empeoró durante la guerra chino-india de 1962, cuando los chinos llegaron de facto a ocupar el territorio aunque finalmente se replegarían tras las fronteras ya establecidas.

China desde entonces nunca ha dejado de revindicar la pertenencia de la región al estado chino, y aunque las tensiones entre la India y China se han reducido enormemente, el Imperio del Medio cada cierto tiempo pone la cuestión sobre la mesa. Enormemente explicativo fue cómo en el año 2009 China intentó bloquear un préstamo de 2.900 millones de dólares del Banco Asiático de Desarrollo a India sólo porque 60 millones del mismo iban dirigidos a Arunachal Pradesh, lugar que Pekín sigue calificando como Tíbet del Sur y al que no renuncia a pesar de las distintas coyunturas que puedan marcar su relación con la India.