"Egipto: ¿connivencia o choque?", Yezid Sayigh

La muerte totalmente evitable de alrededor de ochenta aficionados al fútbol egipcios en un estadio en Port Said a finales de enero provocó una ola de teorías de la conspiración según las cuales la policía egipcia, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) al mando del país e incluso el presidente estadounidense, Barack Obama, y la CIA han sido acusados de violencia planificada. El jefe del Consejo, el mariscal Mohamed Husein Tantaui, puso su grano de arena en el asunto diciendo que las muertes habían sido intencionadas, aunque culpando a quienes se proponen desestabilizar Egipto. Prometió hallar y castigar a los autores, sumando así una más a las numerosas promesas similares del CSFA durante el año pasado, todas las cuales siguen sin cumplirse.

Ciertamente, la negligencia y la torpe incompetencia de que hizo gala la policía antidisturbios en el estadio de fútbol refleja el fracaso total del CSFA durante todo un año para poner remedio a los errores y debilidades patentes en el sector encabezado por el Ministerio del Interior: la policía, las fuerzas paramilitares de la seguridad nacional y los diversos servicios de inteligencia. Más allá de la espectacular ineptitud para llevar a cabo tareas rutinarias como el control de masas sin tener que recurrir a la fuerza bruta, el fallo principal del presidente del CSFA es no haber hecho nada para inculcar un auténtico sentido de la responsabilidad y acabar con la cultura de la impunidad. En ese sentido, tanto el CSFA como el Ministerio del Interior pueden ser considerados culpables en el plano penal.

Ahora bien, el factor que ha revestido de una connotación política tan destacada las muertes del estadio es la lucha entre el CSFA y varios partidos y movimientos políticos por el control del proceso por el que se elaborará la nueva Constitución y se decidirá el futuro equilibrio de poderes entre la presidencia, hasta ahora todopoderosa, y el Parlamento. Para el CSFA está en juego asegurarse de que el presupuesto de defensa, las empresas de importancia militar y los nombramientos de altos cargos del mando sigan estando fuera del control civil, así como ejercer el poder de veto sobre política de defensa nacional, y, sobre todo, preservar la inmunidad permanente del personal de las fuerzas armadas - en activo o retirado-respecto de cualquier tipo de juicio o acusación de acuerdo con las leyes civiles.

En este momento, la evolución de la situación depende en buena medida de los Hermanos Musulmanes. Las manifestaciones promovidas por los elementos de la plaza Tahrir en noviembre frustraron el intento del CSFA de consagrar los poderes y facultades coercitivas que pretendía asegurarse en forma de principios permanentes de carácter supraconstitucional. Pero en calidad de principal ganador de las recientes elecciones parlamentarias, con el 43,4% de los escaños y una cohesión sólida y disciplinada, el factor que puede inclinar la balanza es la organización de los Hermanos Musulmanes.

De hecho, debido a la importancia de la posición de los Hermanos Musulmanes, los críticos de talante más revolucionario temen que puedan concluir un acuerdo entre bambalinas con el CSFA en que este último ceda los últimos poderes y facultades coercitivas mencionados a cambio de presidir el Parlamento y, en definitiva, formar el gobierno posterior al periodo de transición. La sospecha de que los Hermanos Musulmanes formarían una coalición de mulás y generales con el CSFA, comparable a la de Pakistán, ha sido el estribillo del último año. Los Hermanos Musulmanes están deseosos de aprovechar la oportunidad de acceder al poder. Pero esta crítica pasa por alto tres cuestiones.

En primer lugar, los Hermanos Musulmanes han expresado criterios correctos respecto a las futuras relaciones cívico-militares. Su guía supremo, Mohamed Badie, destacó a finales de enero que el Parlamento tiene el derecho a exigir unas instituciones responsables, sobre todo en el caso de las fuerzas armadas, así como a determinar, e incluso reducir, el presupuesto de defensa. Un destacado miembro del partido Libertad y Justicia, vinculado a los Hermanos Musulmanes, Mohamed Gamal Heshmat, añadió que "debe impedirse todo acto de pillaje financiero" dondequiera que se descubra en el aparato estatal, incluidas las fuerzas armadas.

En segundo lugar, existe una divergencia fundamental entre los Hermanos Musulmanes y el CSFA sobre la fase siguiente del proceso de transición. El CSFA aún no ha renunciado a su intento de modelar la redacción de la nueva Constitución, que los Hermanos Musulmanes consideran una prerrogativa parlamentaria. No menos polémica es la insistencia del CSFA en mantener el sistema presidencial de Egipto, en la creencia de que el presidente siempre será susceptible a su influencia y hará uso de sus amplios poderes para mantener sus privilegios y su inmunidad. Cualesquiera que sean sus opiniones sobre el equilibrio de las relaciones cívico-militares, los Hermanos Musulmanes se oponen firmemente a la marginación del Parlamento y se esfuerzan en impulsar una relación equilibrada entre el presidente y el Parlamento en el futuro.

Buena parte de las duras críticas a los Hermanos Musulmanes se ha relacionado con su reciente oferta de una salida segura para el CSFA: protección ante cualquier acusación por los errores o actos delictivos cometidos por personal militar durante su gobierno a cambio de una entrega sin oposición y completa del poder. Pero esta crítica, a su vez, pasa por alto las ciertas realidades políticas, no siendo la menor que los civiles de Egipto no presentan un frente unido. El partido salafista Nur, que obtuvo el 25% de los escaños en el Parlamento, se ha distanciado reiteradamente de todo lo que pueda ser interpretado como una crítica al CSFA, en tanto que el esperanzado candidato presidencial Amro Musa, ex secretario general de la Liga Árabe,aprueba plenamente mantener el sistema presidencial del país.

El CSFA, por su parte, conserva los colmillos afilados. La detención y juicio inminente de 44 activistas defensores de la democracia, incluidos 19 estadounidenses, por las autoridades egipcias tras ser acusados de introducción de fondos extranjeros ilícitos "con la intención de desestabilizar la seguridad nacional de Egipto" es menos un enfrentamiento avieso con EE. UU. que una calculada estratagema destinada a desactivar la política estadounidense como factor susceptible de inclinar la balanza interna egipcia de forma desfavorable, tras la aparente apertura de la Administración Obama hacia los Hermanos Musulmanes y sus llamamientos a favor de una pronta y entera transferencia de poder a los civiles. La amenaza de una suspensión de la ayuda económica y militar de EE. UU. a Egipto sólo sirve a los propósitos del CSFA, lo que le permite demostrar su patriotismo y justificar sus esfuerzos para controlar las etapas restantes del proceso de transición.

En consecuencia, aunque los Hermanos Musulmanes no deben poner en riesgo los principios básicos de supervisión civil y control democrático de las fuerzas armadas, no se equivocan al avanzar por una senda prudente.

9-II-12, Y. SAYIGH, investigador asociado del Centro Carnegie para Oriente Medio de Beirut, Traducción: JoséMaría Puig de la Bellacasa, lavanguardia