el balneari daurat del Senado

Nada es lo que parece y casi nunca nada sucede como se planifica, la vida no son matemáticas, todo depende de una variable de imprevisible comportamiento: el factor humano. Las grandes utopías de la humanidad se hubieran logrado si el comportamiento humano obedeciera a reglas precisas, pero las pasiones, generalmente las más bajas, gobiernan el mundo. Si reflexionamos sobre el momento actual concluiremos que si la clase política hubiera sido como el pensamiento utópico lo imagina, es decir, un colectivo de hombres buenos y sabios seguramente no estaríamos ante el proceso degenerativo en el que nos encontramos, pero, en todas partes y en España también los políticos son el espejo de la sociedad y ciertamente este tópico no está falto de verdad.

Resultat d'imatges de senado inútil            La conquista de la democracia en España nos trajo el espejismo de que todo iba a ser perfecto pero, el devenir del tiempo nos ha demostrado, que los espabilados siempre acaban traspasando las barreras logrando sus intereses antes que velar y defender los nuestros. Eso de que la política está para servir y no para servirse es una frase muy bonita generalmente en boca de quienes más la han pervertido. La lista de corruptos es tan larga, tan amarga, que casi me da pereza hablar de la basura que ha socavado los pilares del Estado y a prácticamente todos los partidos. Pero más allá de esta lacra existen otras formas de pervertir las instituciones usándolas para fines que no son los previstos. El Senado es un buen ejemplo.

Según el artículo 69 de la Constitución iba a ser la cámara de representación territorial, pero lo cierto es que en la actualidad se ha convertido en un confortable balneario. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es su función, llevamos años alumbrando una reforma que jamás llega. En sus casi treinta y siete años de existencia ha servido especialmente para acoger a políticos amortizados en sus territorios, que han perdido las elecciones, están a un paso de la jubilación o fueron algo en el pasado. Experiencia tienen, eso es indudable, pero dudo que tengan ilusión para cambiar la decepcionante política actual y mucho menos para emprender la batalla de la transformación de una institución que sólo existe como agencia de colocación o como premio a los servicios prestados. Desgraciadamente en esto se ha convertido el Senado y después de las últimas elecciones lo hemos visto meridianamente claro.

En el Senado/balneario igual podemos encontrar a candidatos que perdieron las elecciones como Oscar López (Castilla-León), Francisco Martínez Aldama (La Rioja), Javier Arenas y Juan Manuel Moreno Bonilla (Andalucía) que a ex presidentes autonómicos como Juan José Lucas (Castilla-León), José Montilla (Cataluña), Marcelino Iglesias (Aragón), Joan Lerma (Valencia), Francesc Antich (Baleares). A este destacado elenco acaban de unirse Alberto Fabra (Valencia), Luisa Fernanda Rudi (Aragón), José Ramón Bauzá (Baleares) y Pedro Sanz (La Rioja), sin olvidar a destacados alcaldes que han sido relevados como la inefable Rita Barberá.

El Senado sirve para quitarse a alguien de encima, como retiro dorado o cómo pago de favores o silencios. Hoy es una puerta giratoria más, eso sí, nos cuentan que al servicio del pueblo. A nuestro alrededor si Juan o María, Paco o Carmen son despedidos o concluyen sus contratos se van al paro y al día siguiente vuelven a buscarse la vida sin pasar por ningún balneario. No entiendo cómo, si nada en la vida es eterno, la dedicación política debe perpetuarse hasta la jubilación. Los políticos tienen derecho a la excedencia en sus puestos de trabajo y no es ningún deshonor volver a ellos. Así lo han hecho Rubalcaba y algunos otros. Es difícil, a veces es duro, pero la dignidad es ser coherente con lo que se predica. Por tanto, o se transforma radicalmente la función del Senado y se pone al servicio de la ciudadanía o lo que procede es  cerrar el balneario.

http://blogs.larioja.com/entrevisillos/2015/08/29/el-balneario/