els hutís, aliats de l’Iran, prenen el poder a Sanàa

Yemen, un Estado fallido, dividido en tribus, base de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), la más fuerte de las franquicias terroristas suníes, se hundió ayer un poco más en el caos que le atenaza desde hace cuatro años. Los rebeldes hutíes, aliados de Irán, tomaron el poder en Saná. Disolvieron el Parlamento y formaron un consejo presidencial que tiene la intención de actuar como gobierno interino durante los dos próximos años.

Las tribus suníes y las provincias del sur no reconocieron a la nueva autoridad. Hablaron de golpe de Estado, denuncia que comparte Arabia Saudí. Los riesgos de una guerra civil, así como de la partición del sur, son ahora muy elevados.

Washington y Riad pierden a un aliado clave en la lucha contra Al Qaeda. El depuesto presidente Abed Rabo Mansur Hadi daba luz verde a los ataques con drones contra las bases de AQPA en el sur y el centro del país, donde se entrena a los comandos y se planean atentados como los de París contra Charlie Hebdo.

El jefe de la banda terrorista murió el sábado pasado cuando su vehículo fue alcanzado por un dron estadounidense. Estas operaciones serán ahora mucho más difíciles de llevar a cabo.

El lema de los rebeldes hutíes es "muerte a EE.UU., muerte a Israel, maldición a los judíos y victoria del islam". Su gran aliado es Irán, que les suministra dinero, armas y entrenamiento militar desde el 2011 por lo menos.

Arabia Saudí había invertido más de 4.000 millones de dólares en el gobierno de Hadi. La ONU y el Consejo de Cooperación del Golfo, donde están los países del Pérsico, también ayudaban. Yemen, el más pobre de los países árabes, necesita estos apoyos financieros, que difícilmente van a seguir produciéndose.

Los hutíes son zaidíes, una rama del chiismo, minoritaria en Yemen. Su reino en el norte del país, con capital en Saada, fue aplastado en 1962. Desde el 2004 luchan por recuperarlo. La caída del régimen de Ali Abdulah Saleh en el 2011 les permitió ganar terreno. El pasado septiembre ocuparon Saná. El mes pasado bombardearon el palacio presidencial y apresaron a Hadi. Intentaron pactar un nuevo reparto del poder con las fuerzas parlamentarias. La ONU arbitró el diálogo, que ayer se dio por agotado.

El nuevo hombre fuerte de Yemen es Abdul Malik al Hutí, de 33 años. Uno de sus portavoces apareció ayer en televisión con el anuncio de que un nuevo consejo presidencial, formado por cinco individuos, asume el poder ejecutivo. Los comités revolucionarios hutíes escogerán ahora a los nuevos parlamentarios.

Al Hutí parece contar con el apoyo del ejército y las fuerzas de seguridad a las que ha derrotado. Hasta Saleh, que ha conservado buena parte de su influencia,podría estar detrás suyo.

Yemen no tiene ninguna importancia económica pero sí estratégica. Frente a sus costas, a través del estrecho de Bab al Mandeb que conecta el mar Rojo con el golfo de Adén, circula buena parte del tráfico marítimo entre Asia y Europa.

El norte de Yemen será a partir de ahora una base propicia para los intereses de Irán en su pulso con Arabia Saudí. Los saudíes, enfrentados también a AQPA, podrían favorecer la segregación de las provincias del sur.

Naser al Nubah, líder separatista del sur, declaró a Reuters que "lo que han hecho los hutíes es un suicidio político que lleva al país hacia lo desconocido".

La división informal de Yemen en tres entidades parece lo más natural. El norte estaría controlado por los hutíes. Hadi, original de Adén, podría formar allí un nuevo Yemen del Sur. AQPA seguirá en el centro. Las tribus locales, como ha sido siempre, venderán su apoyo al mejor postor. Al Qaeda, a falta de un Estado, se convierte en un buen garante de sus derechos.

Este escenario puede cambiar si los suníes unen fuerzas contra los hutíes. Todo dependerá del dinero que se ponga encima de la mesa y del reparto de poder que se prometa a los clanes. Saleh gestionó este pragmatismo durante los 50 años que ocupó el poder. Está por ver si Al Hutí tendrá la misma habilidad o si se contentará con restablecer el reino de Saada, desentendiéndose del resto.

7-II-15, X. Mas de Xaxàs, lavanguardia