"L’esquerra té la clau de la pau", Yossi Beilin

Las últimas elecciones al Parlamento israelí tuvieron lugar en enero del 2013. El actual gobierno de Netanyahu, formado por una coalición imposible de partidos de extrema derecha, de una derecha no tan extrema y de partidos de centro liberal, se estableció en marzo del 2013 con la esperanza de gobernar hasta la fecha oficial de las siguientes elecciones: noviembre del 2017. Sin embargo, esta semana se ha disuelto el Parlamento y se han convocado elecciones para el próximo 17 de marzo.

La coalición de Netanyahu no se rompe por un asunto puntual, imposible de solucionar, sino porque no se ponen de acuerdo en la nueva ley presupuestaria, en estrategias políticas como, por ejemplo, si conviene colaborar con la comisión de investigación que ha creado el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para tratar la actuación de Israel en la última operación militar en Gaza, tampoco se ponen de acuerdo en qué medidas tomar para facilitar una vivienda a las parejas jóvenes...; en definitiva, se trata de un gobierno que ya es incapaz de gobernar y de un primer ministro, Beniamin Netanyahu, que cree que en las próximas elecciones el Likud va a subir en número de escaños con lo que conseguiría una coalición más estable con la inclusión, seguramente, de partidos ultraortodoxos.

¿De qué se discutirá fundamentalmente en la próxima campaña electoral? En la última el centro de atención fue la economía, debido a las multitudinarias protestas y manifestaciones en las calles contra la carestía de la vida. La derecha intentó desviar la atención hacia cuestiones políticas y presentarse como los que mejor podían garantizar la seguridad del país, frente a los partidos opositores, en los que no destacaban figuras militares relevantes en el pasado. La izquierda, por su parte, no quiso ocuparse del proceso de paz debido a la sensación de que la sociedad no confiaba mucho en él aun cuando estuviera dispuesta a pagar un precio territorial por esa paz. Así que se centró en las cuestiones económicas. Curiosamente, el partido de un periodista y presentador de televisión, Yair Lapid, se convirtió en la segunda mayor fuerza política del Parlamento, detrás del Likud. Ese partido representaba las inquietudes de la clase media israelí y el propio Lapid obtuvo la cartera de Finanzas, pese a no tener preparación en este campo, por lo que no ha sorprendido su fracaso como ministro, perdiendo gran parte del apoyo que tenía en el pasado.

El gobierno de Netanyahu, quizá, podría haber seguido tambaleándose si no llega a ser por lo ocurrido el 12 de junio. Ese día tres alumnos de yeshivá fueron secuestrados y asesinados en Cisjordania a manos de unos palestinos. Después, en venganza, unos judíos de extrema derecha mataron cruelmente a un joven palestino. Hamas endureció sus ataques y empezó el fuego cruzado entre el ejército israelí y entre Hamas y la Yihad islámica en Gaza. Todo esto derivó en una operación militar que causó la muerte de miles de palestinos y de decenas de israelíes. El alto el fuego en Gaza se está manteniendo, pero en Cisjordania y, sobre todo, en Jerusalén, ha estallado una intifada protagonizada por jóvenes palestinos que actúan por su cuenta, con el apoyo de Hamas, si bien no cumplen necesariamente órdenes directas de los líderes de Hamas. En este contexto, el gobierno israelí ha tomado decisiones operativas severas, como, por ejemplo, volver a destruir las casas de los terroristas, a la vez que en el Parlamento, a iniciativa del Likud y del partido ultraderechista El Hogar Judío, se están aprobando leyes que endurecen el castigo para los palestinos que hieran a israelíes con piedras o por otros medios, además de buscar acentuar el carácter judío de Israel en detrimento de su carácter democrático, para lo cual se están restringiendo los derechos de los palestinos israelíes.

La derecha israelí en los últimos meses se ha quitado la careta y ha mostrado su verdadero rostro. Las medidas que ha tomado sirven para justificar a aquellos que acusan a Israel de mantener un régimen de apartheid. Dichas medidas, por otra parte, han sido abiertamente apoyadas por Netanyahu, de las que algunas ha hecho bandera. El hecho de que los diputados del centro liberal dentro del gobierno no hayan querido participar en esa deriva derechista ha hecho romper la coalición del gobierno y ha obligado a Netanyahu a convocar elecciones anticipadas.

Es de suponer que en las próximas elecciones no se hablará del precio de los productos del supermercado, sino de cuál queremos que sea la imagen de Israel: si se caracterizará por el odio a las minorías, el echar la culpa a la comunidad internacional, la lucha desesperada por negarse a reconocer al estado palestino y a llegar a un acuerdo con los palestinos, o si, por el contrario, tendremos coraje para dar los pasos que lleven a un acuerdo global con los palestinos y los países árabes, bajo el espíritu de la Iniciativa Árabe del 2002 y la Iniciativa de Ginebra del 2003.

Es difícil predecir los resultados en las próximas elecciones. Lo más lógico es esperar que haya cuatro o cinco partidos medianos, con entre 12 y 20 diputados, y entonces la pregunta sería si el centro izquierda sumará más de 60 (el Parlamento israelí se compone de 120 diputados) para, así, poder formar una coalición que pusiera de nuevo a Israel en la senda de la paz. ¡En las elecciones pasadas solo le faltó dos escaños para conseguir mayoría!

7-XII-14, Yossi Beilin, lavanguardia