es crema el poble tibetà que inspirà Shangri-La (la rèplica turística xinesa, no)

Un incendio originado por causas hasta ayer desconocidas devastó más de 200 edificios de la ciudad tibetana de Dukezong (provincia de Yunan, sur de China), uno de los puntos turísticos más visitados del Tíbet al ser el supuesto origen de la leyenda del mítico valle de Shangri-La. El incendio comenzó sobre la una y media de la madrugada (en torno a las 18.30 del viernes en España) en el casco viejo de la ciudad, situada en la prefectura autónoma tibetana de Dequen, donde la mayor parte de las construcciones son de madera, factor que junto a los fuertes vientos dificultaron las tareas de extinción del incendio. En diez horas, ardieron 242 edificios y más de 2.500 personas tuvieron que ser desalojadas. Se necesitaron más de 2.000 bomberos para controlar el fuego.

Dukezong, que significa La ciudad de la luna, tiene más de 1.300 años de antigüedad y era un habitual punto de paso en la Ruta Sur de la Seda. Fue construida en el siglo VII cuando el Tíbet emergió como un imperio unificado y tenía el control de la región. En la urbe se encuentran algunos de los monumentos y edificios más conocidos de la tradición tibetana. El condado de Shangri-La, donde se encuentra la ciudad, lindante con la Región Autónoma de Tíbet, adoptó su nombre en 2001 tras reconocerse en la novela Horizontes Perdidos, escrita por James Hilton en 1933, y que describe una suerte de paraíso terrenal. La novela logró que el nombre de este lugar ficticio fuera aplicado por extensión a cualquier paraíso terrenal, pero sobre todo a una zona mítica del Himalaya: una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior. En la novela, las personas que viven en Shangri-La son casi inmortales, de modo que aventureros y exploradores nunca han dejado de intentar hallar ese paraíso perdido.

Muchas presentaciones turísticas de Dukezong la describen como la ciudad tibetana más grande y mejor conservada de todos los condados tibetanos de China. Pero al igual que cientos de ciudades y condados chinos, Shangri-La ha renovado su antiguo barrio convirtiéndolo en una de las mayores atracciones turísticas de la región, llena de tiendas y hostales.

Al limitar con el Tíbet, la historia y la cultura tibetana en esta parte de la provincia de Yunan tienen una fuerte presencia. La mayoría de sus habitantes son de esta etnia, si bien también residen chinos de etnia lisu, yi y naxi. A pesar de que las autoridades del condado han conseguido granjearse en los últimos años la neutralidad de China y Tíbet, de un tiempo a esta parte se tiene constancia de tensiones entre la población.

Por esto, las autoridades no descartan que el incidente esté relacionado con los incendios declarados durante los últimos meses, varios de ellos provocados, en varios monasterios de las zonas tibetanas de China, incluido uno en la provincia de Sichuan —también colindante con el Tíbet— esta misma semana, según la prensa estatal. En este reciente caso, el fuego se produjo en un monasterio tibetano budista de gran importancia fundado en 1980 y formalmente establecido en el 97, sin que se confirmara ninguna víctima. El fuego destruyó una docena de las viviendas donde residen 10.000 monjes, y que le convierten en uno de los centros de este tipo de más grandes del mundo.

EL PAÍS

Hasta última hora las autoridades chinas no dieron cuenta de fallecidos ni de heridos graves. Sin embargo, el incendio supone un duro golpe a una comunidad que ha tratado de proteger sus tradiciones y atraer crecientes multitudes de visitantes. Dukezong tiene alrededor de 3.000 residentes y está próxima a una moderna ciudad mucho más grande, también llamada Shangri-La, mayormente poblada por residentes chinos. La zona donde se encuentra, que se llamaba Gyaitang Zong en tibetano o Zhongdian en chino, cambió su denominación por la de Shangri-La hace 12 años.

“Después de que empezara el fuego, muchos se apresuraron a ayudar en el momento, pero las condiciones de sequedad y la velocidad de las llamaradas hicieron que se propagara rápidamente en todas direcciones”, dijo un funcionario del condado, según el sitio web de noticias del Gobierno de Yunan. Fotos y vídeos en sitios web de noticias chinas y medios sociales muestran Dukezong y sus calles laberínticas envueltas en llamas que llegan hasta el cielo, ruinas humeantes, casas derrumbadas y un cielo nocturno rojo.

He Yu, una residente, se despertó con sonidos de explosiones fuertes y vio el barrio en llamas, según informa la agencia Associated Press. “El fuego era enorme”, dijo He. “El viento soplaba con fuerza, y el aire era seco. Tenía miedo porque mi casa está a poca distancia de la ciudad antigua. Se continuaba quemando, y los bomberos estaban allí, pero era poco lo que podían hacer, ya que no podían llevar los coches de bomberos por las calles estrechas”. Con los camiones de bomberos sin posibilidad de entrar en las estrechas calles, fueron los residentes los que se pusieron en línea y utilizaron cubos de agua para combatir el fuego, informa la citada agencia citando al Gobierno local.

El Tíbet ha sido un país que ha sufrido numerosas invasiones por parte de sus vecinos chinos, mogoles (fueron quienes cedieron el poder a los Dalai Lama), manchúes, nepalíes e incluso de Inglaterra; en la primera parte del siglo XX se han repetido los intentos de ocupación del Tíbet, por parte de China, que culminaron con la anexión definitiva en 1949. Cuando las tropas chinas entraron en el Tíbet, el país todavía seguía siendo un territorio alejado e inaccesible tanto para Occidente como para sus propios vecinos asiáticos. La entrada de periodistas al Tíbet está prácticamente prohibida y los turistas solo pueden viajar a unas zonas escogidas, bajo el control de las autoridades. China, por supuesto, nunca ha reconocido su papel de invasor del Tíbet y mantiene que dicho acto fue la “liberación pacífica de una región oprimida que siempre había pertenecido a China”.

11-I-14, M. da Vara, elpais

Es fácil saber que se está sobrevolando la provincia de Yunnan. Sucede justo cuando la gruesa capa de polución que cubre el resto de China se desvanece y el gris industrial de su característico paisaje se transforma en una paleta de vivos colores. Están los intensos verdes de las junglas de la región sureña de Xishuangbanna, los arrozales ocres del centro, el azul profundo de lagos aquí y allá, y las aristas nevadas que rodean la mítica Shangri-la, y que ascienden al norte hasta el altiplano del Tíbet. Todo ello salpicado por los dorados de pagodas más propias de la vecina Myanmar.

A ras de suelo, la homogeneidad del paisanaje también estalla convertida en un complejo universo cultural. La mayoría de la etnia Han, la más común en China, se diluye para dejar paso a un atlas humano compuesto por 26 grupos diferentes, en el que tienen cabida desde los agricultores que conservan la única escritura pictográfica del planeta (el dongba de los Naxi), hasta los guerreros que no hace mucho colgaban las cabezas de sus enemigos en el porche y comerciaban con opio, como es el caso de los Wa. También se han desarrollado en estas ya no tan remotas tierras sociedades como la de los Mosuo, también conocida como El reino de las mujeres, porque estas pueden tener tantos compañeros sexuales como deseen.

China, pero no

Muchos de estos grupos son naciones sin estado. Por eso resulta tan difícil creer, en muchas ocasiones, que Yunnan sea China. Ni siquiera su capital, Kunming, comparte muchos de los elementos que caracterizan a las ciudades del país. Ahí están los rascacielos fruto del rápido crecimiento económico, y también los monumentales centros comerciales que han llenado el vacío religioso cavado en la población desde 1949 con una hoz y un martillo. Pero Kunming es diferente. Ha sabido sumergirse en la globalización sin sacrificar un carácter forjado durante siglos.

Y eso es también una bendición para cualquier viajero. Porque es posible disfrutar de un desayuno típico en un pequeño establecimiento callejero o dejarse llevar por un bufé internacional de cinco estrellas. Relajarse en una casa de té con lo mejor de la variedad autóctona oolong o tomarse un capuccino en un Starbucks. Dejarse seducir por los matices de una ópera tradicional o sudar como un loco al ritmo de los clubs de la ciudad. Da exactamente igual lo que uno esté buscando. Kunming lo tiene a espuertas.

El hombre y la foto

El resto de Yunnan defrauda todavía menos. Entre sus fronteras, el tiempo parece ralentizarse, el estrés de las megalópolis se desvanece en lugares como Dali, antaño núcleo de mochileros y ahora una de las ciudades más abiertas al turista occidental de la región. La naturaleza, vejada y torturada en gran parte del resto de China, representa todavía un papel protagonista allí. Viajar por estas tierras fértiles, que además esconden codiciadas materias primas, es como introducirse en el mundo de Horizonte perdido, la novela que James Hilton publicó en 1933 en la que un explorador encuentra en la región el edén perdido. Le rodea a uno un abanico de diferentes tipos de vida, la mayoría con profundas raíces en la historia. Pero no por mucho tiempo. Desafortunadamente, la globalización y el afán homogeneizador del Partido Comunista ponen en peligro la diversidad natural y étnica de la provincia. Y nada mejor para confirmarlo que una visita a Lijiang, uno de los centros turísticos más relevantes del país, publicitado en agencias de viaje como una de las pocas ciudades antiguas que quedan en pie. En realidad, el lugar se ha convertido en un parque temático en el que los edificios originales han sido demolidos para permitir su reconstrucción como locales comerciales con encanto, y en el que los miembros de las minorías étnicas posan a cambio de unos yuanes con trajes que jamás vestirían en la vida real. Es más, muchos ya ni siquiera son capaces de hablar su lengua materna porque el mandarín es hegemónico en las aulas.

Al sur, la ciudad de Jinghong es un buen ejemplo de la velocidad a la que se extiende el holocausto natural que amenaza a todo el país. Ya lo cuenta la ecologista Li Minguo, cuyo intento por proteger el rico ecosistema del lugar le ha costado amenazas y un incendio provocado en sus tierras: “El Gobierno está explotando los recursos de forma insostenible en connivencia con empresas sin ética y habitantes avariciosos que ven en la venta de sus tierras un atajo para abandonar sus antiguas tradiciones y disfrutar de una vida moderna que, finalmente, supone cavar su propia tumba”. Está visto que Yunnan no se escapa a la filosofía del yin y del yang.

27-I-14, Z. Aldama, elpais