fallida emergència brasilenya a l’Estat de Marañón, dels Sarney

http://www.abc.es/internacional/20140108/abci-brasil-salvajismo-carceles-201401081652.html

El salvajismo que se vive en la cárcel de Pedrinhas, en el estado de Marañón (norte de Brasil), ha provocado las condenas de grupos internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch y de organismos como Naciones Unidas, que pidió la «investigación inmediata, imparcial y efectiva de los hechos» de violencia en el presidio. La divulgación de un vídeo en el que unos presos juegan con las cabezas de rivales decapitados, ha sido la gota que ha colmado el vaso.

La disputa entre facciones criminales del complejo penitenciario ya provocó la muerte de 62 presos en menos de un año e incontables violaciones de mujeres durante los días de visita. Desde su celda, los bandidos ordenan la violación de mujeres y hermanas de sus enemigos, incluso fuera de la prisión, a cambio de la vida. En las últimas semanas, las órdenes han llevado violencia a las calles. Una niña de seis años falleció este martes después de que el 95% de su cuerpo resultara quemado en uno de los incendios de autobuses.

El diario «Folha de Sao Paulo» difundió el martes un escalofriante vídeo grabado con un teléfono móvil en el que aparecen unos presos jugando con las cabezas cortadas de tres rivales decapitados y celebran la «hazaña». La publicación del vídeo de más de dos minutos en la página web del diario fue cuestionada por el Gobierno del estado de Marañón.

El violento vídeo, grabado durante una revuelta sucedida poco antes de Navidad, corrobora el nivel del salvajismo que se vive en ese presidio. La semana pasada, otro vídeo mostraba a unos presos diseccionando la pierna de un rival, una tortura de una crueldad inimaginable.

El estado de Marañón, el más atrasado del país, está gobernado desde hace casi 50 años por el clan Sarney, dirigido por el expresidente brasileño y actual senador José Sarney y su hija, la actual gobernadora, Roseana Sarney. A pesar de llegar al poder a través de las urnas, la actuación de los Sarney recuerda a un Estado autoritario por el abandono en la gestión pública, la miseria y los edificios públicos que llevan el apellido del clan. «Folha de Sao Paulo» sugirió en un editorial la intervención federal en el estado.

La delegación brasileña de Amnistía Internacional (AI) difundió un comunicado en el que muestra su preocupación por la escalada de la violencia y «la falta de soluciones concretas a los problemas del sistema penitenciario del estado de Marañón». Según la organización, desde 2007 más de 150 personas han muerto tras sufrir «graves episodios de violaciones de los derechos humanos», rebeliones y condiciones de hacinamiento. Según AI, es inaceptable que esta situación se prolongue tanto tiempo sin que las autoridades tomen medidas.

Al mismo tiempo, Human Rights Watch exigió este miércoles la investigación de la muerte de los cuatro prisioneros, ocurrida en la prisión de Pedrinhas el pasado 17 de diciembre, y que sus responsables sean llevados ante la Justicia. «Los espeluznantes crímenes grabados forman parte de un problema de violencia generalizada y descontrolada en las prisiones de Marañón», afirmó María Laura Canineu, directora de Brasil de Human Rights Watch

También en Pará y Paraíba

Los problemas carcelarios en Marañón no son aislados, se han conocido casos aterradores en prisiones de otros estados, como Pará y Paraíba. Según datos oficiales del Departamento Penitenciario Nacional (Depen), Brasil tiene 550.000 presos en un sistema con capacidad para 310.000. La lentitud de los tribunales ha provocado que casi el 40% de los presos se encuentran a la espera de juicio. El número de encarcelamientos ha aumentado casi un 40% en los últimos cinco años.

El pasado septiembre, el Consejo de Derechos Humanos del estado de Paraíba, en el norte del país, denunció que en una celda de la cárcel de máxima seguridad Romeu Gonçalves de Abrantes se encontraban prácticamente amontonados ochenta hombres desnudos, que malvivían entre excrementos y orines, sin colchones ni agua potable.