"Contra la tolerancia", Gabriel Albiac

Habrá quienes se apiaden. Pero a mí la barbarie sólo me produce una mezcla muy equilibrada de asco y de desprecio. Que un enjambre de supersticiosos se dedique a apedrear al diablo puede parecer chistoso. Hasta que al rebaño le da por apisonarse a sí mismo: 240 muertos. Esta vez. En años anteriores fueron algo menos.Habrá quienes se apiaden. Y exhiban la universal virtud, sin excepciones, de la tolerancia: «Todo vale». Pero la tolerancia no es una virtud. Es, con exactitud matemática, lo contrario.

En uno de los pasajes más apabullantes de lo que es, sin duda, su obra mayor de filosofía política, el recién publicado Panfleto contra la democracia realmente existente, Gustavo Bueno pulveriza las convenidas excelencias de la tolerancia en nuestras sociedades.El epígrafe lleva el título -prestado por Goethe- de Tolerar es ofender, y es un prodigio de rigor deductivo aplicado al básico sentido común. ¿Qué diablos puede significar eso de que la democracia es «Ilustración más tolerancia»? La tolerancia es desprecio e impotencia. Desprecio de un poder que pontifica magnanimidad sobre aquellos a quienes juzga súbditos suyos; impotencia de quienes, incapaces de imponer la autónoma verdad analítica de sus enunciados, se contentan con encubrirlos bajo la capa de una norma de moral o de Derecho.

Ni un enunciado verdadero es compatible con la tolerancia, ni lo es un enunciado falso. No hay tolerancia que dé verdad ni falsedad a la geometría de Riemann; no hay tolerancia que dé verdad ni falsedad a la sura que establece el modo en el cual deben ser golpeadas las mujeres. La tolerancia aquí sólo enturbia las cosas: que la modificación riemanniana de los postulados de Euclides abre la geometría moderna, y que El Corán inicia la forma más bárbara de las supersticiones monoteístas, la más incompatible con la universalidad del Derecho ciudadano.

La turba que apedrea al diablo no es sólo pintoresca. Como no lo es la imposición del velo femenino. Son brutalidad liberticida.Pues que en el diablo se personifica lo exterminable de los demoníacos infieles. Pues que en el velo se sella la inferioridad legal de los animales de apariencia humana pero dotados de ovarios.

¿Tolerancia? ¿Por qué hacia eso y no hacia el caníbal ritual, que es igual de litúrgico y tan elementalmente religioso?

Una estupidez es una estupidez. Que el que la enuncie lleve boina, sombrero de copa o turbante, nada cambia. No se tolera la estupidez.Como no se tolera la verdad. Una y otra son. Verdad o estupidez, respectivamente. E inintercambiables. Puede ser que todo valga.Pero no vale lo mismo ni para lo mismo. Lean el último libro de Gustavo Bueno. Vale, él sí, de verdad, la pena.

2-II-04, Gabriel Albiac, elmundo