USA acusa al filtrador de wikileaks d’ajudar Al Qaeda

El juicio por la filtración de más de 700.000 documentos confidenciales de Estados Unidos empezó ayer en la base militar de Fort Meade, cerca de Washington. En el banquillo no se sentaba Julian Assange, el líder de Wikileaks, la organización que publicó esta información, sino el soldado Bradley Manning, acusado de filtrarla y, de esta manera, ayudar a los enemigos de la primera potencia.

Manning, detenido en mayo de 2010 en Iraq tras el chivatazo de un hacker conocido suyo, ya reconoció, durante las vistas previas al consejo de guerra, la posesión y transmisión de informaciones no autorizadas, por lo que se expone a una pena de veinte años de prisión.

En el juicio, que según las previsiones se prolongará hasta finales de agosto, se dirimirá otro asunto: si el soldado, de 25 años, entregó a Wikileaks documentos del Pentágono y el Departamento de Estado sabiendo que el material podía acabar en manos de grupos como Al Qaeda y poner en peligro vidas de norteamericanos. Por ello, se expone a pasar el resto de su vida en prisión.

¿Se trataba de información digna de publicarse? ¿O de secretos cuya difusión amenazaba la seguridad nacional? ¿Es Manning un héroe de la libertad de expresión? ¿O un traidor a la patria?

“Conocía el daño que causaría la filtración de información no autorizada a una organización como Wikileaks”, dijo el capitán Joe Morrow, uno de los fiscales, en la declaración inicial. Morrow acusó a Manning de buscar notoriedad y trabajar en colaboración con Assange. También aseguró que Osama bin Laden recibió documentos publicados por Wikileaks. David Coombs, el abogado de Manning, describió la decisión de filtrar la información como un servicio público. “Seleccionó estos documentos porque deseaba hacer del mundo un lugar mejor”, dijo Coombs. El abogado calificó al acusado de “ingenuo” pero “bienintencionado”.

A la entrada de Fort Meade –sede de la NSA, la agencia de espionaje electrónico, y del Cibermando, desde donde se dirige la nueva guerra por internet–, se concentraron decenas de personas en favor de la libertad para Manning. Lo consideran un héroe, un whistleblower –filtrador de secretos embarazoso para los poderosos– víctima de la Administración Obama, la más severa de la historia en la persecución de las filtraciones a la prensa.

El juicio a Manning, que arranca tras una sucesión de revelaciones sobre investigaciones gubernamentales de periodistas de la agencia Associated Press y la cadena Fox News, ha movilizado a defensores de las libertades civiles. Entre ellos, a Daniel Ellsberg, el exfuncionario del Pentágono responsable, a principios de los años setenta, de la filtración de los llamados Papeles del Pentágono, la historia secreta de la guerra de Vietnam. Ellsberg, que no llegó a ser condenado, se ha comparado a sí mismo con Manning.

El uniformado Manning, que presentaba un aspecto frágil pero calmado durante la primera sesión, afronta todo el peso del Gobierno de EE.UU. La Administración Obama busca hacer de su filtración –seguramente la mayor de la historia de EE.UU.– un caso ejemplar. El juicio también evidenciará las vulnerabilidades de EE.UU., cuyos supuestos secretos quedaron a la merced de un soldado raso de 22 años que ejercía de analista de inteligencia.

La difusión de los documentos por parte de Wikileaks cuestionó la capacidad de Washington para mantener sus secretos. En realidad los documentos no revelaron ningún secreto vital y no hay constancia de que su publicación, en varios medios de comunicación, hiciera públicos detalles que acabasen costando vidas humanas. Pero contenían información valiosa sobre el funcionamiento de la diplomacia norteamericana, las actitudes privadas de mandatarios y diplomáticos, y algunos actos de guerra cuestionables de las fuerzas armadas de EE.UU., como el vídeo de un ataque contra civiles y periodistas en Iraq que, según el abogado Coombs, fue uno de los detonantes de la decisión de Manning de filtrar los documentos.

La figura de Julian Assange, el gran ausente, sobrevuela el juicio. Los documentos de Manning le convirtieron en una celebridad. Ahora vive refugiado en la embajada de Ecuador en Londres para evitar la extradición a Suecia, donde se le acusa de agresión sexual. EE.UU. sopesa pedir la extradición para juzgarlo, pero no ha admitido haber puesto en marcha el procedimiento.

4-VI-13, M. Bassets, lavanguardia