Los participantes del concurso público cuya finalidad es la construcción de dos nuevos reactores en la central de Temelin aseguran que se trata únicamente de una cuestión de negocios [se calcula que el contrato asciende a entre 8.000 y 12.000 millones de euros]. La política no les interesa, o como mucho se trata de un asunto muy secundario. "Cuanta menos ingerencia política exista y menos acción de los grupos de presión, mejor será la decisión", declaró Kirill Komarov, vicepresidente de la constructora rusa Rosatom. Los estadounidenses sostienen el mismo discurso: "Nuestra prioridad es que los responsables de la toma de decisiones dispongan de la información más completa y exacta", señaló Mike Kirst, vicepresidente de Westinghouse.

Pero la realidad presenta muchos más matices. Está en juego un contrato estratégico de varios miles de millones de euros. Genera por lo tanto un gran interés entre las empresas y entre las élites políticas. Un informe de 2011 de los servicios de contraespionaje checos (BIS) confirma que Temelin es un objetivo crucial, que traspasa los balances anuales de las empresas. Tanto los asuntos económicos como los energéticos acaparan la atención de los servicios de inteligencia rusos. Se ha podido ver a agentes de inteligencia rusos "en diversos encuentros mundiales, en los que se han esforzado por consolidar sus antiguas relaciones y por entablar otras nuevas".

Los negocios ante todo

En el informe no hay nada sobre las actividades que llevarían a cabo los servicios de inteligencia estadounidenses y franceses [el grupo francés Areva, que era candidato al concurso público, fue descartado el 5 octubre porque no cumplía los requisitos legales, según la compañía checa de electricidad]. Puesto que las relaciones diplomáticas que mantienen con ellos la República Checa se encuentran en un buen momento, les resulta mucho más fácil que a los rusos obtener una gran cantidad de información mediante las vías oficiales.

Pero todos los participantes, ya sean franceses, rusos o estadounidenses, se apoyan en grupos de presión, agencias de comunicación y contactos consolidados en el mundo de la política y el de los negocios. El lobbying se practica hasta en las más altas esferas de la política. Norman Eisen, embajador de Estados Unidos en Praga no niega esta realidad: "Westinghouse contará con el máximo apoyo posible, no solo de la Embajada, sino también del conjunto del Gobierno estadounidense". Sus dos homólogos, el ruso Sergej Kiselev y el francés Pierre Lévy, mostraron la misma postura.

La cuestión de la seguridad energética, muy delicada en la República Checa, constituye un impedimento para la propuesta de Rosatom. El principal argumento es que, si se tiene en cuenta la dependencia de la República Checa del petróleo y el gas rusos, no debería confiarse también a Rusia la construcción de nuevas fuentes de energía importantes.

Jakub Kulhánek, investigador de la Asociación sobre Asuntos Internacionales ve en este concurso público una apuesta ante todo económica: "Los diplomáticos rusos me han confirmado que si nos volvemos a encontrar en un momento dado en el objetivo geopolítico de Rusia, se debe principalmente al proyecto de construcción de un radar estadounidense en nuestro territorio. Temelin, es otro asunto totalmente distinto. Es cierto que el refuerzo de la influencia política puede desempeñar una función importante, pero en este caso lo que cuenta son sobre todo cuestiones empresariales y de perspectivas de beneficios".

Klaus, un buen amigo de Rusia

Estima que el presidente ruso, Vladimir Putin, intenta ante todo imponer unas relaciones estrictamente económicas con sus acciones de política exterior. Si Rusia gana el concurso, será un gran golpe de publicidad para Rosatom. Con ello podría ganar más fácilmente otros concursos públicos en el mundo. "El objetivo es hacer de Rosatom, después de Gazprom, una nueva joya de la economía rusa, capaz de competir con las empresas occidentales y de integrarse en la estrategia energética de Rusia", afirma Kulhánek. Pero para los estadounidenses, el camino hacia las ganancias, el prestigio y la consecución de otros concursos en Europa Central también pasa por Temelin. 

El Gobierno checo, que no ha mostrado ninguna preferencia, tiene la última palabra. Es bastante fácil adivinar qué competidor es el preferido del presidente Václav Klaus [que mantiene su influencia sobre el Gobierno] para construir los nuevos reactores de Temelin. Ya en 2009, durante una visita a Rusia, declaró que "era positivo que una gran empresa rusa intentara contribuir a la continuidad de la política energética checa en el ámbito nuclear". Con ocasión de una reunión organizada en 2011 con su homólogo de entonces, Dimitri Medvedev, declaró que los rusos eran los que ofrecían comparativamente a las empresas checas las mayores perspectivas de participación en obras de subcontratación.

A Klaus se le considera un buen amigo de Rusia. La compañía petrolera Lukoil, por ejemplo, financió la publicación en Rusia de su libro Modrá, nikoliv zelená planeta [Planeta azul en peligro verde]. Por otro lado, a Klaus le gustaría que le sucediera el socialdemócrata Milos Zeman (con el apoyo en segundo plano del lobista rusófilo Miroslav Slouf), cuya campaña presidencial financia otro gigante de la energía rusa: Gazprom.