"Cuando empezamos éramos jóvenes". Inna Shevchenko tiene 22 años. Cruza las piernas y se endereza un poco en su estrecho sillón. Sonríe. "Ahora ya no soy tan joven". Esta militante de Femen, el movimiento feminista ucraniano famoso por sus protestas en "topless", huyó a Francia a finales de agosto, con un visado de turista. Unos días antes, en Kiev, esta chica rubia y alta cortó con una sierra una cruz ortodoxa, en señal de apoyo a las Pussy Riot. Un escándalo con el que, como es evidente, en su país puede acabar en la cárcel.

"Unos hombres" la seguían en todos sus desplazamientos. "Una mañana, intentaron tirar la puerta y entonces cogí mi pasaporte y huí por la ventana", nos cuenta. Primero llegó a Varsovia y luego a París, al barrio de la Goutte-d’Or y al Lavoir Moderne Parisien (LMP), un teatro de barrio sobre el que pesaba la amenaza del cierre. Sus gerentes, sensibles a la causa, decidieron entonces prestarles el espacio a las Femen para que iniciaran un "campo de entrenamiento internacional", que abrió el 18 de septiembre.

Disfrazadas de prostitutas

Ejercicios psicológicos, teóricos, deportivos: el programa es muy completo. Inna Shevchenko explica con entusiasmo: "Queremos formar a jóvenes para que se conviertan en soldados para la causa feminista en todo el mundo". En su opinión, la militancia se resume en una palabra: "Trabajo".

La primera manifestación de las Femen tuvo lugar en Kiev en abril de 2008. Tres jóvenes protestaban vestidas como prostitutas. Sabían que su militancia, contra el sexismo y la prostitución, requeriría realizar una serie de acciones en la calle. En la universidad, dirigidas por Anna Hutsol, de 27 años y la cabeza pensante, fundaron una asociación exclusivamente reservada a las mujeres, llamada Nueva Ética. Entonces, Inna Shevchenko era estudiante de periodismo y también empleada del servicio de prensa del Ayuntamiento de Kiev. "Tenía un buen trabajo, pagaba mi apartamento sin problemas, era una chica modelo". A esta joven originaria de Jersón, un puerto a orillas del mar Negro, le sedujo el "pop-feminismo" de las Femen. Su padre es militar, su madre, empleada en un instituto y además tiene una hermana mayor.

En todos los frentes

En 2010, el movimiento decidió cambiar de estrategia. A partir de entonces, algunas iban a manifestarse en "topless". La primera manifestación se fijó para el 24 de agosto, día de la independencia ucraniana. "Tuvimos una larga discusión", recuerda. "Yo no quería hacerlo pero hoy, creo que fue la mejor idea". ¿Unas jóvenes ucranianas, guapas y esbeltas, protestando en paños menores? Como es evidente, acudieron los medios de comunicación, más interesados por sus medidas perfectas que por las reivindicaciones. "La prensa es nuestra mejor protección", explica. "Si hacemos topless, nuestro mensaje tiene mucho más alcance y corremos menos peligro".

Y asume lo siguiente: "En Ucrania, no existe una cultura de activismo, tuvimos que inventar todo. Sería incapaz de hacer topless en la playa, pero cuando me manifiesto, tengo la impresión de llevar lo que denomino mi "uniforme especial'".

Manifestaciones contra la prostitución, la corrupción o incluso en Francia contra DSK… Las Femen se unen a todos los frentes. Si sus maneras de actuar sorprenden, de momento las reservan para reivindicaciones feministas más bien tradicionales. Sin duda, una de las principales razones es la situación general de las mujeres en Ucrania, "bellas, pobres y sin educación" como las ve la joven militante. Casi siempre la policía dispersa la manifestación más o menos de forma violenta y a veces la cosa acaba mal.

Encapuchadas y abandonadas en medio de la nada

De repente, Inna Shevchenko baja la voz, duda un poco, inclina la cabeza, parece menos segura. El 21 de diciembre de 2011, en Minsk, Bielorrusia, tres de ellas se manifestaban ese día de invierno contra el dictador Alexander Lukashenko. Nos cuenta que unos quince hombres las detuvieron. Las encerraron, las interrogaron durante mucho tiempo y sufrieron insultos, amenazas y golpes. Por la noche, les pusieron unas capuchas y las entregaron a otro grupo. Las condujeron en un vehículo durante mucho tiempo y al final se encontraron en un bosque. Un instante de silencio. Los hombres les aconsejaron que respiraran profundamente aire fresco, porque "sería la última vez". Les recomendaron "cerrar los ojos y pensar en las sonrisas" de sus madres. Les cortaron el pelo. Pero al final, no las mataron. Las dejaron ahí, en medio de ninguna parte. No se encontraban muy lejos de la frontera ucraniana. Encontraron un pequeño pueblo y llamaron a los medios de comunicación. El embajador ucraniano estaba obligado a repatriarlas.

El éxito mediático genera sospechas sobre las Femen. "¡Han llegado a decir que nos financiaba Obama, Soros o incluso Putin! Pero no es cierto. Tenemos una tienda en Internet en la que vendemos camisetas. Contamos con pequeños donantes e intentamos que nos inviten con todos los gastos pagados cuando viajamos al extranjero".

Le gustaría importar esta cultura de implicación a París, donde cree que se quedará, ya que regresar a Kiev es demasiado arriesgado.

Por la noche, Inna Shevchenko dice que le cuesta relajarse. Lee y relee La mujer y el socialismo de August Bebel, la obra de referencia del grupo. El político alemán escribía en 1883: "La mujer, en la nueva sociedad, gozará de una independencia total; […] se pondrá frente al hombre en pie de libertad e igualdad absolutas".