la ultradreta britànica creix

Las siglas del UKIP quieren decir Partido para la Independencia del Reino Unido, pero quizás mejor se deberían traducir como Partido Invisible del Reino Unido (UK Invisible Party). Los rivales lo ignoran, los periódicos lo ignoran, los analistas políticos lo ignoran. Pero ello no quiere decir necesariamente que los votantes lo ignoren. El último sondeo sitúa su apoyo en el 8%, igual porcentaje que los liberaldemócratas, y no se puede descartar que ganen las elecciones europeas del 2014.

La crisis económica y el colapso de la eurozona han dado alas al UKIP, partido euroescéptico y antiinmigración que es lo más a la derecha que hay en el panorama político británico con la única excepción del BNP (Partido Nacional Británico), directamente neofascista. Su popularidad ha aumentado de manera proporcional al desencanto de los ultraconservadores con el primer ministro
David Cameron, y es una consecuencia del populismo que germina en tiempos difíciles, cuando lo más cómodo es echarle la culpa al de fuera de casa.

La conferencia anual del UKIP acaba de celebrarse en Birmingham en un clima de euforia, con el cuarto partido del país en su momento más esplendoroso, beneficiario del voto potencial de muchos tories que consideran que Cameron debería adoptar políticas mucho más radicales, y de todos aquellos ciudadanos que –al margen de tendencias políticas– creen que habría que adoptar una política de tolerancia cero en materia de inmigración, imponer cuotas severísimas para conseguir un permiso de trabajo en Gran Bretaña, y expulsar sin contemplaciones a todos los que no tengan los papeles en regla.

“El principal problema del UKIP –señala el comentarista Andreas McIlvoy– es que se trata de una formación bidimensional con tan sólo dos temas en su agenda, Europa y la inmigración, sin ningún tipo de plataforma sobre cuestiones tan fundamentales como los impuestos, la defensa, la sanidad, la educación o el medio ambiente”. Es una debilidad que reconoce su líder Nigel Farage, un personaje hábil y ambicioso que está haciendo mucho daño a los conservadores seduciendo a algunos de sus mecenas para que se cambien de bando y lleven su dinero a una opción “más auténticamente de derechas”.

Dentro de esta estrategia para dividir al partido tory, Farage ha propuesto a Cameron un alianza electoral a cambio de un pacto “escrito en sangre” para celebrar un referéndum que pregunte a los británicos si quieren seguir en la UE. Mientras Cameron prefiere seguir en la UE, una parte importante de su electorado más conservador prefiere salir. Un Partido Conservador debilitado daría mucha fuerza al UKIP.

Las últimas encuestas dan al Labour una ventaja de alrededor de nueve puntos sobre los conservadores, pero no es descabellado que en las próximas elecciones generales (previstas para el 2015) vuelva a darse la situación de que ningún partido goza de mayoría absoluta y es necesaria una coalición. Será entonces cuando el UKIP, si ha consolidado sus expectativas, se convertirá en una pieza fundamental del tablero político, tal vez incluso relevando en ese papel a los libdem, que ahora apoyan a los tories.

Un buen barómetro serán las elecciones europeas del 2014. En las del 2009 el UKIP constituyó la gran sorpresa con dos millones y medio de votos (un 16,5%), relegando al Labour al tercer lugar y a los libdem al furgón de cola. La próxima vez el partido no se conformará con eso, sino que irá directamente a por la victoria

26-IX-12, R. Ramos, lavanguardia