panoràmica de la situació de la crisi a Síria (II)

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Los drusos sirios y los refugiados palestinos

En Siria, la comunidad drusa representa una pequeña parte de la población, en torno a 500.000 personas, concentradas sobre todo en la región meridional de Jabla Al Arab. También hay varios miles de drusos atrapados en esa anomalía político-administrativa que son los altos del Golán, ocupados por Israel. Hasta la fecha, el grueso de esa comunidad no se ha rebelado contra el régimen de Al-Asad. El temor a un futuro gobierno suní extremista y, seguramente, el temor a que el régimen no caiga tan pronto parece ser más grande que el deseo de desquitarse de un historia reciente de represión por parte de los alauitas. Esta adhesión al régimen no es precisamente entusiasta por lo que tampoco puede descartarse que cambie al hilo de la evolución de los acontecimientos. 

Se estima que la población de refugiados palestinos de larga duración en Siria es similar a la de los drusos, unas 500 mil personas. Hasta el momento, los palestinos refugiados en Siria no se han implicado en un conflicto que, sin embargo, les está afectando. A los campamentos de refugiados palestinos, con sus propias deficiencias endémicas (masificación, precariedad de servicios básicos, etc.), estarían llegando miles de refugiados sirios en busca de protección

En palabras de Robert Fisk, la neutralidad por la que están optando algunas de las minorías presentes en Siria no implica necesariamente que consigan evitar salir indemnes del conflicto. 

 

¿El gobierno iraquí controla su territorio?

El gobierno iraquí de Al-Maliki, chiíta, ha criticado el envío de armas a los rebeldes sirios. El mayor temor del gobierno iraquí respecto a Siria sería la caída de Al-Asad y la formación de un gobierno extremista suní. Sea cuál sea el desenlace del conflicto sirio, el gobierno iraquí es consciente de que afectará en mayor o menor medida al equilibrio político confesional de Irak, lastrado por disputas entre chiíes y suníes, y con un importante población kurda, en el norte, que controla una parte nada despreciable de los recursos energéticos. Informaciones de varias fuentes aseguran que combatientes yihadistas sunís, e incluso miembros de Al Queda, están atravesando la frontera ente Siria e Irak para sumarse a la resistencia siria

La violencia en Irak ha aumentado en los últimos meses. Algunos analistas señalan a la organización Al Qaeda como la responsable, empeñada en una inédita estrategia de atentados desde su sangrienta campaña de 2006-2007. Convendría, sin embargo, ser muy cauto a la hora de hablar de Al Qaeda: ¿Sus miembros están en todas partes y tienen tanto protagonismo? Cuesta creerlo. En todo caso, la inmensa mayoría de las noticias que hablan de la implicación de Al Qaeda no aportan pruebas de esa ello. ¿Todos los yihadistas pertenecen a Al Qaeda? No. ¿Resulta atractiva la simple pronunciación del nombre Al Qaeda para los analistas de distinto pelaje? Cabe pensar que sí, dada la falta de evidencias de pese que rodean a una parte nada desdeñable de las informaciones que se difunden sobre la organización. 

El hecho es que, como señalamos, la situación en Irak no ha hecho más que empeorar en los últimos meses. Según informaba recientemente el International Crisis Group, el gobierno de Al-Maliki no ha sido capaz de integrar en sus planes de gobierno a partidos políticos como Al-Iraquiya, formado sobre todo por una núcleo político laico, aunque también incluye representantes de las comunidades suníes árabes y turcomanas. Resulta difícil pensar en una transición estable que margine a la minoría suní. 

Por su parte, Turquía tampoco está muy satisfecha con el control que ejerce el gobierno iraquí sobre sus fronteras: se han producido varios enfrentamientos con víctimas mortales entre militares turcos y guerrilleros kurdos en las últimas semanas.

 

¿Yihadistas en Siria?

La presencia de yihadistas internacionales en Siria es innegable. Libios, tunecinos, e incluso ceutíes –por poner sólo algunos ejemplos-– han muerto combatiendo contra las tropas de Al-Asad. Sin lugar a dudas, el régimen de Damasco le conviene exagerar la presencia de yihadistas en las filas de la resistencia que conforman el heterogéneo Ejército Libre de Siria (ELS). No se disponen de datos que confirmen que estos yihadistas supongan una parte mayoritaria de la resistencia siria

Yassin Swehat comenta lo paradójico que resulta, considerando la historia reciente,  que el régimen de Al-Asad trate de ofrecer un versión de los hechos en la que predominen los yihadistas: “En cierto sentido, el régimen estaría pagando las facturas por sus coqueteos con círculos yihadistas durante los últimos diez años. El régimen se ha enorgullecido públicamente de haberle hecho la vida imposible a Estados Unidos en Irak: los servicios secretos sirios crearon grupos salafistas yihadistas a base de captar combatientes para enviarlos a Irak. Está claro que parte de estos combatientes ha vuelto a Siria”.

Como decimos, no se dispone de informaciones fiables que demuestren que los yihadistas constituyen la mayoría de la resistencia armada siria. Swehat comenta a este respecto: “No tengo muy claro qué porcentaje de la resistencia armada es yihadista hoy en día, pero tengo más que claro que ésta no tiene sustento social por muy radicalizada que esté la sociedad siria en este momento. El islam sirio es social y poco politizado. Está claro que el petrodólar puede hacer mucho, pero no puede convertir de un día para otro a una sociedad tan compleja como la siria. Mira el ejemplo de Libia, una sociedad con una complejidad mucho menor que la siria, y mucho más pequeña: aún así las elecciones han demostrado que politizar la religión no es un proceso fácil, ni mucho menos tan espontáneo como cierta gente dice”.

Dejando al margen campañas de propaganda y contra-propaganda en relación al asunto de los yihadistas, sí resulta preocupante  que el núcleo duro –aunque no necesariamente mayoritario– de la resistencia siria pueda estar formado por radicales que extiendan la violencia extrema –incluida la violencia sectaria– como su principal medio para conseguir derrocar al régimen de Al-Asad. Como comentaba una bloguera siria a la periodista Mónica G. Prieto en una entrevista publicada en Periodismo Humano: “El problema es que los grupos radicales, aún siendo una minoría, son quienes reciben dinero del exterior”. 

Para Javier Martín la presencia de yihadistas en Siria tiene diversas implicaciones: “El incremento de la actividad yihadista no sólo preocupa a Occidente –espantado por la posibilidad de matanzas étnicas indiscriminadas–, sino a los propios sirios, molestos ya con algunas de las actitudes intransigentes y arrogantes de esas milicias; y sobre todo al propio ELS, gran parte del cual trata de desmarcarse de sus tesis y acciones. “La ideología yihadista contradice aquello por lo que lucha el ELS”, declaró a la cadena británica el coronel Ahmad Fahd al-Nimah, miembro de la fuerza rebelde.Son una amenaza real para cuando caiga el régimen”, advirtió.

Cabe esperar que cuanto más se alargue el conflicto esa amenaza de una radicalización sea más probable: grupos con un poder creciente que no serán fáciles de controlar en caso de un derrocamiento del régimen y que se impondrían a los deseos de una parte mayoritaria de la población siria, como ya lo están haciendo en alguno de los barrios que controlan en Alepo.

Para Yassin Swehat, la narrativa que pretende presentar el conflicto sirio como un enfrentamiento entre suníes y chiíes favorece en buena medida los intereses de las potencias extranjeras implicadas: “También es deseo del régimen, ya que convertiría una revolución popular en una guerra sectaria mucho más favorable para él”.

 

Arabia Saudí, Cátar y Turquía: armas y expansión de la influencia suní

El papel de Arabia Saudí y Cátar, cabezas visibles del Consejo de Cooperación del Golfo, está siendo decisivo en la financiación y la logística del aprovisionamiento de armas y municiones –incluido armamento antitanque– de los rebeldes sirios. Jordania estaría sirviendo de puerto de entrada para este aprovisionamiento. Hace tan sólo unas semanas se produjo un relevo en la jefatura de la inteligencia saudita. El nuevo jefe de los espías saudíes, el príncipe Bandar bin Sultan, fue embajador en Washington durante más de veinte años, entre 1983 y 2005.

Respecto a Turquía, Estados Unidos ha tenido que ejercer una intensa labor de persuasión para que se involucrase de lleno en el conflicto sirio. La operación de suministro de armas y apoyo a través de Turquía estaría contando con la colaboración de agentes de la CIA estadounidense, que tendría un pequeño grupo operativo en el sur del país gobernado por Erdogan. La orden firmada por Obama excluye el suministro de armas estadounidenses a los rebeldes. No excluye, sin embargo, la entrega de armas a través de países intermedios o de traficantes de armas privados, una variante empleada en otros conflictos: sin embargo, hasta el momento, no hay informaciones fiables en ese sentido. Según Reuters se estaría recurriendo como centro logístico una base aérea turca, utilizada en el pasado por Estados Unidos, situada a unos 100 kilómetros de la frontera con Siria, en las proximidades de la ciudad turca de Adana. 

En varias informaciones relacionadas con la cadena de suministro de armas estarían implicados también los Hermanos Musulmanes sirios (que tuvieron un papel destacado en la revuelta suní contra el padre de Al-Asad, que terminó con la Masacre de Hama en 1982). Respecto a este grupo, Yassin Swehat comenta que su peso político dentro de Siria era, hasta el inicio del conflicto, casi inexistente: “Llevan 30 años desterrados y esto se nota, tanto en que fue un partido político que ha envejecido mucho (y mal) como en su pérdida de contacto con su potencial base social. Han medo resucitado gracias a la financiación de Catar y a que algunos sectores simpatizan con ellos, no tanto por su islamismo (de hecho los HHMM tienen un discurso de apariencia bastante liberal, mucho más que en otros países) como por el hecho de que los ven como los que más firmes se están mostrando contra el régimen y los que menos posibilidades tienen, por lo tanto, de querer entenderse con Al-Asad, a diferencia de la oposición interior”. 

Arabia Saudí, Catar y Turquía eran países aliados del régimen de Al-Asad hasta hace tan sólo unos meses. Si resulta asumible –aunque no seguro: en Oriente Medio poco resulta seguro– que el papel de Turquía en una futura Siria post Al-Asad contribuya a una reconstrucción nacional sensata –y a un reequilibrio regional que, sin dejar de favorecer su papel de potencia, trate al mismo tiempo de no incendiar todavía más la zona–, parece menos probable que un país como Arabia Saudí, uno de los peores regímenes del Golfo, con recientes episodios represivos contra su población chiíta y contra los manifestantes chíies en Bahreim sede de la Quinta Flota estadounidense que intentaron reproducir una Primavera Árabe, vaya a ofrecer una colaboración entusiasta y decidida a la hora de construir una Siria más libre que con Al-Asad. 

Algunos analistas, como el brasileño Pepe Escobar, han destacado el papel de Arabia Saudí –en mayor o menor sintonía con Estados Unidos– a la hora de enturbiar la situación en Irak e impedir la regeneración política en Yemen y sus maniobras, exitosas hasta la fecha, para impedir que el estatus quo político en Egipto se desbocase en una transición esperanzadora, desde el punto de vista democrático. A nivel interno, las autoridades saudíes se aplican ejemplarmente a reprimir a la minoría chiíe del país y continúan fieles a su interpretación –para muchos, incluidos muchos musulmanes, desquiciada– de la ley islámica. Las mujeres saudíes sufren especialmente la falta de oportunidades para desarrollar una vida independiente. Que muchas leyes de Arabia Saudí no sean consideradas como delirios propios de un perturbado es sólo un convención geopolítica: mientras tengan petróleo continuarán siendo interlocutores válidos. 

En una posición similar a la de Arabia Saudí respecto al conflicto sirio se encuentran los Emiratos Árabes Unidos. Desde Abu Dabi se han enviado generosas cantidades de dinero a los rebeldes. A nivel interno, los Emiratos Árabes no pueden ser considerados un país ejemplar. Según Amnistía Internacional, durante todo el mes de julio las autoridades del país se han dedicado a detener a varias figuras opositoras relevantes. La última de las noticias sobre progresos democráticos que llegan del emirato. Al parecer, las garantías procesales de los detenidos no estarían siendo respetadas. 

Poco se puede esperar, por otra parte, de la Liga Árabe. Algo que no resulta extraño. La presidencia rotatoria recae en estos momentos en Kuwait. Hace unas semanas las autoridades kuwaitíes decidieron reprimir por enésima vez una manifestación de ciudadanos en situación legal de apatridia (bidoon), que desde hace años reclaman el poder disfrutar de los derechos más básicos, incluido el de ciudadanía.

Así las cosas, ¿resulta tranquilizador que Arabia Saudí, Catar y Turquía se estén encargando casi en exclusiva de la logística del suministro de armas y entrenamiento de combatientes o resulta simplemente útil a corto plazo? Por una parte, Estados Unidos y Europa pueden permitirse afirmar que todo el asunto no va con ellos: es una cuestión regional, nosotros apenas intervenimos. Las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores Británico, William Hague, cuando aseguró que el Reino Unido está prestando asistencia “práctica pero no letal” a los rebeldes sirios da la medida de la implicación pública de las potencias occidentales. Si usted era de los que pensaba que la retórica, incluso la retórica diplomática, tenía sus límites, no deje de prestar atención a las declaraciones de las cancillerías occidentales: al hablar de Siria parecen decididas a superar esos límites con una brillantez que los dadaístas no siempre alcanzaron a la hora de subvertir la lógica de la retórica burguesa.

A medio y largo plazo, la falta de implicación directa de las potencias extranjeras puede convertirse en un problema para sus intereses. En un gran problema si la situación se complica. Salvando todas las distancias con Libia –que son muchas, por suerte para los sirios– se puede pensar en el Afganistán de los años 80 y en el apoyo de Estados Unidos a los muyahidines afganos –y extranjeros– que combatieron contra la Unión Soviética. Los servicios de inteligencia paquistaníes, el ISI, al gestionar los envíos de dinero y de armas estadounidenses, estableciendo toda la red de contactos, pactos y promesas, acumularon tal grado de poder y se hicieron tan indispensables para los servicios secretos occidentales que, desde entonces, no han dejado de resultar altamente problemáticos, tanto a nivel externo como en el propio Paquistán. 

Yassin Swehat puntualiza, además, que los diversos canales abiertos para la entrega de armas a la resistencia siria no parecen estar funcionando a pleno rendimiento en cuanto eficacia y eficiencia, al menos no en algunos casos: “Está claro que hay potencias regionales (Turquía, Catar, Arabia Saudí) que están armando a ciertos sectores, y en ciertas zonas nada más: las áreas que más interesan a cada potencia. Pero también es un hecho el aumento desaforado del precio de la munición en el mercado negro de armas en Siria, un mercado que siempre existió, y que permitió la formación de muchas fortunas de personajes muy afines al régimen y a sus servicios de seguridad. Esto indicaría que hay mucha gente que está comprando dentro del país, a la que le estaría llegando armamento desde fuera. Es un dato, en mi opinión, importante, y confirmaría las quejas de muchos batallones de que no les llega nada de lo que se dice que se le envía, ni de parte de potencias extranjeras, ni de parte de donantes sirios en el exterior”.

Según algunas noticias aparecidas en medios turcos, desde Ankara –también desde Washington– ya se estaría planeando una transición siria que reservase al ejército turco un papel relevante. Se querría evitar el error que se cometió en Irak en 2003 desmantelando casi por completo el ejército de Sadam.


Gaseoductos

En julio de 2011, se anunciaba la firma de un acuerdo entre los gobiernos de Irán, Irak y Siria para la construcción de un gaseoducto que transportaría gas iraní hasta Siria atravesando Irak. Los tres gobiernos coincidían en una cosa: no están controlados por suníes. La inversión prevista era de 10.000 millones de dólares y el plazo de ejecución de unos 3 años. El proyecto, en estos momentos, se podría considerar en vía muerta. 

El desenlace del conflicto sirio condicionará que varios proyectos energéticos internacionales, que en estos momentos se encuentran en fase de preparación, puedan llegar a contar a Siria como territorio de paso. Como explicó hace unos meses en un artículo la profesora de la Universidad de Barcelona Nazanín Armanian, en Siria se puede estar resolviendo el futuro del suministro energético de la Unión Europea y China, así como el poder futuro de las gasísticas rusas como proveedores privilegiados. 

 

Las tres vetos de China y Rusia 

Los tres vetos de China y Rusia hasta la fecha han impedido que el Consejo de Seguridad de la ONU acordase medidas de presión contra el régimen de Al-Asad. La mayoría de los analistas coinciden al señalar que la actitud de Rusia y China tiene mucho que ver con las consecuencias de la Resolución 1973, de marzo de 2011, mediante la cual el Consejo de Seguridad permitió la intervención aérea en Libia y el apoyo decidido a la oposición armada libia. China y Rusia se habrían sentido traicionados por las potencias occidentales: no estaba previsto el fin de Gadafi y de su régimen. 

Se ha hablado mucho también de la importancia geoestratégica que tiene para Rusia la base naval de Tartus, en territorio sirio desde hace más de 40 años. Único puerto seguro para la flota rusa en el Mediterráneo, Rusia temería perderla en caso de que el régimen de Al-Asad caiga y sea reemplazado por un gobierno menos amigable para los rusos. Siria es, además, uno de los principales compradores de armas rusas. Moscú no ha dejado de enviar armas al régimen de Damasco. Hace tan sólo unas semanas fue interceptado frente a las costas inglesas un carguero que se dirigía a Siria con armamento ruso, incluidos misiles y helicópteros de combate

Otro motivo para que Rusia se oponga a la toma de medidas contra el régimen de Al-Asad tiene que ver con la situación del Cáucaso. Resultaría difícil equilibrar retóricamente un apoyo a las tropas rebeldes sirias con la pacificación manu militari del Cáucaso que el régimen de Putin ha llevado a cabo desde hace más de una década.

Una lectura similar puede hacerse de la oposición China a una resolución del Consejo de Seguridad que condene al régimen de Al-Asad. Por una parte, China es uno de los principales socios comerciales de Siria. El volumen de negocios entre ambos países no había dejado de crecer en los últimos años: las medidas de apertura económica han favorecido las importaciones chinas. Por otra parte, Pekín no puede permitirse apoyar un movimiento rebelde contra un régimen como el de Al-Asad, del mismo modo que no podía permitirse un apoyo a los rebeldes libios. La legitimidad de la ocupación y la represión en el Tibet y la autocracia que el gobierno de Pekín ejerce en su propio país resultarían heridas, cuando menos, a nivel dialéctico si China se dedicase a apoyar a movimientos rebeldes que tratan de derrocar a regímenes autocráticos. Otro aspecto a tener en cuenta es la seguridad energética del país asiático. Altamente dependiente de las importaciones de petróleo provenientes de Oriente Medio, incluidas las que realiza desde Irán, China no puede permitirse perder capacidad de acceso a esos recursos energéticos si quiere mantener su ritmo de crecimiento económico. En 2010, las importaciones de petróleo desde Oriente Medio supusieron un 46% de las totales del país. 

En caso de una caída de Al-Asad, tanto la diplomacia rusa como la china tendrán que empeñarse en conseguir, tal y como han hecho en Libia, que su decisión de vetar el apoyo de la ONU a los rebeldes no les pase factura a nivel económico. En Libia lo consiguieron, al menos en parte: ya se han firmado acuerdos energéticos entre compañías chinas y rusas y el nuevo gobierno libio. Considerando su nulo apoyo a los rebeldes libios, ambas potencias no han salido tan mal paradas. 

El reportero de The New Yorker Jon Lee Anderson se refería hace unos días a la madeja de intereses y alianzas que el conflicto sirio está generando: “¿Qué significan todos estos alineamientos? Que, sea lo que fuere que ocurra adentro de Siria –y puede llegar a ser horrible, ciertamente, e involucrar mayores matanzas–, también se libra una confrontación internacional. Al final, Siria puede terminar siendo sólo una escaramuza dentro de un conflicto más amplio, como algunos temen. Pero suena plausible que Siria esté destinada a ser un punto de inflexión histórica. Cualquiera que sea el caso, después de Siria bien podremos hablar abiertamente de una nueva guerra fría, con líneas de batalla dibujadas toscamente, como lo son hoy en ese país, y con nuevos conflictos por venir”.

En un reciente artículo publicado en The New York Review of Books, el politólogo canadiense Michael Ignatieff otorgaba una dimensión a los vetos de Rusia y China que supera el bloqueo concreto del Consejo de Seguridad sobre unas determinadas sanciones contra el régimen de Al-Asad, e incluso en las tan debatidas sanciones contra Irán. Según Ignatieff esos vetos pueden interpretarse en clave de futuro como una significativa advertencia de los tiempos geopolíticos que están por venir: un futuro en el que Estados Unidos y Europa ya no podrán hacer y deshacer con tanta libertad. Según Ignatieff, el mensaje que Rusia y China quieren enviar sería: “Este no es vuestro mundo, quieren hacernos saber, y la historia no se está moviendo en vuestra dirección. Tenéis que contar con nosotros”.


Javier Martín, uno de los periodistas españoles con más experiencia en Oriente Medio, es autor de tres libros publicados por la editorial Libros de la Catarata: Hizbulah. El brazo armado de Dios (2006); Suníes y chíies. Los dos brazos de Alá (2008); y Los Hermanos Musulmanes, este último publicado hace un año.

Mikel Ayestaran, periodista free-lance para el Grupo Vocento y la televisión vasca, ha informado sobre algunos de los conflictos más relevantes de los últimos años. Sus reportajes, muchos de ellos multimedia, pueden leerse en su página web, en la que también mantiene un blog.

Yassin Swehat, bloguero hispano-sirio que mantiene dos blogs, uno en castellano, El Cofre Damasquino, y otro en árabe, con información y comentarios sobre la actualidad siria y Oriente Medio.

Lino González Veiguela es periodista. Sus artículos más recientes en FronteraD han sido Diccionario de la crónica hispanoamericana, República Centroafricana: el Estado inexistente refugio de Joseph Kony, Siete consejos de Charles Simic a los jóvenes poetas y Wojciech Jagielski, la complejidad del mundo. En FronteraD mantiene el blog El mundo no se acaba