Mursi convoca el Parlament que l’Exèrcit disolgué...

El presidente de Egipto, Mohamed Morsi, movió ayer ficha en su partida contra el ejército al convocar de nuevo el Parlamento que la junta militar había disuelto el pasado 15 de junio mediante un dictamen del Alto Tribunal Constitucional. En un decreto presidencial emitido ayer Morsi ordena que el Parlamento reanude sus sesiones y retome sus prerrogativas, según informó la agencia estatal Mena.

La tarea parlamentaria sería la redacción de la nueva Constitución y, una vez aprobada, convocar elecciones dentro del plazo de los 60 días siguientes.

La iniciativa de Morsi puede provocar un enfrentamiento directo entre la junta militar, liderada por el mariscal Tantaui, y los Hermanos Musulmanes, movimiento del que ha surgido el presidente egipcio.

El Consejo Superior de las Fuerzas Armadas había disuelto el Parlamento, controlado por el Partido Libertad y Justicia, de los Hermanos Musulmanes, después que el Tribunal Supremo Constitucional anulase el pasado 14 de junio los últimos comicios legislativos por irregularidades.

Como consecuencia, la cúpula castrense apuntó entonces que retomaba el poder legislativo hasta que se constituyera un nuevo Parlamento, una decisión que fue criticada por la cofradía.

Antes que Morsi jurara su cargo el 30 de junio, los militares que han gobernado el país desde los años cincuenta limitaron sus poderes. El ejército se reservó la facultad de legislar y de decidir su propio presupuesto.

En Egipto persisten las dudas sobre la aplicación del fallo del Tribunal Constitucional, que sólo afectó a la cámara baja del Parlamento. Además, está pendiente de resolución judicial el futuro de la cámara alta del Parlamento. El Tribunal Supremo Administrativo decidió ayer remitir al Tribunal Constitucional la demanda judicial que pide la disolución de esta cámara por irregularidades en su composición.

El mutismo con el que los militares han acogido el decreto presidencial hace pensar a los observadores que puede haber algún tipo de acuerdo entre Morsi y la junta. “Podrían haber negociado algo previamente, al menos en líneas generales”, afirmó Shadi Hamid, director de investigación del Centro Brookings de Doha a la agencia Bloomberg. Si ha sido una decisión unilateral –añadió Hamid– significa un enfrentamiento directo con las fuerzas armadas y con los jueces.

Ayer mismo, el presidente Morsi recibió una invitación de Barack Obama para reunirse con él en Nueva York aprovechando su asistencia a la Asamblea general de la ONU en septiembre. La invitación la transmitió el vicesecretario de Estado, William Burns, de visita en El Cairo.

9-VII-12, agcs, lavanguardia

El forcejeo entre militares e islamistas, que marcará el mandato del presidente Mohamed Morsi, pasa del espectacular y peligroso enfrentamiento callejero a la cultura del compromiso en conciliábulos secretos y discretos pasillos. Ambas instituciones conservadoras –el ejército y los Hermanos Musulmanes– coinciden en salvaguardar el orden público y evitar desafiantes manifestaciones que pueden desbordarse.

Ante la sede del Parlamento, abierto ayer para una breve pero significativa sesión de los diputados, partidarios de la Junta Militar y del nuevo jefe del Estado se enzarzaron a golpes gritando respectivamente: “¡Abajo el líder de los Hermanos Musulmanes!” o “El pueblo y el presidente, una sola mano”. Guardias de seguridad de facción permitieron la entrada de los diputados, convocados por Saad el Katatni, presidente de la Cámara, en un evidente desafío a los decretos promulgados sobre su disolución. Pero el gesto fue contenido y la sesión, retransmitida por la televisión egipcia, apenas duró diez minutos. Fue el tiempo necesario para que El Katatni comunicase que había convocado la reunión no para echar en cara a responsables militares y judiciales sus decretos de suspensión, sino para tratar de un aspecto técnico de procedimiento.

El Parlamento se ha dirigido al Tribunal de Apelación para que considere el mecanismo para la aplicación del decreto de disolución. Una vez deliberado, se volverá a convocar a los diputados.

No todos los diputados comparecieron a esta sesión. Los de partidos liberales e izquierdistas, y ante todo el histórico partido nacionalista conservador Uafd o el pequeño Tagamu boicotearon la convocatoria. Criticaron la decisión de Morsi de reunir el Parlamento como una “invitación al caos” de los Hermanos Musulmanes. Este bloque, gran derrotado de las elecciones legislativas por los grupos islamistas –moderados o radicales–, no ha perdido nada con la disolución de un Parlamento que estos dominan.

La hermandad había convocado ayer a través de Twitter y Facebook una “manifestación de un millón de personas” en la plaza Tahrir para apoyar al presidente. Sea por lo que sea, la concentración no tuvo lugar. Es indudable que, antes y ahora, es esta poderosa organización la única que cuenta con un gran poder de convocatoria. Las ilusiones del año pasado de la plaza Tahrir que tanto conmovieron al público occidental han sido muy efímeras.

Las grandes ambigüedades del ordenamiento jurídico-político provisional de Egipto propician estas situaciones confusas y alambicadas. El fenómeno de impugnación callejera al poder militar tiende a convertirse en una maniobra de gobierno más sutil y cínica. Es el peso de la realpolitik que se impone en la historia.

11-VII-12, T. Alcoverro, lavanguardia