"Al-Qaeda, con un pie en Siria?", Fawaz A. Gerges

Al igual que en el caso de muchos otros detalles en torno a la violencia actual en Siria, el frente de Nusra, un grupo que ha reivindicado los últimos atentados al estilo de Al Qaeda en Damasco, es muy opaco y propicio a la especulación. Inspirado o no por Al Qaeda, tal grupo no debería ser investido de un significado particular: hay decenas de facciones opositoras que operan en Siria de forma independiente. La mayoría elude la ideología y las tácticas de Al Qaeda y son activistas de signo religioso y nacionalista o de mentalidad laica.

Al Qaeda nunca ha sido un actor clave en Siria. Sin embargo, el actual conflicto en el país ha evolucionado de la lucha política a la lucha armada, con su correspondiente carga de caos y desesperación a cuestas. De forma creciente, los manifestantes han empuñado las armas para defender a sus comunidades. El Ejército Libre Sirio es sólo una de las unidades armadas que operan de forma independiente.

Pruebas crecientes apuntan a la llegada al país de yihadistas de Iraq, Líbano, Libia y otros lugares. Los servicios de inteligencia estadounidenses y occidentales consideran que combatientes de Al Qaeda han llegado a Siria y se han unido a la refriega. El 18 de mayo, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Mun, dijo que creía que Al Qaeda estaba detrás de dos recientes atentados con explosivos en Damasco. A medida que el conflicto sirio se agrave y el país se hunda en una espiral de violencia sectaria, las distintas facciones de Al Qaeda harán todo lo posible para lograr poner un pie en el país. Su capacidad para ello dependerá de la reacción siria ante estos combatientes extranjeros y de si la agraviada comunidad suní les dará cobijo o no.

Se han registrado hasta el momento once atentados con coche bomba en Siria. Aunque es difícil determinar la identidad de los autores, algunos de los ataques como los atentados de la semana pasada en la proximidad de un edificio de inteligencia militar en un barrio de Damasco, con más de 50 muertos y cientos de heridos, llevan el sello de Al Qaeda. No es de extrañar debido a que la guerra que se libra en Siria ha tomado un cariz de enfrentamiento entre suníes y chiíes, lo que permite que Al Qaeda, movimiento de base suní, aproveche la oportunidad y se erija en defensor de la comunidad suní.

El actual líder de Al Qaeda, Ayman al Zauahiri, ha pedido públicamente a los yihadistas que vayan a Siria, luchen contra el régimen apóstata de El Asad y defiendan a los suníes perseguidos. "No os fiéis de Occidente ni de Turquía, que han llegado a acuerdos con este régimen y han cooperado con él durante décadas, para abandonarlo sólo cuando ha empezado a flaquear", ha declarado, instando a los musulmanes de Iraq, Jordania, Líbano y Turquía a unirse a las revueltas. "Debéis confiar únicamente en Dios y en vuestra capacidad de sacrificio, resistencia y firmeza".

La presunta infiltración de Al Qaeda en Siria no debe ocultar una cuestión fundamental, la de que la organización terrorista no estaba presente en el comienzo de la sublevación de hace más de un año. No obstante, y a través de la escalada de la violencia y el continuo derramamiento de sangre, el régimen sirio ha logrado imponer su fuerza en la lucha básicamente planteada al principio de modo pacífico, arrojando el país al caos, factor que atrae a combatientes salafistas.

Ya sea en Iraq, Somalia o Yemen, Al Qaeda es un parásito social que se alimenta de la inestabilidad social. Por lo tanto, Siria se ha convertido en un campo de batalla, una guerra por delegación, en la que Al Qaeda se esfuerza por encontrar un nuevo refugio y presentarse como un guardián de los musulmanes suníes: objetivos en marcado contraste con los de la mayoría de los manifestantes sirios.

De este modo, Siria está empezando a parecerse a Iraq desde el comienzo de la invasión liderada por EE.UU. y la ocupación del país: se está convirtiendo en un teatro donde aparecen elementos, no sólo de Al Qaeda, sino también combatientes de filiación salafista. Cuando EE.UU. invadió Iraq en el 2003, Abu Musab al Zarqaui, el líder de Al Qaeda en Iraq, tenía menos de 50 combatientes. Cuando fue asesinado en una incursión aérea estadounidense en el 2006, hubo miles de atentados suicidas con explosivos en Iraq, país que no había sufrido un solo atentado suicida antes de la invasión estadounidense.

La escalada del conflicto en Iraq, sobre todo la movilización sectaria entre suníes y chiíes según sus respectivas posiciones, atrajo a gran número de iraquíes suníes, así como a libios, tunecinos, saudíes, yemeníes, jordanos, palestinos y marroquíes que inundaron el país para defender a los suníes que se consideraban vejados por estadounidenses y chiíes, incluyendo Irán. Siria fue uno de los conductos utilizados para el flujo de yihadistas árabes a Iraq. Un rápido vistazo a algunos de los sitios web de combatientes salafistas muestra ahora una estrategia de movilización similar en Siria, utilizando un medio sectario de suníes contra alauíes para reclutar combatientes.

Al final, Iraq resultó ser el cementerio de Al Qaeda. Aunque al principio los árabes suníes en Iraq dieron la bienvenida a Al Qaeda con los brazos abiertos, unos años más tarde la misma comunidad se volvió en venganza contra la organización terrorista. Los puntos de inflexión fueron los indiscriminados y terribles ataques de Zarqaui contra la población civil y sus esfuerzos para desencadenar una guerra sectaria entre suníes y chiíes, además de la violación por parte de Al Qaeda de las normas tribales. Al Qaeda no se ha recuperado.

Para Al Zauahiri y yihadistas afines, Siria ofrece una oportunidad para introducirse en un conflicto local y establecer su presencia estratégica en tal escenario. Al Zauahiri y su grupo conocen bien la importancia de lo que ellos llaman la base popular y se esforzarán en apelar a la comunidad suní en Siria mediante la carta del sectarismo. Sin embargo, y con escasas excepciones, los suníes corrientes en Siria consideran a Al Qaeda un pasivo, no un activo.

Existe un peligro real en el sentido de que si Siria se hunde en una guerra civil como la de Iraq entre 2003 y 2007, Al Qaeda probablemente encontrará lugar donde asentarse y convertirse en un núcleo apto para los combatientes de los países vecinos. Sería una novedad aterradora, que representaría entrar en el juego del régimen sirio. En una entrevista en una televisión rusa, el presidente Al Asad dijo que no hay manifestantes pacíficos en su país, únicamente bandas armadas y terroristas del tipo de Al Qaeda, y que la sublevación fue parte de una conspiración dirigida y financiada desde el exterior.

A cada atentado o ataque, ambas partes se culpan unas a otras, añadiendo leña al fuego del régimen y de su retórica que se autoperpetúa. Hasta ahora, la mayoría de los grupos sirios han rechazado la ideología y táctica de Al Qaeda. El Ejército Libre Sirio ha dicho que el movimiento Al Qaeda no es bienvenido en el país y que se opondrá militarmente a él si el grupo extremista llega a establecerse en el país.

Cuando la primavera se convierte en invierno prolongado, atacantes suicidas y coches cargados con miles de kilos de explosivos pueden matar al azar, aterrorizar y tratar de ahondar la división entre comunidades en Siria. Pero el futuro de Al Qaeda en el país desgarrado por la guerra dependerá, en última instancia, de cómo reaccione la comunidad suní en Siria ante la llegada de yihadistas: sin un suelo fértil y un anfitrión acogedor, Al Qaeda y otros elementos extremistas no sobrevivirán al más largo de los inviernos.

27-V-12, Fawaz A. Gerges, lavanguardia