permanent amenaça nacionalpopulista argentina sobre les illes Falkland

En las Malvinas hoy no se celebra nada. En Argentina es un día festivo. Se conmemora que hace treinta años la dictadura invadió el archipiélago, provocando la guerra con el Reino Unido y la masacre de más de un millar de vidas entre los dos bandos. Todo por unos territorios casi deshabitados, que escasísimos argentinos han pisado y que desde hace dos siglos ocupan ciudadanos británicos que no quieren saber nada de Argentina.

En realidad, la guerra de 1982, que duró 74 días, finiquitó durante muchas generaciones cualquier posibilidad de que las Falkland estén algún día bajo soberanía argentina. Pero la Casa Rosada insiste perpetuamente en esa reivindicación y esgrime la memoria de sus 649 mártires.

Tres décadas después, el contencioso vive la peor escalada de tensión. El aniversario ha ayudado al Gobierno de Cristina Fernández, que ha instalado en sus discursos las Malvinas y las críticas a Londres por negarse a negociar la soberanía de las islas. La presidenta enarbola el nacionalismo para reforzar su imagen en un momento de desaceleración económica y disputas en el peronismo gobernante.

Aunque varias resoluciones de la ONU instan al Reino Unido a sentarse a dialogar, Argentina tiene muy poco margen de maniobra para conseguirlo. Además, la táctica de Fernández, centrada en hostigar a los isleños, no ha hecho más que aumentar el rechazo de los kelpers a todo lo argentino y que el Gobierno de David Cameron se implique aún más en la protección de esos 3.000 súbditos que viven a medio millar de kilómetros de la Patagonia.

Primero, la mandataria apostó al apoyo de los países sudamericanos y logró que sus socios de la Unasur prohibieran que los barcos con bandera de las Falkland recalaran en los puertos del continente. Una medida simbólica, ya que afecta a una veintena de buques que además pueden usar también la Union Jack, que aún no ha sido proscrita por Buenos Aires. Argentina también ha impedido aleatoriamente que algunos cruceros y embarcaciones provenientes de las islas hicieran escala en sus costas.

Pero el apoyo regional empieza a resquebrajarse, coincidiendo con el conflicto interno en el Mercosur después de que Argentina haya decidido restringir unilateralmente casi todas las importaciones de sus vecinos para frenar el déficit comercial. Uruguay ya se posicionó contra cualquier bloqueo a los isleños, y permitirá que el 13 de abril un avión de carga fletado por empresarios uruguayos vuele a las islas con productos frescos, una de las principales necesidades de los kelpers.

"De ninguna manera se procederá a un bloqueo económico de las islas que sería violatorio de los derechos humanos de sus habitantes", dijo el ministro de Exteriores de Uruguay, Luis Almagro, que comparó la actitud argentina con el embargo comercial de EE.UU. sobre Cuba.

El Penguin News, semanario de las Falkland y auténtico portavoz del sentir isleño, celebra esta semana en portada el apoyo de Montevideo: "Vuelo uruguayo listo para despegar", titula.

Fernández también amagó con cancelar el vuelo semanal de la aerolínea Lan a las Malvinas que parte de Santiago de Chile y sobrevuela territorio argentino, sembrando la incertidumbre entre los isleños, un 10% de los cuales son trabajadores chilenos. "Vivo en carne propia las dificultades que hay en la escasez de productos frescos, más baratos y de mejor calidad traídos de Chile, a diferencia de los que se importan de Inglaterra; si se produce la cancelación del vuelo de LAN no podríamos estar peor", explica a La Vanguardia desde las Falkland Vanessa Ramírez, una chilena que vive en las islas.

La presidenta cambió aparentemente de postura y propuso hace un mes abrir tres vuelos semanales de Aerolíneas Argentinas a las Malvinas. El gobernador del archipiélago, Nigel Haywood, rechazó la iniciativa, aunque luego dijo que podrían estudiarla siempre que el vuelo de Chile se mantuviera. Los kelpers no se fían.

La última medida argentina ha sido denunciar civil y penalmente ante tribunales locales a las empresas petroleras que operan en las islas, aunque ha pedido renegociar con Londres los acuerdos de pesca firmados después de la guerra, ahora paralizados. España mantiene importantes intereses pesqueros en el archipiélago.

La respuesta de Cameron se resume en un compromiso sin fisuras con los malvinenses. El ministro de Exteriores británico, William Hague, reiteró el jueves que el Reino Unido defenderá "con firmeza" las Falkland y recordó que los kelpers tienen derecho a la "autodeterminación". Hague también anunció una ofensiva diplomática para ampliar y mejorar las relaciones con los países latinoamericanos.

Haywood no descarta convocar un referéndum de autodeterminación en las islas. Los falklanders podrían decidir si quieren seguir siendo británicos -lo más probable-, ser independientes -un deseo de muchos kelpers- o ser argentinos, opción que quizá no votarían ni los 29 argentinos que viven en las islas.

Mientras, en Argentina un grupo de prestigiosos intelectuales, entre ellos el historiador Luis Alberto Romero (ver entrevista), el filósofo Juan José Sebreli o la socióloga Beatriz Sarlo, ha expresado su voz minoritaria de rechazo a la actitud del Gobierno. En un manifiesto, los firmantes rechazaban la semana pasada el "nacionalismo retrógrado" y la utilización de los muertos en el conflicto a los que se tacha de "héroes", aunque en realidad son "víctimas".

Los intelectuales, que en febrero ya apoyaron el derecho de autodeterminación de los kelpers, piden ahora que Argentina deje de celebrar el día de la invasión. "Desaprobamos que el 2 de abril haya sido declarado Día del veterano y los caídos en la guerra en Malvinas, como si esa efeméride pudiera ocultar que, feriado mediante, es la causa Malvinas la que se está reivindicando, como si fuera una causa justa pero 'en manos bastardas'", dicen.

Fernández conmemorará la fecha con acto en Ushuaia, capital de Tierra del Fuego. El 14 de junio, la presidenta acudirá al comité de Descolonización de la ONU para seguir reclamando la soberanía de las Malvinas. Ese día coincidirá con el trigésimo aniversario del fin de la guerra. Ese día sí será una fiesta en las Falkland, porque los kelpers celebrarán, como cada año, que las tropas argentinas les dejaron en paz.

2-IV-12, R. Mur, lavanguardia

Luis Alberto Romero (Buenos Aires, 1944) es uno de los historiadores más prestigiosos de Argentina, pero es tachado de antipatriota por un reciente artículo titulado ¿Son realmente nuestras las Malvinas?. Romero forma parte de una minoría de intelectuales que cuestionan a la abrumadora mayoría que no duda de que las Malvinas son Argentinas.

¿Son argentinas o no?
El contrato político une a individuos. Cada uno, en algún momento, dice sí quiero ser argentino. Los habitantes de Malvinas nunca dijeron 'sí, quiero' y están ahí desde 1833. La concepción nacionalista territorial, que yo critico pero es la más arraigada, parte de la idea de una nación preexistente y reside en su tradición, cultura y territorio. Otra concepción es la de los que pensamos que una nación es gente que hace un acuerdo político. Finalmente, los que viven en Malvinas son los dueños de su decisión.

¿Por qué ese sentimiento nacionalista es tan fuerte?
La naturalización del territorio es suponer que el territorio argentino estuvo siempre ahí, antes de que existiera Argentina. El territorio concede nacionalidad. Por eso es tan esencial un fragmento. No poseer ese fragmento hace temblar todo el edificio de la nacionalidad. Estoy convencido de que hay unas Malvinas reales, que muy pocos conocen, y unas Malvinas ideales, que son las que tenemos en el corazón los argentinos que pasaron por la escuela, que es la que completa nuestro territorio. Lo de las Malvinas entra mucho más en ese terreno del imaginario.

¿Fracaso de la dictadura?.
Tras la rendición hubo una enorme movilización contra la dictadura y la guerra. Mi tesis es que nadie se puso a preguntar si los militares habían hecho mal perdiendo la guerra o yendo a la guerra. Decidimos que queríamos sacarnos de encima a los militares y que mejor no preguntar cosas incómodas. Pero me parece que lo que hubo fue indignación por el fracaso. Si hubieran ganado, los habrían felicitado. La posibilidad de que un general, con la guerra ganada, se embarcara en ese sentimiento nacionalista y populista, y que le encontrara a la dictadura militar una salida, no es descartable.

¿Por que es tan difícil disentir sobre las Malvinas?
Indica un problema serio. Gente normal, cuando sale el tema de Malvinas, se pone fuera de sí y pierde el control. Nosotros tuvimos un regeneracionismo argentino similar al español de 1898: estamos hundidos, pero si recuperamos las islas vamos a empezar a ser felices.

¿La reivindicación argentina se lee en clave interna?
Malvinas siempre fue un problema interno. Es más, si nos las dan, nos sentiremos muy mal, los nacionalistas estarán frustrados y buscarán otro territorio irredento. El territorio irredento es esencial para un nacionalismo medio traumático como el nuestro. Hay que quejarse, sentir la falta de algo para poder descargar frustraciones y culpas. Mi hipótesis es que después vendría Uruguay. El nacionalismo, en su versión marxista antiimperialista, incorpora la idea de balcanización, de que el imperialismo dividió el virreinato en una serie de estados para evitar que Argentina sea una potencia.

Argentina también reclama una parte de la Antártida.

La Antártida será el próximo golpe contra la pared de los argentinos. Todos los niños están educados en la idea de que esa Antártida es argentina, y los niños chilenos tienen el mismo dibujo en su mapa con una diferencia de dos grados.

2-IV-12, R. Mur, lavanguardia