Armenia y Turquía firman inicio normalización relaciones

... apenas veinticuatro horas más tarde, cuando el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmaba que Turquía sólo abrirá sus fronteras con la vecina Armenia (cerradas desde el año 1993) cuando este país se retire de los siete distritos de Nagorno-Karabaj (que pertenecen a Azerbaiyán) que mantiene ocupados militarmente desde los años ochenta. Obvia comentar que el Gobierno de Ankara respalda los puntos de vista de Azerbaiyán. Es este un contencioso cuya resolución puede ser larga y que pone en entredicho el acuerdo firmado anteayer en Suiza. 12-X-09, lavanguardia

En un edificio de la Universidad de Zurich y ante la presencia, entre otros, de los ministros de Exteriores de Rusia, Estado Unidos, Francia y la UE, los jefes de las diplomacias turca y armenia estamparon sus firmas en dos acuerdos que han sido fruto de los buenos oficios de Suiza. Se hizo con tres horas de retraso y renunciando a los discursos de cada parte, que amenazaban con echar por tierra este frágil pero importante hito.

Progromos y genocidio
Entre 1894 y 1895
los otomanos ordenan pogromos contra los armenios de Anatolia, que son perpetrados por kurdos. Como consecuencia de estas razzias mueren unas 300.000 personas. En la rivalidad rusoturca los armenios habían apostado por Moscú. En 1909,nuevas matanzas, esta vez en Adana, causan otros 30.000 muertos. Los Jóvenes Turcos (nacionalistas) actúan contra los armenios mientras el imperio otomano, aliado de Alemania, se desmorona por las derrotas en la Primera Guerra Mundial. Turquía considera a los armenios la quinta columna de Rusia. El 24 de abril de 1915 arranca el genocidio con la detención y ejecución de 50 líderes armenios. Los soldados armenios son ejecutados. En la deportación desde Anatolia al desierto sirio mueren 1,5 millones de personas (muchos, niños) asesinadas o por hambre y enfermedades.

El acuerdo consiste en dos documentos.

Uno sobre establecimiento de relaciones diplomáticas, que afirma la inviolabilidad de fronteras, lo que supone el reconocimiento de las fronteras establecidas en el acuerdo de Lausana de 1924, es decir, la renuncia a los territorios de Turquía meridional, que el nacionalismo armenio reivindicaba como suyos desde el siglo XIX, e indirectamente, el reconocimiento de la anomalía de la conquista armenia del territorio de Nagorno Karabaj y zonas adyacentes, que pertenecen a Azerbaiyán, pero que Armenia ocupa militarmente desde finales de los ochenta.

ArmenianGenocidePosters.org

Los armenios citan como justificación de su ocupación que la mayoría de la población del territorio era armenia y que era maltratada por los azerbaiyanos. Lo que no se dice es que, previamente, Armenia había expulsado, desde 1979, a toda la población azerbaiyana que vivía en su república: 160.000 campesinos, 40.000 más que los armenios de Karabaj, sin que el asunto fuera noticia.

El segundo documento contiene compromisos sobre estabilidad de la región, solución pacífica de los conflictos, y para la apertura de la frontera de 325 kilómetros, que Turquía cerró en 1993 en solidaridad con Azerbaiyán, tras sólo dos años de apertura.

También se creará un grupo de trabajo que estudie las diferencias, incluido un diálogo sobre la dimensión histórica de tales diferencias.

La fórmula se refiere a lo más doloroso de este asunto: los hechos violentos de finales del XIX y del periodo 1915-1917, que los armenios, y veinte países, califican de genocidio. Para la conciencia colectiva armenia, ese trauma equivale a lo que el holocausto representa para los judíos. Según su versión, hasta un millón y medio de armenios fueron exterminados por los turcos en aquella época. La historiografía occidental suele bajar esa cifra a medio millón, pero reconoce algo parecido a un intento de solución final. Según fuentes turcas, los armenios muertos fueron 300.000, sin que mediara una política expresa de aniquilación, más allá del brutal contexto de una situación de violencia, bandidismo, masacres, guerra, hambre y enfermedades, en la que murieron seis millones de turcos, griegos, árabes, armenios, judíos y otros.

El gran contexto de la matanza de principios de siglo en Anatolia fue la lucha de Turquía por su supervivencia como Estado, en unos momentos en los que era atacada por las potencias occidentales, el nacionalismo griego reclamaba Estambul y la costa jónica, y los armenios seis provincias del Este. Antes, la aparición de un nacionalismo armenio violento había coincidido explosivamente con la llegada a la región de millones de refugiados musulmanes huidos de Rusia, Bosnia, Bulgaria y Creta, gente con historias de expropiaciones y familiares asesinados por cristianos. Unido a la fuerte competencia por la tierra entre turcos, kurdos y armenios que vivió Anatolia, la situación no pudo ser más explosiva. Desde ese punto de vista, la comparación con el holocausto, la fría y planeada eliminación de los judíos de Europa por los nazis por motivos racistas y sin que mediara amenaza alguna, es discutible, pero de lo que no hay duda es de que los armenios fueron objeto de una horrible matanza que los traumatizó profundamente hasta el día de hoy en una medida comparable a la de la torturada memoria judía a causa del holocausto.

Esa historia permite comprender por qué han sido los armenios los más complicados a la hora de llegar al acuerdo de ayer, hasta el último minuto, y todo, gracias a la voluntad de sus políticos, y en medio de un mar de rechazo popular.

El acuerdo rubricado es rechazado mayoritariamente, tanto entre los 3,2 millones de armenios que viven en Armenia, como entre los 5,5 millones de la diáspora, que piden que Turquía reconozca el genocidio.

Desde el 1 de octubre, el presidente armenio, Serzh Sargsyan, ha viajado por todo el mundo, desde California hasta París, Rusia y Líbano, para vender este acuerdo entre los armenios de la diáspora, pero su gira estuvo acompañada de manifestaciones de protesta, incidentes y huelgas de hambre. Para Turquía, se trata de poner en práctica la política de "cero problemas con los vecinos" abrazada por su ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu.

Los acuerdos citan el abandono de los armenios de Karabaj. Fuentes armenias subrayan la importancia que ha tenido el consentimiento del jefe de la Iglesia armenia autocéfala, el catolicós Karekín II, sin el cual el pacto habría sido imposible.

11-X-09, R. Poch, lavanguardia

antes de 1915 la presencia de muy diferentes pueblos en lo que hoy es suelo anatolio no sólo no llamaba la atención, sino que era lo más común.

Y es que el Estado moderno que llamamos Turquía es sucesor jurídico de uno de los imperios, el otomano, con mayor diversidad de grupos étnicos que el mundo ha contemplado.

Hoy en día, empero, la mayor parte de los armenios que habitan en Turquía lo hacen arraigados en la capital económica, Estambul, donde forman una minoría activa pero silenciosa.

El no querer llamar la atención se debe a varias razones. En primer lugar, al ultranacionalismo turco, que considera extranjera a esta comunidad. Pero también a que gran parte de los 70.000 armenios que viven en Turquía lo hacen sin papeles en regla. Las cifras oficiales hablan de 40.000 en situación irregular. Su permanencia se tolera por a razones humanitarias.

El corte llegó de forma radical en 1915. Ankara admite que entonces, en plena Primera Guerra Mundial, unos trescientos mil armenios murieron en matanza, pero no reconoce que las masacres fueron una política estatal urdida de antemano y llevada a cabo sistemáticamente por el entonces gobernante Comité de Unión y Progreso (CUP) de los Jóvenes Turcos.

Dos generaciones más tarde, en los setenta y ochenta, la organización armada Asala, que esgrimía la bandera de la "liberación armenia" con el objetivo de dar a conocer a la opinión pública internacional lo que realmente ocurrió en 1915, mató en atentados a unos 30 diplomáticos turcos. Los armenios en Tracia y Anatolia volvieron entonces a temer por sus vidas, algo que les ha separado de las diásporas con reivindicaciones maximalistas en ciudades como Los Ángeles,París o Nueva York.

También para el periodista Hrant Dink, un icono de la comunidad armenia en Turquía, la forma más eficaz de acabar con el "veneno" de lo que había pasado en 1915 era utilizar el "antídoto de vivir junto con los turcos". Él era uno de los más férreos defensores de la reconciliación entre Turquía y su vecina Armenia.

La ola de apoyo que recibió la población armenia en Turquía a raíz del asesinato de Dink el 19 de enero del 2007 convenció a Ereván de que Ankara estaba madurando políticamente. Un año después, el presidente turco, Abdullah Gül, llegaba a la capital armenia para presenciar un partido de fútbol y desde entonces los dos países se esfuerzan por acercar posturas.

Para el próximo miércoles, 14 de octubre, en otro enfrentamiento de las selecciones de fútbol de ambos países, se espera al presidente armenio, Tiran Sargsyan, en Bursa, la primera capital otomana.

"Los turcos han enseñado a los cristianos a ser moderados en la paz y gentiles en la victoria", llegó a afirmar el filósofo francés Voltaire. Puede que con la iniciativa negociada en Suiza, Turquía esté de nuevo dando ejemplo.

11-X-09, R. Ginés, lavanguardia