*Frank Zappa: todo lo que no cuenta su documental*, Manuel de la Fuente

Hace tres décadas que murió el ‘músico infinito’, pero su comunidad no le olvida. Aprovechando el estreno en cines del documental Zappa, Manuel de la Fuente, autor de la primera biografía en España, contacta para Esquire con algunos fans: El Gran Wyoming, Pablo Carbonell, el creador de Los Simpson...


París, 28 de septiembre de 2018. La Cité de la Musique abre las puertas a primera hora de la mañana. Es viernes, y para el fin de semana la Filarmónica ha organizado un encuentro con charlas, debates, presentaciones de libros y un concierto de música contemporánea. Acuden conferenciantes de diversas partes del mundo, que reciben su acreditación y conversan con los asistentes, congregados en la entrada. Al cabo de unos minutos, se dirigen juntos a la sala para empezar la sesión inaugural. Se trata de un público heterogéneo, en el que conviven las americanas con las camisetas. Empiezan las sesiones y un ponente ilustra su conferencia con una canción breve, de menos de tres minutos. En cuanto empieza a sonar, el centenar de personas que abarrotan el salón corean al unísono la letra, como un acto litúrgico oficiado en la capital de la cultura europea. La recitan de memoria y el ponente, contagiado por la atmósfera, abandona el gesto serio para murmurar algunos versos. La heterogeneidad ha quedado unificada por la música del homenajeado, el artista al que París dedica ese encuentro monográfico: se han reunido allí todos para celebrar la obra de Frank Zappa.

Desde su fallecimiento por cáncer en diciembre de 1993, los reconocimientos al músico estadounidense no han parado de crecer. Proliferan actos en muchos países, con frecuencia organizados por seguidores, no solo veteranos sino también jóvenes que descubren sus discos en las plataformas digitales. Hay donde elegir, pues, a día de hoy, el catálogo oficial que se compone de un amplio centenar de referencias, con un sinfín de estilos que van desde el rock a la música orquestal, pasando por el jazz, el country o la electrónica. “Zappa concentra una cantidad de música impresionante”, comenta uno de sus más célebres fans en España, El Gran Wyoming. “Es como un Avecrem, que lo dejas caer y genera cien menús musicales diferentes”.

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frank zappa en concierto
Ian DicksonGetty Images

El volumen resulta disuasorio para el público general, acostumbrado al consumo rápido de artistas fácilmente encasillables. Sin embargo, quien supera esa barrera suele quedar atrapado. Es lo que le sucedió a otro fan irredento, Pablo Carbonell: “A los quince años me operaron de la columna y, mientras guardaba reposo en mi casa de Huelva, me llegaba del bar de enfrente una música que me resultaba muy molesta”, recuerda el cantante de Los Toreros Muertos. “No obstante, acabé comprándome ese disco, Sheik Yerbouti, y se convirtió en mi referente. A continuación empecé a coleccionar sus álbumes, oficiales y piratas. Me convertí en un zappiano absoluto”. Uno de los secretos está en el humor. Las melodías y letras recrean un universo propio, repleto de sarcasmo. “Zappa no busca la risa fácil, usa el humor como sistema operativo, como una actitud ante el mundo”, explica Julián Hernández, fundador de Siniestro Total. Y sigue: “Fue un hallazgo ver que podías hacer lo que quisieras con la música, reírte hasta de la seriedad del rock sinfónico”.

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Además Frank Zappa representa una especie de faro intelectual que enseña a cuestionar los discursos oficiales. Así lo percibió Matt Groening, quien lo descubrió en su juventud. “Me atrajo su humor, su postura respecto a la autoridad, la educación, la política, la cultura”, confesaba el creador de Los Simpson. “Su ejemplo me mostró el camino. Vi que era bueno ir a la mía y no seguir el dictado de las autoridades”. Al acabar la universidad, Groening abandonó el estado de Washington y se instaló en California por un motivo muy sencillo: era donde vivía el maestro. “Si Frank Zappa había encontrado su sitio en Los Ángeles, allí tenía que ir”. El dibujante conoció a su ídolo en los años 90 y lo convenció para incorporarlo como personaje en Springfield, si bien la prematura muerte truncó los planes. “Frank fue un tutor estupendo, el modelo en el que fijarme”, añadiría Groening. “Cuando Bart Simpson llegue a la adolescencia, se dejará el bigote y la perilla de Frank Zappa”. En algunos episodios de Los Simpson se incluyen guiños para los fans, como una revista con Zappa en la cubierta que guarda Homer en el desván de la casa.

el público baila en un concierto de frank zappa
Michael Ochs ArchivesGetty Images
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Su presencia es constante en los ámbitos más variopintos. A lo largo de su vida, los biólogos bautizaron con su nombre un pez de Nueva Guinea (el Zappa confluentus) y un animal acuático de la especie de los cnidarios (Phialella zappai). Como homenaje póstumo, un astrónomo designó en su honor a un asteroide como 3834-Zappafrank, se le han dedicado calles en diversas ciudades (como Berlín o Düsseldorf) y erigido estatuas. Su localidad de nacimiento, Baltimore, exhibe un busto. Aunque el más famoso, al que acuden los fans en peregrinación para hacerse la oportuna fotografía, está localizado en Vilna. No resulta extraño que la capital de Lituania constituya la meca zappiana, dado que el compositor estadounidense representa un icono de la lucha anticomunista en el antiguo bloque soviético. Los jóvenes de países como Rusia o Hungría conseguían sus discos en la clandestinidad y la policía, según confesión de algunos fans, respondía con torturas y amenazas como “os vamos a sacar la música de Zappa a la fuerza”. Tal era su dimensión que, tras la caída del Muro, el gobierno checoslovaco de Václav Havel proclamó al artista representante cultural del país, un nombramiento rápidamente revocado por presiones de la Casa Blanca.

Su influjo también resuena con varios ecos, como el festival Zappanale, que se lleva a cabo desde 1990 en Bad Doberan, en la antigua Alemania oriental. Durante un fin de semana de agosto, miles de seguidores se vuelcan en la figura del músico. El encuentro se inició de forma modesta, con un remolque como único escenario y un puñado de fans alrededor. Con el tiempo ha llegado a congregar a nueve mil personas. En la actualidad, el recinto se ubica a pocos kilómetros del pueblo y alberga una zona de acampada, varios escenarios y puestos de venta de comida y discos. “Es como una burbuja de Frank Zappa en mitad de Alemania. El ambiente es increíble y haces amigos nada más llegar”, comenta Guillermo Laso, ingeniero industrial que asiste con regularidad desde su residencia en Burgos.

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frank zappa con la guitarra
Richard E. AaronGetty Images

La Zappanale celebra, aparte de actuaciones de grupos, animados debates y exposiciones artísticas. El público mayoritario son fans maduros, aunque también acuden jóvenes, y es habitual ver el característico bigote del ídolo en las caras de los devotos. Luis González es un músico y productor valenciano, conocido por su seudónimo, Caballero Reynaldo. Ha tocado en dos ocasiones en la Zappanale. “Los organizadores nos vieron en un concierto en Barcelona y nos contrataron”, asevera. Solo o acompañado de sus músicos, Reynaldo ha ofrecido un centenar de conciertos con canciones de Zappa por toda Europa y ha publicado una veintena de discos de homenaje. Estos trabajos recogen versiones realizadas por distintos grupos (como Siniestro Total o El Niño Gusano), junto con revisiones propias. “El primer álbum que hice, a mediados de los años 90, fue muy difícil”, rememora. “Entonces no había Internet y los fans estábamos desperdigados. Aun así, tuvo muy buena acogida y, a partir del segundo, empecé a recibir maquetas por doquier. La fidelidad es un rasgo fundamental de cualquier zappiano”, termina.

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La llegada de Internet, en efecto, permitió el contacto entre fans, que se comunican a diario en comunidades virtuales y grupos de WhatsApp. Zappa grabó la mayor parte de los 1.400 conciertos que ofreció, y los aficionados rastrean desde hace tiempo estas grabaciones, junto con textos o anécdotas que descubren nuevos datos o canciones inéditas. Con Reynaldo toca el bajo Román García, músico del grupo murciano Los Marañones y pionero en la reivindicación zappiana en Internet con la creación de dos páginas web (Information is not knowledge y El tercer poder) de obligada consulta para los fans en todo el mundo. Su interés nació de la curiosidad por descifrar las letras de Zappa. “Cada vez que escucho a Zappa, encuentro algo nuevo: una palabra, un instrumento, una línea melódica o una cita”, comenta. Sus páginas han sido claves para dar a conocer sus letras.

frank zappa dirige una orquesta sinfónica
Michael PutlandGetty Images
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Además, en los últimos veinte años han salido al mercado alrededor de 180 libros sobre él en una decena de idiomas, desde el griego hasta el japonés. Abarcan recopilaciones de entrevistas, álbumes, partituras e incluso cuadernos para colorear. También se nota el interés en nuestra lengua, con la traducción de sus memorias y el inminente lanzamiento de la primera biografía en España, La música se resiste a morir: Frank Zappa. Biografía no autorizada (escrita por mí y publicada por Alianza Editorial, 19,50 €).

biografía de frank zappa
Alianza Editorial
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El ámbito académico tampoco se queda al margen. Desde hace años, su obra es objeto de estudio de tesis doctorales, artículos y conferencias. Paul Carr imparte clases de música popular en la Universidad de South Wales (Reino Unido) y recurre a él para explicar la música en la sociedad estadounidense del siglo pasado. “Su obra tiene tantas derivaciones académicas que representa un estudio de caso excepcional para que los jóvenes aprendan a reflexionar y escribir sobre música”, explica. Carr acudió al Royal Festival Hall londinense donde, en octubre de 2013, se llevó a cabo una representación orquestal de 200 Motels, el primer largometraje dirigido por Zappa, en los años 70. En la puerta se cruzó con otros académicos, de Harvard o el King’s College, mezclados con los tres mil asistentes que habían agotado las entradas. Al igual que en París, la gente había aprovechado para sacar del armario las camisetas de su icono. Prendas oficiales, con diseños en ocasiones antiguos, que se reservan para las grandes ocasiones. El de Londres supuso otro hito en el movimiento de reivindicación, dado que 200 Motels había sido censurada en Inglaterra cuatro décadas atrás. En cuanto los músicos de la BBC Concert Orchestra y de la Southbank Sinfonia pisaron el escenario, los aplausos fueron instantáneos. Dos horas después, tras sonar la última nota, una ovación atronadora estalló, sin parar, durante quince minutos. El reconocimiento se dirigió también a Gail Zappa, su viuda, que respondió con una amplia sonrisa y un ramo de flores. No podía disimular la emoción: miles de personas se rendían al legado de su marido, un artista que creó una obra excepcional para dejar un mundo más habitable. Demoler las categorías establecidas y disfrutar de la cultura sin etiquetas. Es la lección que ha enseñado Frank Zappa y que sus fieles pregonan a lo largo y ancho del planeta.

*Este artículo aparece publicado en el número de julio-agosto de 2021 de la revista Esquire