"El erotismo en el arte japonés: del shunga a las artes visuales", Marina Muñoz

El erotismo en  el  arte japonés ha  sido  un  tema  altamente  reproducido  hasta  nuestra  contemporaneidad. Sin embargo, no  todas  las  representaciones  albergan  los  mismos  matices  ya  que dependen  de  su  contexto  social  y  político. Debido a la apertura comercial occidental del siglo XIX podemos afirmar que ha habido transformaciones en la moral y la percepción hacia las representaciones eróticas. Lo que antes formaba parte del folklore, como el Shunga, posteriormente se consideró censurable. Esto fue debido a la introducción de nuevos cánones morales encorsetados y provenientes del puritanismo victoriano Occidental, el cual permeó la modernización del país japonés.

Una gran cantidad de artistas japoneses, en contra de las nuevas reglas morales importadas de occidente, han seguido reproduciendo obras eróticas a pesar de la censura inminente y riesgos de encarcelamiento. Uno de ellos es Nobuyoshi Araki, que incorpora en su obra elementos folklóricos de la tradición erótica del Shunga.

Nobuyoshi  Araki  nació  el año 1940  en  Tokio,  y  en su obra mantiene  un  constante  homenaje  de  la  ciudad  que  le  vió  nacer.  Comenzó  a  trabajar  en  su  primer  proyecto  fotográfico  en el  barrio  donde  creció,  retratando  niños  de  la  calle. Posteriormente  fue  atraído  por  el  vigor  de  la  lujuria  humana  y  el acto  sexual.  El fotógrafo  estaba  circunscrito  en  la  fructuosa  industria  del  sexo  y en  1974    realizó  una  colección  fotográfica  para  la  revista  Photo  Age,  donde abundaban los sexshop,  clubes y  prostitutas . 

En su  obra yuxtapone  imágenes  cotidianas  de  las  calles  de  Tokio  (flores,  retratos, comida,  etc.)  con mujeres atadas  (kinbaku). Podemos considerar  que  su  fotografía  produce  un  registro  histórico  del  sexo y  la  moral  de  los  años  80.  Sus fotografías, bastante  eclécticas,  se  categorizan  como reportaje  de  la  moral  urbana  contemporánea. Además existe cierta  similitud  entre  su obra y el  Shunga,  la cual puede encontrarse especialmente en el artista  Katsushika  Hokusai  (1760    1849).  Nobuyoshi utiliza recursos  característicos  que  bien  podríamos  encontrar  en  la  obra  de Hokusai.  Él mismo  se  compara  y  expone  las  similitudes  existentes de sus últimos años.   Hokusai comenzó  a  llamarse  a  si  mismo  gakyojin  (arte-maníaco), imitandolo Araki  comenzó  a  llamarse  a    mismo  shyakyojin  (foto-maníaco). Comparten una obsesión por reproducir aquello cuanto ven (animales,  paisajes,  flores, mujeres, hombres, genitales,  etc.)

El provocativo trabajo de Nobuyoshi ha llamado la atención tanto de la prensa como de las reglas censoras. Éste  dispuso  una  exposición  en  las  tiendas  de  galerías  de  Tokio,  donde aparecen  mujeres  total  o  parcialmente  desnudas  atadas  por  kinbaku.  En respuesta  a  la exhausta  persecución  que  sufre,  censura  su  propio  trabajo pasando a negativo la zona de los genitales. El  artista  confiesa  haberlo  realizado con  la  intención  de  hacer  mofa  y  burla  al  ataque  de  las  leyes  censoras  que prohibían  la  reproducción  de  genitales    tanto  por  el  trabajo  desempeñado  de  sociedades como  EIRIN  o el mismo gobierno apelando al artículo 175 del Codigo Penal, que prohíbe y censura el material audiovisual que muestre un mensaje contrario a la moral higienizada de la época, como por ejemplo imágenes explicitas de órganos sexuales o el bello púbico de éstos.

Las autoridades  involucraban  obscenidad  en estos  trabajos  sin  apenas  pararse  a  considerar  la  calidad  artística.  Nobuyoshi, por contra, fue de los pocos  que  se  enfrentó  a  la  censura  desafiándola  satíricamente.  Cuando se le pidió que en sus  fotografías  no  apareciera  el  bello  púbico,  aludiendo  a  la  ley  que prohibía  su  representación,  él  afeitaba  el  de  sus  modelos.  Al ordenarle cubrir la zona con pintura negra, éste se  lo  tomó  literalmente  y  dispuso  tinta  negra  encima  del vello  púbico  de  sus  modelos.  En respuesta a las constantes burlas  de  Nobuyoshi,  le obligaron  de  nuevo  a  cumplir  la  reglamentación,  pero  esta  vez  debía  mostrar  a  sus modelos  vestidas.  Mofándose de las autoridades, Nobuyoshi  dispuso  ropajes  tan  ligeros y  transparentes  que  podía  apreciarse  con  detalle  la  vellosidad  púbica  de  sus  modelos.  En una ocasión realizó un  close-up de  los  genitales  femeninos,  el primer  plano  era  tan  cercano  que  no  podía  apreciarse  el vello púbico.  Además de esto, añadió  un  filtro  monocromo  a  la  fotografía. Sorprendentemente burló la ley y a las autoridades.

El testimonio de Komari, modelo entrevistada en el documental Arakimentari, nos  presenta  su  experiencia  personal  con  el  artista,  el  cual  es  descrito  como un hombre de corazón cálido y  respetuoso con todas sus modelos.  Según puntualiza Komari:   

“En  Japón  la  sexualidad  está  reprimida,  no  puede  expresarse.  Una  mujer  no  puede quitarse  la  ropa  o  aparecer  desnuda,  es  igual  a  algo  inadmisible.  Es  precisamente por  esto  que  Nobuyoshi  tiene  tanta  influencia.  Su fotografía  reproduce  clásicos  Ukiyo-e  de  Utamaro  y  Hokusai.  Es  como  si  estuviera  actualizando  el  Shunga  tradicional, creando  el  neo-shunga,  redescubriendo  la  sexualidad  japonesa  con  ricas  emociones. Es  algo  que  antes  existía  en  Japón  pero  desapareció.  Las  fantasías  que  la  gente  no puede realizar, Nobuyoshi las expresa en su nombre.”

La  obra  de  Araki  libera  el  arte  japonés  de  la  censura  auto-impuesta  del  Japón  de entreguerras,  inducida  por  el  puritanismo occidental.  Sostiene  que  la sexualidad  está  siempre  vinculada  al  ciclo  de  nacimiento    muerte    tierra  – renacimiento,  lo  cual  declara  que  forma  parte  del  proceso  biológico  natural,  algo intrínseco  del  ser  humano  y  su  cotidianidad. 

Su obra  puede  ser  interpretada  como  el  rechazo  de  las  nociones  pasadas  de  la  censura.  Por esta  razón  se  ha  tachado  de  obscena,  creando  debates  sobre los  límites  morales del arte y la diferencia entre pornografía y manifestación artística.

Es necesario añadir que sí existe una disparidad entre la pornografía y la obra artística de Nobuyoshi. La expresión artística se produce cuando el artista resignifica un mensaje y se transforma dentro de unos parámetros artísticos. Es decir, una imagen explicita no es arte porque sí, debe transmitir a voluntad del artista un mensaje concreto que ha sido transfigurado dentro de unos indicadores artísticos. Por ende, una vez se analiza y se recoge el mensaje de Araki – que alude a la liberación de la censura japonesa y el ciclo vital – uno se percata que está frente la manifestación artística. La pornografía tiene un objetivo opuesto, producir placer en rápidas dosis al espectador, sin preocupación estética u otro propósito más allá que la satisfacción sexual.

En el caso de Araki la sociedad japonesa se reencuentra con épocas pasadas. Se manifiestan conflictos morales que fueron integrados con el puritanismo victoriano. Araki pretende reubicar las definiciones de obscenidad e inmoralidad previamente establecidas. Las tradiciones pasadas se reencuentran con la sociedad japonesa moderna a través de su obra. Los conflictos internos nacen de la confrontación entre modernidad higienizada y el pasado liberal. Es en este punto cuando se origina la confrontación entre la identidad japonesa y los tabúes adaptados. El reconocimiento de las tradiciones se ve perturbado por la adopción de las normas morales introducidas en el proceso de modernización de los siglos XIX y XX.

En última instancia la obra de Nobuyoshi Araki no solo ha trasgredido los márgenes de la censura, sino que ha llevado a debate las acotaciones del arte y la desacreditación de éstas a partir del cuestionamiento de las definiciones de lo moral y lo obsceno. Se alude incluso a los mismos límites del arte, constructos creados por el ser humano, sujetos a argumentaciones subjetivas condicionadas por concepciones y percepciones del sesgo colonial-occidental.

Marina Muñoz
Historiadora del arte y experta en cultura japonesa