"Taiwán: chips, democracia y supremacía", Josep Piqué

Josep Piqué

19 de marzo de 2021, politicaexterior

La historia de Taiwán no es apacible. Desde la irrupción de las potencias europeas en el siglo XVII a la “colonización” china, pasando por la conquista japonesa a raíz de la guerra sino-japonesa y su incorporación (a perpetuidad…) a Japón en 1895, la antigua isla de Formosa (como la denominaron los portugueses) ha sido objeto permanente de disputa.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Taiwán pasó a control de China, en medio de una larga guerra civil que culminó con la victoria del ejército comunista sobre los nacionalistas del Kuomingtan, obligados a replegarse a la isla, mientras en el continente se fundaba la República Popular China en 1949.

Durante dos décadas, Taiwán fue la sede del gobierno nacionalista de Chang Kai Check, quien reivindicó la legitimidad de representar a toda China, siendo reconocido por la mayor parte de la comunidad internacional, y ocupando un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Tal legitimidad nunca fue aceptada por la República Popular, que considera a Taiwán parte esencial de “una sola China” y ha expresado que jamás aceptará su independencia.

Todo cambia en los setenta, cuando EEUU, bajo la presidencia de Richard Nixon, reconoce a la República Popular como la representante del pueblo chino, incluyendo su entrada en el Consejo de Seguridad en sustitución de Taiwán. El reconocimiento internacional de la República Popular deja a Taiwán en una situación paradójica: no reconocido en términos diplomáticos y, al mismo tiempo, protegido por EEUU, con compromisos bilaterales explícitos.

En la gran pugna por la hegemonía que libran, en todos los frentes, China y EEUU, el estrecho de Taiwán es un punto caliente. Si en algún lugar puede empezar una guerra entre las dos potencias, es ahí.

Taiwán se ha convertido en pieza clave también en el terreno de la pugna tecnológica. A través de una inteligente política y de una apuesta productiva muy exitosa, Taiwán es hoy, junto con Corea del Sur y Japón, el gran productor mundial de microchips (semiconductores o circuitos integrados), imprescindibles para el desarrollo de la economía digital en todos los ámbitos.

Reflexiono sobre esto en "Taiwán: chips, democracia y supremacía".

 

ALGUNAS COSAS QUE HE LEÍDO

Semiconductors and the U.S.-China Innovation Race, Foreign Policy

American Support for Taiwan Must Be Unambiguous, Richard Haass y David Sacks, Foreign Affairs

Is Taiwan a Ticking Time Bomb in the Semiconductor Supply Chain? The Diplomat

There's a Chip Shortage: And TSMC Holds All The Cards, Stephen McBride, Fortune

 

A VISTA DE GRÁFICO

Solo el 6% de los semiconductores utilizados por las compañías chinas en 2020 fueron Made in China. A la tensión política tradicional entre Taipéi y Pekín se añade la tensión tecnológica derivada de la dependencia china de los chips taiwaneses. La centralidad de Taiwán en el mercado mundial de semiconductores está posibilitando, además, que la isla estreche relaciones con Washington, Tokio y Berlín. Y ello pese a que Alemania evita cualquier reconocimiento político de Taiwán para no ofender a China.