els independentistes governaran per primera vegada Nova Caledònia

París quiere ser neutral y admite que se trata de un caso neocolonial que debe solventarse en una u otra dirección

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Mujeres canacas independentistas elarbolan la bandera separatista frente a un colegio electoral en Rivière Salée, cerca de Nouméa, la capital de Nueva Caledonia

MATHURIN DEREL / AP

La situación en Nueva Caledonia está dando un vuelco rápido e inesperado que puede acelerar el proceso hacia su plena soberanía, ­aunque con el peligro de agravar las tensiones entre las comunidades del archipiélago. Es casi seguro que los independentistas, a partir de ­este miércoles, pasarán a dirigir el gobierno de este territorio francés del Pacífico sur. Será la primera vez que ocurra desde que en 1998 se ­firmaron los acuerdos de Nouméa, hoja de ruta hacia una eventual descolonización pacífica de las islas.

La crisis política se ha desencadenado por culpa de una decisión económica de gran calado, la prevista venta de las minas de níquel del sur del país a la multinacional suiza Trafigura. Los independentistas del Frente de Liberación Nacional Canaco Socialista (FLNKS), que se oponen a la operación, de­cidieron hace unas semanas retirar a sus cinco ministros del gobierno colegial del archipiélago que comparten con los lealistas (partidarios de mantenerse en Francia). Pero ahora lograrán el control del Eje­cutivo gracias a un pequeño partido bisagra, Despertar Oceánico, que se ha alineado con el FLNKS.

 

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Eusebio Val | ParisParís. Corresponsal Women supporters for Independence hold the Kanak flag outside a voting station in the Riviere Salee district of Noumea, New Caledonia, Sunday, Oct.4, 2020. Voters in New Caledonia, a French archipelago in the South Pacific, were deciding Sunday whether they want independence from France in a referendum that marks a milestone in a three-decade decolonization effort. If voters choose independence, a transition period will immediately open so that the archipelago can get ready for its future status. Otherwise, New Caledonia will remain a French territory. (AP Photo/Mathurin Derel)

Detrás del contencioso minero está en realidad el conflicto sobre
el proyecto independentista, que exacerba los ánimos en un terri­torio situado en las antípodas, a 17.000 kilómetros de la metrópoli, en el que solo viven 270.000 personas. Hace más de treinta años hubo casi una guerra civil, que París logró frenar al arbitrar un acuerdo. Como parte de este pacto a largo plazo, ha habido ya dos referéndums de autodeterminación desde el 2018. En ambos se impusieron los lealistas, si bien en el último, en octubre del 2020, los contrarios a la independencia se impusieron por poco más del 53% de votos. Las distancias se están reduciendo. La actitud de Despertar Oceánico es sintomática de la evolución. Una tercera consulta debe tener lugar en el 2022, a no ser que haya una renegociación integral y se pacte algún tipo de estatuto constitucional intermedio entre la vinculación con Francia y la plena independencia.

París quiere ser neutral y admite que se trata de un caso neocolonial que debe solventarse en una u otra dirección. Es un asunto delicado que consume muchas energías. Los cálculos geopolíticos también están presentes. Los lealistas argumentan que la independencia convertiría a Nueva Caledonia, como está ocurriendo con otros microestados del Pacífico, en una colonia económica de facto de China, que persigue una política expansionista muy agresiva en la región. Según su punto de vista, seguir siendo franceses supondría una protección.