"El sentido de la realidad. Sobre las ideas y su historia", Isaiah Berlin

EL SENTIDO DE LA REALIDAD. Sobre las ideas y su historia

Isaiah Berlin

Ed. Taurus, año 1998, 399 págs.

Índice:
El sentido de la realidad. El juicio político. Filosofía y represión gubernamental. El socialismo y las teorías socialistas. El marxismo y la Internacional en el siglo XIX. La revolución romántica: una crisis en la historia del pensamiento moderno. El compromiso artístico: un legado ruso. Kant como un origen desconoido del nacionalismo. Rabindranath Tagorey la conciencia de nacionalidad.

En estos ensayos, profundizando en la historia de las ideas, analiza el complejo histórico, filosófico y político del que surgen el socialismo, el romanticismo y el nacionalismo. Básicamente cuestiona la posibilidad de reducir el proceso histórico a una teoría basada en leyes capaces de explicar sistemáticamente tanto el pasado como el futuro. Con ello limita la extensión cientificista de los métodos de las ciencias naturales a las ciencias humanas, aún sin despreciarlos -e incluso ocasionalmente emulándolos- y expresando el mayor respeto por la Ilustración. Recorre el desarrollo de la crítica a las instituciones (y en particular el derecho a la propiedad) y la aparición de las ideas, primero utópicas, que se materializan en el socialismo moderno: el marxismo, un nuevo "ecumenismo" que pretende fijar las leyes universales y únicas que rigen la historia. Presenta la historia del pensamiento político como dominada por dos grandes tendencias: quienes conciben el devenir como confrontacion y choque buscando un equilibrio precario, y quienes los consideran como una anomalía que debe subsanarse buscando un conjunto de fines compatibles eliminando el conflicto y contradicciones (la unidad de la teoría y la práctica). La revolución romántica ocupa un lugar central como agente que transformó radicalmente la ética y la política modernas al lograr imponer las doctrinas subjetivistas que produjeron una discontinuidad en el pensamiento de la época, cambio brusco que se ha propagado hasta el presente y con profundas implicaciones: el irracionalismo y, vinculado a él, el nacionalismo que rechaza los valores y verdades universales, lo que Berlin denomina la "Contra-Ilustración". El nacionalismo, incluso en sus versiones más "moderadas", brota del sentimiento no de la razón. Arranca de la sustitución de la razón por la emoción y de la repugnancia y odio a todo lo que rebaja las diferencias entre diversos grupos humanos: el cosmopolitismo y el universalismo. Estas nuevas corrientes desembocan en la liquidación de la noción de unidad de la humanidad y la intercomunicación racional entre los diferentes, bases sobre las que se sustentaba toda la tradición y cultura occidentales. La esencia del hombre ya no se identificará más con la razón, atributo universal, sinó con su voluntad absoluta como expresión del ego total. En ese aislamiento y ensimismamiento creará sus propios y exclusivos valores generándose un individualismo comunitarista que halla su máxima expresión en la gestación del "individuo colectivo": el "pueblo". Hegel , y Marx, suponen en cierto modo -y sin éxito- una especie de contrarrevolución frente al Romanticismo, quien, no obstante, penetró profundamente en la conciencia europea. Como epílogo analiza el extraño -y monstruoso- derrotero según el que, a veces, las ideas se convierten en sus contrarios. Tal es el rumbo que siguen algunas de las más elevadas doctrinas de Kant de la mano de Fichte, a través de la rigidez de los "imperativos morales" y con ocasión de la fractura europea que produjo la Reforma y las guerras entre Francia y Alemania, que permitieron la fácil tergiversación y transformación del concepto de "autonomía" individual y de la libertad moral, en el libre albedrío frente a la razón universal y en "autonomía moral de la nación". Este deslizamiento encaja bien con el pietismo luterano y finalmente desemboca en el Romanticismo -ajeno por completo a Kant- por el que se llega a la negación del yo individual; la nación pasa a ser el único "yo" y el individuo sólo "sería" en cuanto miembro de ese cuerpo orgánico constituido por los muertos, los vivos y los aún no nacidos, fuera del cual no hay existencia. Según Berlin, el nacionalismo junto a sus próximos: el racismo y el fanatismo religioso, son los "fenómenos más espantosos y bárbaros de nuestro tiempo" que nadie jamás supo predecir.