Àustria ofereix el seu passaport als sudtirolesos

Las fronteras internas de Europa, incluso aquellas de apariencia tan bucólica como las de los Alpes, son costuras muy delicadas. Ponerlas en cuestión, aunque sea de modo indirecto y sutil, despierta viejos demonios porque la historia es un campo minado. Acaba de ocurrir entre Italia y Austria después de que el nuevo Gobierno derechista de Viena haya propuesto conceder el pasaporte austriaco a las minorías de lengua alemana y ladina en el Alto Adigio (o Tirol del Sur). En Roma –y también en Bruselas– algunos han reaccionado con alarma.

The separation of Tyrol and territorial incorporation of South Tyrol into ItalyLa presencia de la ultraderecha nacionalista (FPÖ) en el Gabinete del joven canciller Sebastian Kurz ha provocado ya un pequeño seísmo en la relación con Italia. Tocar el asunto del Trentino-Alto Adigio significa revivir tensiones y dramas de un pasado turbulento y aún no bien digerido. Se trata de una región que hasta el final de la I Guerra Mundial, en 1918, perteneció al imperio austrohúngaro. Hoy disfruta de una vasta autonomía y es una de las más ricas y mejor administradas de Italia. Pero en su seno anida un contencioso antiguo, una de las múltiples fracturas de la Mitteleuropa, esa Europa central que ha sido zona de fricción entre los imperios.

La noticia de la oferta austriaca a sus hermanos culturales en Italia causó una respuesta inmediata del subsecretario de Asuntos Exteriores, Benedetto Della Vedova, que alertó de la tentación del “puño de hierro étnico-nacionalista” de parte de las nuevas autoridades austriacas. Según Della Vedova, “introducir la ciudadanía sobre la base ­étnica tendría consecuencias gravísimas, por ejemplo en todos los Balcanes, minando la convivencia en los países, también en la UE, caracterizada por la presencia de ciudadanos de múltiples culturas”.

Roma alerta del peligro de introducir una ciudadanía sobre la base étnica

El viceministro Mario Giro trató de quitar hierro al plan austriaco, que calificó de “reivindicación simbólica” de la que se habla informalmente desde hace decenios y que podría asumirse sobre la base de una ciudadanía común europea. “Si se tratase de una reivindicación pantirolesa y separatista, obviamente estaremos firmemente en contra –matizó Giro en una entrevista al Corriere della Sera–. No hay espacio para gestos unilaterales”. El propio jefe de la diplomacia italiana, Angelino Alfano, que se halla de visita en China y cuya autoridad es débil porque no concurrirá a las próximas elecciones, estuvo prudente. “Será una discusión que tendremos que afrontar con gran delicadeza”, dijo, aunque avisó, con algo de ambigüedad, que Italia “tutelará a sus ciudadanos”.

Una de las voces italianas más airadas contra Austria fue la de Giorgia Meloni, exministra de Berlusconi y líder de Hermanos de Italia (un partido de derechas heredero del posfascista Movimiento Social Italiano, MSI). En un tono muy nacionalista, Meloni recordó que Italia ha pagado miles de millones para que la minoría alemana del Alto Adigio disfrute de su autonomía, y acusó al Gobierno de Paolo Gentiloni y al Partido Demócrata (PD) de su “gravísimo silencio” que daña la dignidad nacional, a cambio de asegurarse el voto de los dos representantes del partido surtirolés SVP en la Cámara de Diputados.

Desde Bruselas, el presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, dijo que la concesión de pasaportes es una iniciativa “ilusoria” y no contribuye a la distensión. “Europa tiene muchos defectos, pero ha cerrado la era de los nacionalismos”, agregó. Tajani expresó su interés por hablar con Kurz la próxima semana para conocer sus intenciones, y destacó que lo importante es que mantenga una actitud europeísta. En otro contexto, pero en alusión a Austria, el comisario europeo para Asuntos Económicos y Financieros, el francés Pierre Moscovici, constató que “la presencia de la extrema derecha en el poder no es nunca indolora”.

El territorio fue anexionado por Italia tras la derrota austrohúngara en 1918

Si bien el Gobierno de Kurz debe concretar sus planes, el FPÖ pone prisas. Según el parlamentario Werner Neubauer, responsable dentro de­ ese partido para las relaciones con el Südtirol (la denominación alemana del Alto Adigio), la petición de la nacionalidad austriaca podrá ya hacerse el próximo año o, a más tardar, en el 2019. Lo afirmó ayer en Bolzano. Tendrán derecho aquellos surtiroleses que se hayan declarado de lengua alemana y sus hijos. Será un trámite gratuito. Según Neubauer, los deportistas surtiroleses podrán escoger participar en selecciones austriacas –otro golpe al orgullo italiano– y hasta “podría ser interesante para algunos emprender una carrera militar en Austria”. En principio, serán excluidos de la posibilidad automática de pasaporte los habitantes de la provincia del Trentino, a pesar de que este territorio perteneció también al imperio austrohúngaro. La razón es que en su estatuto de autonomía los germanófonos no están reconocidos como minoría lingüística.

También desde Austria se ha acogido con preocupación la idea. Para el escritor Doron Rabinovici, “el FPÖ está inspirado en un nacionalismo germanófilo que destruye el principio de Europa”. En declaraciones a La Repubblica, Rabinovici argumentó que la oferta se hace “en un espíritu de revisionismo histórico”; se hace a los tiroleses, pero no a los turcos que viven en Austria. El escritor recordó que “las tradiciones antisemitas están en el ADN de fuerzas como el FPÖ, aunque el primer objetivo, hoy, son los musulmanes”.

El apacible Alto Adigio actual es casi una anomalía histórica. Además de los corrimientos periódicos de fronteras y de las guerras, la zona sufrió un duro programa de italianización forzosa durante el fascismo. Después de la II Guerra Mundial, la población germanófona estaba a disgusto con el statu quo. Hubo más de tres decenios de terrorismo, entre 1956 y 1988, bajo diversas formas y alentado desde Austria. Se cometieron más de 300 atentados, con una veintena de muertos, entre ellos 15 policías italianos. Uno de los principales grupos insurgentes fue el Comité para la Liberación del Tirol del Sur (BAS, en sus siglas alemanas). En una sola noche, conocida como Feuernacht (noche de los fuegos), entre el 11 y 12 de junio de 1961, atacaron con explosivos 37 torres de alta tensión.

El plan austriaco de los pasaportes se produce en una coyuntura pacífica, entre dos socios de la UE, pero atizar algunos sentimientos suscita el temor de reabrir heridas mal cicatrizadas.

, Roma. Corresponsal

19/12/2017 03:42 | lavanguardia

Lo nòu govèrn d’Àustria —una coalicion de conservators (ÖVP) e d’ultradrechistas (FPÖ)— permetrà als sud-tiroleses de lenga alemanda o ladina de demandar lo ciutadanatge austrian sens aver de renonciar a l’italian. Lor programa de govèrn argumenta que se basa sus  “l’esperit de l’integracion europèa” e sus la foncion “protectritz” qu’a Àustria envèrs los sud-tiroleses germanofòns. Lo nòu cancelièr austrian, Sebastian Kurz, promet d’aplicar la mesura “solament en estrecha cooperacion amb Itàlia”. Lo govèrn italian a criticat la decision, en la qualificant “d’etnonacionalista” e en prevesent que pòsca aver “d’efièches fòrça grèus”, coma se passèt “als Balcans”.
 
Fasiá de decennis que los partits germanòfons de Sud-Tiròl demandavan la mesura, e totes l’an saludada. Lo Partit Popular de Sud-Tiròl (SVP) soslinha que la decision favorís una Union Europèa mai estrecha e enfortís a l’encòp los ligams del Sud-Tiròl amb Àustria. Libertat Sud-Tirolesa o considèra coma un eveniment “istoric” e los Libertaris an remembrat que demandar lo passapòrt austrian serà entièrament volontari.
 
Los partits germanòfons an 27 sètis suls 35 del parlament de Sud-Tiròl, una província autonòma d’Itàlia que faguèt partida d’Àustria fins en 1918. Aqueles partits son favorables a un raprochament de Sud-Tiròl amb la rèsta de Tiròl e d’Àustria. L’SVP vòl aumentar l’autonomia sud-tirolesa en Itàlia, del temps que Libertat Sud-tirolesa e los Libertaris defendon la secession, siá per se reintegrar a Àustria, siá per constituir un nòu estat independent.


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